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Casi 90 años de brindis y bailes a la sombra del Parque Grande de Zaragoza

La familia que ha regentado el Parque Bar desde los inicios, en 1933, agradece a los zaragozanos la confianza demostrada todo este tiempo.

Parque Bar, del Parque Grande, en una imagen antigua.
Emiliano Esteban, fundador del Parque Bar de Zaragoza, al otro lado de la barra.
Familia Esteban

"Una caña, unas olivas y unas patatas fritas, por favor". Así es la comanda que se ha repetido durante décadas en las mesas del Parque Bar. Por la entrada del Puente de los Cantautores, junto al tren chuchú y con el Neptuno de la Fuente de la Princesa como vecino se descubre el Parque Bar. "Desde 1933", reza la ilustración que lo anuncia en el Parque Grande José Antonio Labordeta.

"Este fue el primer bar del parque. Si es que cuando vino mi padre no había nadie", relata Maica Esteban, una de las hijas de Emiliano, su fundador. Este joven de Blancas se mudó a Zaragoza para formarse en Medicina. "Solo estudió un año porque conoció a mi madre y se torció... ¡o se enderezó!", ríe Maica. Su madre, María Pilar Velázquez, era zaragozana y estuvo detrás del bar desde su juventud.

Maica y sus hermanos se han criado en este rincón del que llaman el pulmón verde de la ciudad. "Para mí es mi casa -apura a decir antes de que la emoción le haga guardar silencio-...Toda la vida". Ahora los seis quioscos que hay en el Parque Grande salen a concurso, pero la familia Esteban no se presentará. Además, este es uno de los tres que se demolerá para construirlo de nueva planta. Los recuerdos de la familia, de sus amistades y clientes seguirán intactos.

"El parque lleno de niños, el burrito... había mucho ambiente"

Con nitidez recuerda Maica la infancia en el parque. Levanta la mirada y explica que todo estaba cercado con setos, donde se escondían las parejas para festejar y no se les viese. "El parque lleno de niños, el burrito... había mucho ambiente", sostiene. En su memoria afloran recuerdos de personas que formaban la "gran familia" del parque, como el jardinero mayor que vivían con sus hijos al lado del Jardín Botánico, también el resto de los jardineros o los guardias.

Se emociona al reencontrarse con un recorte de HERALDO de la primavera de 1953. La crónica de Marcial Buj cuenta que entonces Maica tenía siete años y medio. Una niña que posó para el fotógrafo sobre un carro tirado por el "burrito" o balanceándose en un columpio.

Reportaje de HERALDO sobre el Parque Grande de Zaragoza.
Reportaje de HERALDO sobre el Parque Grande de Zaragoza.
Archivo Heraldo de Aragón

Hacemos un alto en el Parque Bar y saludamos a su propietario, Emiliano Esteban, padre de los tres niños de los columpios, cuñado de nuestro compañero Antonio –Antonio Velázquez trabajó en huecograbado en este diario- y nos interesamos por algo que allí echamos de menos:

- ¿No había aquí una fuente?

- Exactamente. Una hermosa fuente con una figura de niño montado en un caracol, surtidores y un jardín con flores.

- Había patos, ranas y unos peces de colores, ¿no?

- Sí, señores. La construí yo, de mi bolsillo particular y aquí estuvo durante tres años, que era la admiración y el entretenimiento de muchos. A los chicos les gustaba mucho echar miguitas a los peces.

La cerveza –de La Zaragozana- era uno de los clásicos de este bar, servida en unas jarras que pesaban mucho. "Sobre la mesa también unas olivas y patatas fritas que nosotros freíamos. Era todo artesano", cuenta Maica, de hecho, ella misma elaboraba los helados. Leche merengada, café y, antes de que llegara la Coca Cola, también gaseosas que, por cierto, también fabricaban en el interior del quiosco.

"Esto se abría a las 12.00 y a veces eran las 2.00 cuando se iban", recuerda Maica. Lo pequeños salían del colegio y comían en el Parque Bar. Allí hacían los deberes y echaban una mano si era necesario. "Anda que no me he aprendido las lecciones en el entorno de la Fuente de la Princesa", asegura Maica con una sonrisa. Ella estudió Enfermería y otros de sus hermanos se decantaron por la Veterinaria y la Medicina. De su madre resalta el empeño y esfuerzo para sacar adelante a sus cinco hijos, habiéndose quedado viuda muy joven, y darles la posibilidad de estudiar en la universidad. También destaca el espíritu emprendedor de su padre, quien estuvo detrás de una fábrica de lejía o de otros bares de la ciudad.

Esta zaragozana muestra fotografías y en la mayoría se puede ver a Emiliano al otro lado de la barra o rodeado de hasta una veintena de empleados vestidos de blanco con pajarita. "Estos son dos tíos míos, el de dentro es mi padre y este un camarero que estuvo mucho tiempo", indica Maica con imagen en blanco y negro sobre la mano. Parque Bar Cervecería se lee sobre los retratados.

Orquesta sobre el escenario del Parque Bar, en Zaragoza.
Orquesta sobre el escenario del Parque Bar, en Zaragoza.
Familia Esteban

Todo al ritmo de la orquesta. Un dosel de tela con flecos era el marco del escenario donde unos cuántos músicos tocaban un piano, instrumentos de viento, cuerda o grandes timbales. "Mira en esta cuánta gente estaba bailando con la música", dice mientras señala a decenas de chicos y chicas moviendo el esqueleto. Otros posan sentados en sillones de mimbre o sillas plegables de madera. Para ellos, para los clientes de siempre y los esporádicos, Maica quiere mandar un mensaje: "Queremos agradecer a toda Zaragoza la confianza, la complicidad y la amabilidad de que se hayan sentado alguna vez en la terraza del Parque Bar".

"Queremos agradecer a toda Zaragoza la confianza, la complicidad y la amabilidad"
Decenas de zaragozanos bailando en el Parque Bar.
Decenas de zaragozanos bailando en el Parque Bar.
Familia Esteban

No solo zaragozanos de a pie, sino que también algunos famosos han visitado este quiosco. "En el parque han grabado películas y alguna vez venían los famosos, como Ángel de Andrés o Manolo Morán". Una costumbre en las Fiestas del Pilar para algunas familias de las afueras de Zaragoza y de pueblos cercanos era peregrinar hasta el Parque Grande. "Estaba la Feria de Muestras aquí al lado, venían con el atadico y aquí consumían la cerveza, el vino o lo que fuera", rememora esta hija de Emiliano. Junto a estos episodios dulces, otros más amargos. "Cuando la Guerra Civil se bajaban al Huerva y se protegían debajo del puente (del Trece de Septiembre) para que los bombardeos no les atacaran", reproduce Maica que le contaban sus progenitores.

"Menuda etapa se cierra"
La familia Esteban y amigos se despiden del Parque Bar, el quiosco que han regentado durante 89 años.
La familia Esteban y amigos se despiden del Parque Bar, el quiosco que han regentado durante 89 años.
Francisco Jiménez

El relevo de Emiliano y María Pilar lo cogió Chema, el hijo pequeño del matrimonio fundador, quien falleció hace unos dos años. Estos días son de despedidas en el Parque Bar, ahora regentado por Natalia, la viuda de Chema. "Menuda etapa se cierra", le dice una amiga de juventud a Maica mientras se funden en un abrazo. Regresan a esos años de calcetines altos y coletas: "Toda una vida. De siempre. Toda mi infancia la he pasado en el Parque Bar. Después ya venía de casada con mis hijos, así que todas las etapas las hemos quemado aquí, como la vida misma. El Parque Bar ha venido con nosotras". Antes de la despedida final, familia y amigos se reunieron este sábado, 12 de febrero, para recordar estos 89 años bajo la sombra de los pinos del Parque Grande.

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