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Repunte de las agresiones sexuales denunciadas: "El ser víctima te deja unas cicatrices psicológicas muy profundas"

El teléfono de atención a mujeres víctimas de violencia de género del IAM ha recibido de enero a septiembre 106 llamadas frente a las 88 registradas en el mismo periodo de 2020. Visibilizar el problema es clave para su recuperación.

Violeta (nombre ficticio) fue víctima de agresiones sexuales por parte de su expareja.
Violeta (nombre ficticio) fue víctima de agresiones sexuales por parte de su expareja.
José Miguel Marco

Cuando Violeta (nombre ficticio), una zaragozana de 44 años, echa la vista atrás no comprende cómo pudo aguantar hace una década el maltrato físico y las agresiones sexuales, de forma reiterada, de las que era víctima por parte del que fuera su pareja durante seis años. "El trabajo de anulación psicológica que hacen los maltratadores es para tenerte bajo su yugo. Te hacen creer que no vales nada. En mi caso,  la persona de la que había estado enamorada y con la que tuve un hijo me estaba forzando a hacer cosas que no quería", cuenta.

En su historia hay una trágica noche que marca el camino para liberarse de su agresor. Ese día no cerró puertas ni ventanas (como hacía habitualmente) y salió a la escalera del inmueble donde vivía para pedir auxilio a los vecinos ante el cariz peligroso de la situación. "Otra vez pretendía relaciones no consentidas y me negué, me empezó a agredir y vi que esa era la noche en la que me iba a matar. Lo vi clarísimo", afirma. A su entonces pareja se lo llevaron detenido por violencia de género. "Tenía marcas de sus dedos en la parte interna de los muslos. Se las enseñé al forense y me dijo que si constaba aquello lo iban a acusar de agresión sexual. Le dije que eso era lo que había ocurrido, pero no lo quiso poner", sostiene.

El tiempo ha transcurrido y Violeta ha podido rehacer su vida formando otra familia, pero la andadura no ha sido fácil. "El ser víctima de agresión sexual te deja unas cicatrices psicológicas muy profundas y muy grandes. Cualquier cosa o gesto te sobresalta y te retrotrae. Yo he tenido mucha suerte con mi marido, ha tenido mucha paciencia y tacto; y también ayuda psicológica", explica.

Otras víctimas en España no pueden decir lo mismo. Por ejemplo, una joven violada por turnos por cuatro chicos en 2019 en Mansera (Barcelona) señalaba hace escasas semanas que desde entonces su vida ha sido un infierno: se ha engordado 40 kilos en año y medio por la ansiedad de estar encerrada en su habitación y "no poder salir" sola por la calle ni retomar sus estudios. O la menor de 16 años violada al salir de una discoteca la madrugada del pasado 1 de noviembre en Igualada (también en Cataluña) ha perdido casi el 90% de la audición de un oído a causa del golpe que le dieron los presuntos agresores en la cabeza. Todavía pemanece ingresada y se desconoce el alcance del resto de lesiones ni los daños psicológicos que pueda arrastrar.

Según el último balance de criminalidad hecho público a inicios de mes por el Ministerio del Interior, desde el pasado enero se ha constatado un aumento significativo de las agresiones sexuales denunciadas (45) en Aragón -pasando del 30,6% al 45,2%-. Un incremento de los delitos contra la libertad sexual que debe ponerse en relación con "las activas políticas que han provocado una mayor disposición de las víctimas a denunciar estos delitos".

La directora del Instituto Aragonés de la Mujer (IAM), María Goikoetxea, destaca que cada vez se denuncian más este tipo de agresiones. Así el teléfono de atención a las mujeres víctimas de violencia de género (900 504 405, gratuito y activo las 24 horas) ha recibido de enero a septiembre de este año un total de 106 llamadas (la mayoría en Zaragoza) frente a las 88 registradas en el mismo periodo de 2020. "Son porque han tenido algún episodio de agresión sexual, porque quieren recibir información de cómo actuar a partir de ese momento o incluso de gente del entorno de esa mujer para saber cómo pueden intervenir. Y el que haya más denuncias no significa directamente que haya más violencia", detalla.

'Puntos violetas' por la Comunidad

A estos datos de llamadas al teléfono habilitado por el Gobierno autonómico, hay que añadir los recogidos en los diferentes 'puntos violetas' (de asesoramiento a víctimas de abusos o agresiones sexuales) instalados por la Comunidad. En el de Parque Goya se atendieron a 22 mujeres, de las cuales 17 interpusieron una denuncia, entre junio y agosto pasados. "Es una cifra que evidencia que cuando se acercan los recursos a la ciudadanía y se sienten escuchadas y protegidas, deciden dar el paso de iniciar este proceso", explica Goikoetxea, que alude al movimiento #MeToo y al caso de La Manada como ejemplos de un antes y un después a la hora de abordar las violencias sexuales. "Hasta hace muy poco no se hablaba de esto y muchísimo menos de la violencia sexual dentro del matrimonio", añade.

Visibilizar el problema es clave, tal y como recuerda Susana Onega, catedrática emérita de la Universidad de Zaragoza que ha investigado en narrativas de traumas. "Siempre le va a quedar en la memoria que ha sido víctima de una violación, pero si lo puede ver con perspectiva puede ser capaz de ir superándolo. Necesita mucho apoyo psicológico toda la vida, mucha comprensión y cariño. Las mujeres maltratadas siguen estigmatizadas", opina.

"La mayor parte de las que denuncian por violencia machista son víctimas de agresión sexual"

Por su parte, Natalia Morlas, presidenta de Somos Más (asociación de mujeres víctimas de violencia de género en Zaragoza), anima a denunciar aunque también habla de que a partir de ahí empieza otro "calvario". "Se les critica hasta la forma de vestir. E incluso a la víctima de La Manada se la siguió después de la violación grupal y se llegó a decir que no sería para tanto cuando salía después con sus amigos", critica. Asimismo, se refiere a las agresiones dentro del ámbito de la pareja. "La mayor parte de las que denuncian por violencia machista o contra la mujer son víctimas de agresión sexual; yo diría que en un 90%", destaca, al tiempo que aboga por sentencias "ejemplarizantes" y el cumplimiento íntegro de las penas impuestas a los agresores.

Por otro lado, incide en que la violencia -tanto física, como sexual o "tecnológica"- se da en gente cada vez más joven, que se instruyen en sexo "a través de la pornografía". "Están aprendiendo que todo lo que se haga a una mujer está bien, sea la salvajada que sea y además ella lo va a recibir sumisa. Hay que educar en igualdad y dar clases de sexualidad", reclama Morlas.

En este punto, la directora del IAM sostiene que la carencia de fondo es "una buena educación sexual" desde edades tempranas que ayudaría a los jóvenes a una forma de relacionarse que no reprodujera "los esteriotipos más violentos" y también coincide en que muchos jóvenes tienen el primer contacto con el sexo a través de la pornografía. "Eso provoca una especie de distopía entre lo que es la realidad con lo que ellos ven por vez primera", afirma.

"Muchos jóvenes tienen el primer contacto con el sexo a través de la pornografía. Eso provoca una especie de distopía entre la realidad con lo que ellos ven por primera vez"

Las víctimas de violencia sexual que acuden al Instituto Aragonés de la Mujer tienen acceso a una atención integral -de asesoría psicológica, social y jurídica- y se les hace un acompañamiento trazando itinerarios personalizados para lograr una reparación del daño que se les ha causado. "No a todas se les recomienda dar los mismos pasos, aunque obviamente existe una base común de intentar interponer la denuncia. Tienen una situación personal diferente: hay quienes lo han podido contar en su entorno, quienes necesitan un recurso habitacional para salir del espacio donde se están produciendo las agresiones...", detalla María Goikoetxea.

También en Somos Más ofrecen asesoramiento psicológico, social y jurídico. "El problema es que a nosotros no nos llegan las partidas presupuestarias que anuncia el Gobierno. Nuestras posibilidades económicas son escasas, pero contamos con la buena voluntad de los profesionales e intentamos llegar a todo el mundo", advierte Natalia Morlas.

Todo un trabajo el que hacen encaminado a un mensaje positivo: que una mujer víctima de agresión sexual se puede reponer. Para ello, es necesario que se sientan acompañadas. "Que vean que toda la sociedad está de su lado y que las instituciones estamos ahí para ayudarles en ese proceso. Hay que tender todos los puentes que sean necesarios y visibilizar que la culpa siempre es de los agresores", concluye la directora del IAM.

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