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Marta Tena: "La sociedad no es culpable de la anorexia, pero no ayuda"

Nacida en Zaragoza en 1995, Marta Tena es ingeniera y fundadora de Renace, una clínica para el tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). 

Marta Tena, en su clínica en Zaragoza.
Marta Tena, en su clínica en Zaragoza.
Francisco Jiménez

Su clínica acaba de recibir un premio de la Fundación Tara for Women, creada por el empresario Bill Saad, que reconoce en su primera edición a emprendedoras con impacto social. De 140 proyectos de 10 países se ha distinguido tres, uno de ellos el suyo, con 25.000 euros. ¿Qué supone?

Además del importe económico ahora tengo una mentora, Patricia Gallego, CEO de Shukran Foods. Tengo una reunión semanal con ella y me ayuda a crecer. Nuestro objetivo es ser un centro de referencia en Aragón para posteriormente dar el salto a otras comunidades españolas.

¿Qué es Renace?

Renace es una clínica especializada en el tratamiento interdisciplinar e individualizado de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Creemos que los pacientes tienen que interrumpir su vida lo menos posible, depende de en qué proceso estén, y nos adaptamos a sus necesidades. Trabajamos en un equipo psiquiatras, psicólogas y nutricionistas.

¿Hasta qué punto llega a alterar la vida esta enfermedad?

Está considerada un trastorno mental grave porque afecta tanto a la mente como al cuerpo. El más común es la anorexia pero hay muchos otros, como la bulimia, trastorno por atracones, vigorexia, ortorexia... Te cambia el comportamiento, dejas de hacer planes sociales, tu capacidad cognitiva disminuye y te cuestan más los estudios. Estás todo el rato centrado en un tema.

¿No se sale por no comer?

No. Todo lo que haces es para intentar encontrar tu confort, dentro de que estás pasando un proceso complicado. Si al salir con amigos sientes que no encajas en un grupo y que vas a molestar, vas a evitar eso. El estado de ánimo cambia y estás más irascible. Muchos pacientes tienen depresión, están más tristes y cambia la relación en casa.

¿Esto que me cuenta es lo que le ocurrió en su caso, que reflejó en su libro ‘Y tú, ¿quién eres?’ publicado en 2019?

Yo tuve una anorexia mientras estudiaba Ingeniería en Madrid, pero el problema venía de antes, porque ya había sufrido atracones.

¿Cuándo vio el problema?

Yo no lo sabía, pero sabía que estaba mal. Lo que más me frustraba era estar todo el rato reaccionando mal ante todo, que todo me sentaba mal, estar triste, no estar alegre nunca ni disfrutar de los momentos bonitos de la vida.

¿Y cómo era antes?

Yo era una persona muy alegre, pero durante la ESO y el Bachillerato eso desapareció.

¿Esos años son complicados?

No sé si es por la etapa, aunque muchas pacientes están en ese momento, pero sobre todo el no saber dónde encajar ni qué quieres e intentar complacer a los demás. Son muchas cosas que se mezclan, no tienes una satisfacción y estás mal. Ese malestar emocional, si no lo tratas, acaba derivando, en mi caso y en el de mucha gente, en obsesionarte con la comida, que es algo que puedes controlar.

¿Cómo consiguió superarlo?

Parte del proceso fue escribir en redes sociales mi experiencia y cuando me dieron el alta decidí escribir el libro.

¿Se pueden buscar culpables de la anorexia, por ejemplo, en los referentes estéticos o con la normalizada ‘operación bikini’?

Yo creo que no hay culpables como tales. A los padres les decimos: «No os sintáis culpables, porque no es vuestra culpa, os ha tocado igual que os podía haber tocado cualquier otra enfermedad». La sociedad tampoco es culpable, pero no ayuda. Las redes sociales, la obsesión por la imagen perfecta, estar todo el día colgados del móvil no ayuda. Hay que tener una visión crítica de lo que se ve. Nada es perfecto, todo el mundo tiene problemas.

¿La pandemia y el confinamiento han sido una trampa?

Ha sido un parón y ha habido una búsqueda de identidad un poco brusca para mucha gente. Ha sido también negativa porque ha llegado a normalizar la obsesión por la comida y el deporte. Comer sano y hacer deporte está muy bien, pero obsesionarse y que condicione tu día a día es lo más peligroso.

 

 

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