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La compleja supervivencia de la barra aragonesa en Zaragoza

Los usuarios del único campo de tiro de barra en la capital denuncian que va a desaparecer y lamentan la falta de interés por los deportes tradicionales.

Instrucciones sobre el lanzamiento en el campo del Actur.
Instrucciones sobre el lanzamiento en el campo Jesús Gracia Mallén del Actur.
Heraldo/Barraires

Se inauguró en 2010 y es el único solar acondicionado en Zaragoza para la práctica de deportes tradicionales. Tiro de barra, tiro de soga, bolos, tejo e, incluso, una zona en la que se puede jugar a la rana, el trompo o los hoyetes. Los amantes de estas disciplinas y los vecinos del Actur temen que el denominado parque Jesús Gracia Mallén ubicado detrás del aún edificio de la CREA pueda desaparecer con los nuevos planes urbanísticos para llevar a esa zona la sede del Campus Digital. En la parcela contigua, donde los fines de semana se dan cita los deportistas, está previsto construir una residencia o un vivero de empresas, con lo que los amantes de este deporte han iniciado una lucha para tratar de salvaguardar este terreno.

“En la última semana hemos llevado el asunto a las comisiones de Deportes y de Urbanismo de la junta de distrito del Actur, porque entendemos que no se puede perder el único campo de tiro de barra aragonesa de la capital”, cuenta Carlos Cubero, presidente del Club Barraires Zaragoza de deportes tradicionales. Aunque reconocen que son una minoría quienes practican esta disciplina, Cubero cuenta que todos los sábados entres las 11.00 y las 13.00, se reúnen varias decenas de personas interesada por el tiro de barra e, incluso, “en ocasiones nos acompañan campeones veteranos de competiciones de los años 80 y 90 o deportistas que vienen desde otros puntos de la Comunidad”, explica. 

El campo del Actur, junto a la CREA, es el único idóneo para la práctica en Zaragoza.
El campo del Actur, junto a la CREA, es el único idóneo para la práctica en Zaragoza.
Heraldo/Barraires

“En Zaragoza no hay otro campo en el que tirar la barra y muchos lugares donde se practica son apenas solares o parques, sin una estructura urbanística básica ni unas marcas precisas para la práctica de este deporte”, añade el responsable de Barraires, consciente de que en otras localidades con tradición de barra -véase Magallón, Paniza, CasetasMaría de Huerva o Aguarón- suele practicarse la barra en parcelas, sin marcas de tiro, donde las mediciones se pueden poner en entredicho.

"Hay que luchar por mantener un patrimonio cultural inmaterial de interés etnográfico"

“En Teruel tuvimos una pista hasta hace unos años, en la zona del pabellón de las Viñas, con una plataforma de tiro y una zapata de hormigón. Aquella también se perdió como desaparecieron igualmente clubes e, incluso, un nutrido equipo infantil”, comenta Jorge Moradell, miembro del club El Barrón, uno de los que más ha hecho por la divulgación de esta tradición. “Los deportes tradicionales deberían ser Bien de Interés Cultural Inmaterial porque es la historia de cómo se entretenían nuestros ancestros”, sostiene Moradell, que lamenta también que los jóvenes aragoneses conozcan, por ejemplo, la figura de Iñaki Perurena pero no sepan quiénes fueron los campeones de barra aragonesa. 

“Es cierto que en origen el tiro de la barra se llevaba a cabo en las eras y los parques, donde solo había que encontrar espacios de tierra prensada, firme, lisa y nivelada, pero -evidentemente- si se puede hacer en un campo mucho mejor”, cuenta este integrante del Barrón, donde fueron pioneros al proponer una categoría femenina para el tiro de barra después de años y años de considerarse un deporte de “mozos recios”.

El primer equipo femenino creado en Teruel por El Barrón en el año 2004.
El primer equipo femenino creado en Teruel por El Barrón en el año 2004.
J. M.

El problema de la compleja supervivencia de la barra aragonesa viene azuzado también por la disolución de la Federación Aragonesa de Deportes Tradicionales, tras haber pasado unos cuantos meses huérfana a falta de presidente. En los últimos meses sí ha surgido una nueva junta gestora para intentar recuperar aquel legado y volver a tantear a los clubes interesados en hacer piña en torno a la barra, los hoyetes o el salto de paca de altura que ya en su día ejercitó incluso Santiago Ramón y Cajal.

Para que la llama se mantenga viva, en distintos puntos de Aragón hay centros de interpretación o museos con un patrimonio de gran interés etnográfico. Quizá el más conocido sea el de La Almunia de Doña Godina, si bien también el espacio expositivo del excampeón Fernando Maestro, en Campo (Huesca), se puede percibir el interés que despertaba en lo deportivo y cultural esta tradición hace no tanto años. De hecho, para su reivindicación se han ido recuperando fotos antiguas en el Facebook, en las que pueden apreciarse una plaza de toros de Zaragoza repleta en los años 80 para asistir a los lanzamiento (hasta 8.000 espectadores se cifra) o de un quiosco de la Música del parque con idéntica capacidad de convocatoria.

Algunos usuarios y curiosos del parque Gracia Mallén.
Algunos usuarios y curiosos del parque Gracia Mallén.
Herado/Barraires

Quizá fuera aquella la época gloriosa de la barra aragonesa, a finales de los años 80 (la época de Félix Serrano, Pascual Banzo, el citado Fernando Maestro…), si bien en los tres primeros lustros de este siglo también proliferaron los clubes y parecía crecer el interés por “los entretenimientos populares de raigambre histórica, sin la cual quizá ya no sabríamos qué quieren decir vocablos como caliche, hoyetes o birlos, que nombran algunos juegos antiguos”, cuenta Moradell.

Los vecinos del Actur respaldan la causa y consideran que “hay que dar visibilidad a la actividad promoviendo los deportes tradicionales entre los distintos colectivos”. También consideran que el parque Jesús Gracia Mallén debería tener un mayor mantenimiento y cuidados, dado que en muchas ocasiones “apenas se utiliza como un pipicán”. Es cierto que, al ser un recinto en desnivel y vallado, resulta ideal para soltar a las mascotas y algunos dueños desaprensivos no recogen luego sus excrementos. “Para nosotros el problema es también que muchos animales hacen hoyos y casi madrigueras sin que sus propietarios les reprendan”, relata Cubero, que también lamenta otro tipo de actos incívicos como los botellones, cuyos restos en más de una ocasión -y se trasladará queja a Zaragoza Deporte- se han quedado en la cancha. 

Todo esto resta para salvaguardar una modalidad deportiva, que quienes la practican reconocen que “está escondida, es minoritario pero, sobre todo, desconocida", por lo que creen que debería divulgarse para que el aragonés de a pie sepa, al menos, cuánto pesa una barra (en torno a los 7,2 kilos) y a cuánta distancia son capaces de tirarla los campeones (unos 17 metros).

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