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Los ‘rezagados’ de la vacunación: "Vengo porque me ha presionado mi madre"

En la próximas horas se pondrá la vacuna dos millones en Aragón. Con el 90% de la población diana inmunizada, estos días las inyecciones se ponen a cuentagotas.

Abel Ciudad, de 18 años, tras recibir la vacuna en el centro de salud Amparo Poch de Zaragoza.
Abel Ciudad, de 18 años, tras recibir la vacuna en el centro de salud Amparo Poch de Zaragoza.
Francisco Jiménez

Este martes Aragón puso la vacuna dos millones. Desde que la zaragozana Emilia Nájera, de 80 años, recibiera la primera dosis el 27 de diciembre de 2020 en la residencia Romareda de la capital aragonesa, ya se ha administrado al menos una dosis al 90,45% de la población aragonesa de más de 12 años. El número de ‘objetivos’ se ha reducido tanto que estos días los centros de salud apenas ponen inyecciones, así que las citas se hacen en momentos puntuales no ya del día, sino de la semana.

¿Quiénes entran estos días en la salas de vacunación? Para empezar, pasa poca gente. La última semana completa en Aragón se pusieron unas 15.000 vacunas, cuando en los máximos de junio se rozaron las 100.000. Según apuntan las enfermeras que administran estas dosis, ahora se citan para vacunarse personas jóvenes que hasta ahora no habían pasado por dejadez, por haber padecido el coronavirus -lo que hace que haya que esperar un mes para vacunarse- o que, simplemente, no estaban del todo convencidos.

“A la franja de edad de entre 25 y 40 parece que nos cuesta llegar más, puede que sea porque creen que las vacunas son o para los niños o para los mayores”, afirma Teresa Tolosana, presidenta del Colegio de Enfermería de Zaragoza. Desde su experiencia en el centro del Arrabal, observa que siguen llegando ‘rezagados’ que en su día renegaron de la vacuna. No obstante, este cambio de pensamiento se produjo, mayoritariamente, “a las pocas semanas de empezar a vacunar”, cuando se empezó a ver “que esto funcionaba y que no había ninguna reacción extraña”.

Lucía Largo, enfermera del centro de salud Amparo Poch (Actur Oeste), dice que estos días pasan por allí “jóvenes que habían pasado el coronavirus, otros que habían querido esperar un poco, unos más que no querían vacunarse pero que ahora quieren el pasaporte covid...”. A su juicio, los chavales poco a poco van recibiendo “mensajes positivos” sobre la vacuna, y a algunos se les van terminando esos recelos.

Para este martes tenían 24 citas para vacunar, cuando han llegado a rozar las 1.000 diarias en otros momentos. Quienes se acercan a recibir la dosis son mayoritariamente jóvenes, con casuísticas de todo tipo, aunque la mayoría prefieren no explicarlas. “A la vez que estoy estudiando quiero hacer un curso de zoología, y mi madre me ha dicho que o me vacuno o no me lo paga”, señala Abel Ciudad, de 18 años.

“Sí, me ha tenido que presionar para venir porque yo no quería. Me dan miedo las agujas y los médicos”, reconoce. “De hecho, creo que estoy a punto de desmayarme”, añade con una sonrisa bajo la mascarilla. En su caso, no se había querido plantear el beneficio que puede suponer superar ese miedo y ponerse la vacuna: “No estoy muy enterado de los beneficios que tiene la vacuna, pero he tenido que venir y ya está hecho”, sentencia.

Desde el centro de salud de Delicias Sur, su coordinadora, Noelia Aguirre, añade otro perfil: el de los extranjeros "que acaban de llegar o que bien no se han vacunado por múltiples razones culturales, religiosas, por despistes, problemas con el lenguaje...". Allí también han observado -aunque cada vez menos-, a "gente joven que dejó pasar las vacaciones", así como algún joven 'arrepentido' que pasa a vacunarse "porque le van a pedir el pasaporte para viajar o en los estudios".

La enfermera Lucía Largo administra la vacuna a Lucía Espada, de 24 años.
La enfermera Lucía Largo administra la vacuna a Lucía Espada, de 23 años.
Francisco Jiménez

El caso de Lucía Espada (23 años) es distinto. Ella no había podido vacunarse por haber estado con un tratamiento de quimioterapia. Ahora está contenta de poder inmunizarse, algo que le va a permitir acceder al pasaporte covid que necesita para viajar a Rumanía el mes que viene. “Es una garantía, porque no quiero tener que depender de las PCR”, afirma.

De las 2 millones de vacunas que se han puesto en Aragón, algo más de la mitad son primeras dosis, mientras que 916.000 son segundas y unas 9.000, terceras. Por franjas de edad, la vacunación cubre al cien por cien (o casi) de los mayores de 60 años; entre los 45 y los 60 el porcentaje oscila entre el 90% y el 95%; y a partir de ahí, la cobertura empieza a reducirse: entre los 25 y los 50 años, el proceso se ha estancado en torno al 75% de personas vacunadas, es decir, solo uno de cada cuatro. Los menores de 18 años han sido más ‘cumplidores’, con un 85% de inmunizados con una dosis.

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