coronavirus
La ola de covid que esquivó las restricciones
La gran contagiosidad de ómicron y la laxitud de las medidas preventivas que ahora terminan han hecho que la séptima onda epidémica haya llevado una trayectoria casi inalterable.
Estos días se están levantando casi todas las restricciones que se impusieron para tratar de aplacar la séptima ola de coronavirus en Aragón. El pasaporte covid y las limitaciones de aforos y horarios son historia desde el pasado viernes -salvo contadas excepciones-, y las mascarillas en exteriores dejarán de ser obligatorias desde este jueves. Más de un mes después de su entrada en vigor -dos en el caso del pasaporte-, estas medidas se levantan con serias dudas sobre cuál ha sido su eficacia.
La curva de contagios ha dibujado una trayectoria nunca antes conocida, con un pico que ha alcanzado una incidencia cinco veces superior a las incidencias más altas registradas hasta ahora. Ni el pasaporte covid, ni las limitaciones a la hostelería y a los eventos ni las mascarillas en el exterior han logrado aparentemente mitigar el impacto de la ola. Los expertos opinan que la mayor contagiosidad de ómicron y la laxitud de las medidas han hecho que estas restricciones hayan tenido un efecto apenas perceptible.
“Con medidas más duras se hubiera conseguido más, pero hay que hacer un balance de intereses y tener en cuenta que estamos muy vacunados, por lo que el impacto real en la salud de las personas ha sido más débil”, explica Alberto Jiménez Schuhmacher, investigador Araid del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón. A su juicio, la obligatoriedad de las mascarillas en el exterior “es absurda”, ya que “no tiene ningún razonamiento”. “Igual ha servido para que la gente se la ponga más en el interior, pero mi vecino, por ejemplo, se la pone cuando sale del ascensor para que no le pongan multa”, ejemplifica.
Esta medida se impuso a nivel nacional en vísperas de Navidad, casi a la par que Aragón estableciera las restricciones de aforo y horarios en hostelería y grandes eventos. En esos momentos, la incidencia acumulada (IA) en Aragón estaba en torno a los 1.000 casos semanales por cada 100.000 habitantes, una cifra similar a la que hay ahora, aunque con tendencias totalmente contrarias.
Un mes antes, a finales de noviembre, entró en vigor el pasaporte covid, que fue señalado como la vía de trabajo más adecuada en este punto de la pandemia. En aquellos días, la IA era de unos 200. Ninguna de estas restricciones logró mitigar la trayectoria de ómicron, que acabó alcanzando la cota récord de 3.295 de IA semanal. “Todas las medidas se han visto sobrepasadas por el poder de transmisión de esta variante, aunque también hay que tener en cuenta que eran medidas moderadas”, señala Juan José Badiola, director del Centro de Encefalopatías y Enfermedades Transmisibles Emergentes de la Universidad de Zaragoza.
A su juicio, estas restricciones “han tenido poca influencia” en la evolución de la pandemia. “Las medidas se ponen para evitar el colapso del sistema sanitario y, como este no ha llegado a correr peligro, su aplicación ha sido moderada”, señala Badiola. El epidemiólogo veterinario Nacho de Blas, por su parte, coincide en que las medidas “han sido bastante ‘light’”, y que su eficacia “es difícil de comparar con otras olas porque las variantes son distintas y porque el sistema de recuento ha cambiado”, en referencia a los cambios que ha habido en los rastreos y los autotest.
Otro de los factores que ha podido influir es que las medidas "se han visto con más escepticismo por parte de la población", según apunta el presidente del Colegio Oficial de Médicos de Zaragoza, Javier García Tirado. "Los cambios en los planteamientos no ayudan, y al final la gente también se ha relajado", señala. Además, esta nueva variante es "muy contagiosa", que ha tenido un comportamiento "desconcentarte", con una afectación "diferente" dentro de las familias. Aunque afortunadamente el porcentaje de pacientes graves es menor por la vacunación, "en términos absolutos sí hay gente que acaba grave", por lo que la ola "ha supuesto una alta ocupación de los hospitales y una saturación de la atención primaria", lo que hace que haya que "replantearse" la adopción de medidas para los siguientes golpes que pueda dar la pandemia.
Por su parte, Teresa Tolosana, presidenta del Colegio Oficial de Enfermería de Zaragoza, observa que hasta ahora “cuando venía una onda, empezaban las restricciones y bajaba”. Sin embargo, esta vez “no se ha comportado de la misma manera” y ha tenido “un desarrollo explosivo” y “mucha más capacidad de transmisión”. Achaca esto a la variante ómicron, pero también “a la época navideña” en la que se ha desarrollado, con contagios “en el ámbito familiar”. “El 25% de los contagios eran en niños, y a estos apenas les afectan las restricciones en restaurantes y ocio nocturno”, ejemplifica.
La duda es qué pasará ahora. A pesar de no tener apenas restricciones, se da por hecho que la ola va a remitir sin accidentes -"ómicron será historia a final de mes", sentencia Badiola-, pero a partir de ahí es complicado hacer un pronóstico. La pandemia debería ir hacia un escenario más favorable, de cara al buen tiempo, pero teniendo en cuenta que "aunque busquemos una gripalización de la pandemia, las patologías no son las mismas que con la gripe", como advierte De Blas.
Algunos expertos insisten en que a partir de ahora los esfuerzos deben centrarse no tanto en medidas generales que afecten a toda la población, sino en "insistir en que se vacunen los que no lo han hecho" y en proteger "a los más vulnerables", como afirma Jiménez Schuhmacher. En esa línea, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica también ha insistido en la necesidad de "focalizar las medidas de prevención, diagnóstico y tratamiento en los grupos de personas vulnerables", por enciman de las cuarentenas y restricciones de carácter general.
