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Crecen los casos de TCA: "No era consciente de que estaba enfermo. Creía que cuanto más delgado estaba, más sano era"

Más de 7.000 personas sufren un TCA (Trastorno de Conducta Alimenticia) en Aragón y tras el confinamiento ha crecido un 8% en población general y un 40% en adolescentes.

El zaragozano Mario, que ahora tiene 32 años, sufrió anorexia nerviosa.
El zaragozano Mario, que ahora tiene 32 años, sufrió anorexia nerviosa.
HA

Un comentario desafortunado hace 10 años desembocó en una obsesión. El zaragozano Mario, que ahora tiene 32 años, sufrió TCA (Trastorno de Conducta Alimenticia), en concreto, anorexia nerviosa. "Durante el día me agobiaba y salir a correr me hacía sentir muy bien. Cada vez aguantaba más tiempo y un día decidí empezar una dieta", cuenta.

"Conforme hacía deporte y dieta veía cómo perdía peso y entonces creía que estaba en el camino correcto porque siempre han dicho que es bueno el ejercicio y comer saludable. El problema es que llegué a confundir la salud con la delgadez. Creía que cuanto más delgado estaba, más sano era. Yo temía engordar. No por imagen, era más por salud", sostiene el joven. 

Pronto, su familia identificó que algo estaba sucediendo. "Mi madre me llevó al psicólogo y se quedó en la sala de espera. El profesional me preguntó que por qué había acudido y le dije que no sabía, que yo estaba bien. No era consciente de que estaba enfermo", cuenta el joven. 

Fue más adelante, relata, cuando se dio cuenta: "Con el tiempo, me generaba ansiedad e incluso lloraba cuando tenía delante un plato de comida que no quería. En ese momento me acerqué a mi madre y le dije que tenía un problema. Pasó mucho tiempo, cuatro años, hasta que fui consciente". 

"La situación de la salud mental en España es flagrante"

"Recuerdo tener miedo por todo. En especial, a engordar y a que se dieran cuenta de las cosas que hacía para no comer, como por ejemplo esconder comida, decir que había cenado cuando no era verdad,...", apostilla. Mario asegura que se tenía que enfrentar a sus miedos mínimos "tres veces al día" (para desayunar, comer y cenar). "Es una sensación similar a la que tiene la gente que teme volar, pero eso cada uno decide si lo hace o no. Comer es obligatorio", especifica Mario. Él recuerda que en ese momento no era el Mario de siempre. "Estaba mucho más aislado, enfadado e irritable", reconoce. 

Mario asociaba la enfermedad a chicas jóvenes, a pesar de que el riesgo de padecer la patología entre hombres también es alto, de un 6%. "En ese momento, tenía 21 años y me costó darme cuenta porque lo asociaba a adolescentes de 13 años que quieren tener un cuerpo 10. En un chico no lo creía posible", sostiene el zaragozano, que ahora defiende que este problema puede aparecer en cualquier género y a cualquier edad. 

La sensación de "culpa" le hacía empeorar su situación. "Me sentía culpable porque creía que lo había generado yo solo. Luego, durante el tratamiento, te explican que no lo has buscado y que se desarrolla igual que cualquier otra enfermedad", asegura Mario, que sigue acudiendo a tratamiento psicológico, pero que asegura que ya se siente bien. "Me siento feliz ahora. Es verdad que a veces me siguen viniendo a la cabeza pensamientos, pero los sé gestionar y sigo trabajando para ello", asegura el joven, que lleva tres años de tratamiento en el Centro de Tratamientos Alimentarios de Zaragoza. Mario escribió un libro que recoge su historia: '¿Esto también pasará?'. 

El zaragozano Mario, que ahora tiene 32 años, sufrió anorexia nerviosa, posa con su libro.
El zaragozano Mario, que ahora tiene 32 años, sufrió anorexia nerviosa, posa con su libro.
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Según la doctora en Psicología, Andrea Barrios, al menos el 4% de las chicas de entre 12 y 18 años sufren un TCA y no lo tienen diagnosticado. La zaragozana Isabel, de 29 años, padeció bulimia nerviosa, y tras siete años de tratamiento celebra estar recuperada. "Yo de pequeña tenía sobrepeso y con seis años me llevaron a un endocrino. Desde entonces empecé una dieta y mi relación con la comida cambió porque llegó la restricción absoluta", relata.

Con 10 años, adelgazó pero no consiguió verse bien nunca. "Empecé con 12 años temporadas de atracones y de restricciones. Todo desemboca en depresión, baja autoestima.... Con 14 años empecé a ir a psiquiatras y ahí trabajábamos temas emocionales, pero no me decían que tenía TCA", cuenta

El diagnóstico llegó a los 16 años. "Me di cuenta de que necesitaba ayuda en el momento en el que una amiga me dijo : ¿Qué más te tiene que pasar para darte cuenta de que necesitas ayuda? En esa época, mi padre acababa de fallecer, me daba atracones diarios, no era capaz de ir a un plan social sin escaparme y, emocionalmente, me sentía muy, muy triste. Solo quería dormir, llorar, comer y soñar con el día en el que estaría más delgada", explica. 

"La felicidad es la libertad de estar sin miedos"

La recuperación, relata, fue "dura, exigente y lenta". "Gracias al proceso he podido recuperar mi vida. No sé qué hubiese sido de mí sin tratamiento", puntualiza la joven, que estuvo durante siete años acudiendo a sesiones grupales e individuales con una psiquiatra. 

"Te enfrentas constantemente a tus mayores miedos con la comida, con las personas, con el trabajo y con todo. El TCA es la punta del iceberg, pero hay muchas cosas que hacen que desemboques en ese trastorno. Una vez mantienes la constancia, consigues encontrarte mejor y tener herramientas para hacerlo sola... Es maravilloso. La felicidad es la libertad de estar sin miedos", apunta. 

Para la joven, rodearse de personas que también han sufrido TCA ha sido fundamental para "pedir ayuda" y sentirse "comprendida"

"Soy consciente de que no todas las personas tienen la suerte que he tenido yo. La situación de la salud mental en España es flagrante. La Seguridad Social no tiene capacidad para ofrecer un servicio con el que poder recuperarse. Hay que recurrir a la sanidad privada y, ni siquiera esta ofrece recursos y atención de calidad. Es muy importante concienciar sobre esta patología, como otras muchas enfermedades de salud mental para que, poco a poco, se mejoren los servicios", reivindica. 

Un TCA, defiende, "no es una persona en bajo peso". "Hay personas con bulimia y atracones que, por no estar en un bajo peso, no reciben ningún tipo de ayuda y quizá sienten una mayor culpabilidad y miedo a pedir ayuda. El problema es el mismo, independientemente del peso. Va mucho más allá y es importante que cambiemos nuestros discursos de gordofobia que se acaban adueñando de casi todos los ámbitos en los que nos movemos. Más aceptación, autoestima, cariño por encima de discursos que te invitan a cambiar tu cuerpo y buscar la mejor versión", puntualiza.

TCA en Aragón

Más de 7.000 personas sufren un TCA en Aragón y tras el confinamiento ha crecido un 8% en población general y un 40% en adolescentes. "Después de la pandemia, se ha triplicado el número de casos  y estamos ante una situación alarmante. El encierro fue una olla a presión. Los que tenían riesgo lo desarrollaron y los que ya lo padecían, se agravaron", explica la doctora en Psicología, Andrea Barrios, que esta semana presentó el libro 'Piedras', escrito junto al profesor de Secundaria, Jonathan Abadía, basado en el testimonio de más de 20 jóvenes que han sufrido un TCA. El libro cuenta con el apoyo de la asociación TCA Aragón y de la Fundación APE. 

"Tras la pandemia empezamos a detectar conductas distintas. Estrés, depresión,... Vimos que la salud mental había empeorado y eso me motivó a crear un libro para divulgar aspectos de salud mental. El libro se puede utilizar en el aula, en la familia,...", cuenta Abadía. 

La presidenta de TCA Aragón, Consuelo Alcalá, la doctora en psicología, Andrea Barrios, el profesor de Secundaria, Jonathan Abadía y
Consuelo Alcalá -presidenta de TCA Aragón-, Andrea Barrios -doctora en psicología- , Jonathan Abadía -profesor de Secundaria y autor del libro- y  Chelete Echechiquía -de la fundación APE-, durante la presentación del libro.
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El principal objetivo de la publicación es crear un fondo de becas para jóvenes que no pueden esperar más a ser tratados. "La parte de salud mental de Salud Pública está saturada. Te ven una vez cada tres meses y con esta patología es necesario que mínimo sea una vez por semana", lamenta Barrios. Por ello, muchos recurren a la sanidad privada. "Con el dinero recaudado con el libro, queremos que las personas que no se lo pueden permitir, tengan la oportunidad de acceder al tratamiento", especifica Abadía. 

Signos de alarma de un TCA

"Desgraciadamente el principal signo de alarma son los cambios físicos. Es cuando la gente de alrededor se da cuenta de que algo sucede. Sin embargo, hay muchos factores emocionales como el aislamiento, la irritabilidad, la depresión,... Y actitudes como 'no quiero comer esto, prefiero algo más sano',...", sostiene Barrios. 

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