Heraldo del Campo

entrevista

Miguel Arenas, presidente de la D. O. Calatayud: "Zaragoza es un mercado en el que queremos hacernos oír"

El presidente de la D. O. Calatayud, recientemente reelegido por el pleno del consejo regulador, apuesta por el estudio de los suelos para dar diferenciación al vino.

Miguel Arenas ha sido reelegido presidente de la Denominación de Origen Calatayud.
Miguel Arenas ha sido reelegido presidente de la Denominación de Origen Calatayud.
D. O. Calatayud

Vuelve a liderar la D. O. Calatayud con un respaldo mayoritario

Sí, desde luego, lograr el respaldo mayoritario es, sin duda, el mejor refrendo a la gestión realizada y una apuesta del consejo rector por la línea de trabajo de estos últimos cuatro años.

¿El nuevo escenario que dibuja la pandemia obliga a hacer cambios en las prioridades?

No, la línea de trabajo seguirá siendo la misma, y eso significa proteger muchísimo la exportación, porque no hay que olvidar que el 80% se vende en el exterior, y seguir trabajando en promoción tanto en el territorio más próximo, como Zaragoza, como en el resto del mercado nacional.

Su proyecto da mucha importancia al estudio de los suelos y la zonificación. ¿Es una nueva marca en los vinos?

Una nueva forma de elaborar los vinos es hacerlo con una distinción relacionada con los suelos y desde el consejo regulador queremos facilitar esa herramienta a las bodegas para que puedan elaborar unos vinos diferenciadores, siempre dentro de la D. O., teniendo como referencia los distintos parajes o fincas peculiares. Esto es un factor que cada vez tiene más peso en la demanda de los consumidores, que buscan vinos distintos, de distintas elaboraciones y de suelos diferenciados.

Plantea la introducción de nuevas variedades. ¿Cuáles?

Desde el Gobierno de Aragón llevan desde hace años haciendo ensayos con distintas variedades que se ha demostrado que se pueden aclimatar perfectamente a las características de nuestra denominación y que pueden dar mucho juego a aquellas bodegas que quieran evolucionar o a aquellos agricultores que quieren arriesgar, estudiar o probar uvas diferentes a lo que hay. Siempre de la mano de los investigadores, para que ellos nos asesoren y nos indiquen, pero sí estamos pensando en la posibilidad de modificar el pliego de condiciones de la D. O. para introducir esas nuevas variedades. No sabemos todavía cuáles serían las mejores por las características climatológicas, por nuestra altura, por nuestro tipo de suelo…, pero hasta que no lo tengamos claro no vamos a dar el paso.

El proyecto de futuro pone el foco en la promoción en mercados cercanos. ¿Se había descuidado un poco a los clientes locales?

No, no. Desde el primer momento siempre hemos estado trabajando en nuestro territorio y sobre todo en Zaragoza por su gran población. Los vinos de Calatayud eran poco conocidos hace cuatro años, pero ahora están mucho más implantados y es más fácil encontrarlos en restaurantes y bares. Sabemos que queda trabajo por hacer y vamos a seguir en esa línea centrada en la capital aragonesa porque es un mercado en el que queremos que se nos oiga.

¿Que objetivos tienen en exportación?

En el exterior estamos bien posicionados. Los mercados asiáticos siguen siendo muy importantes para nuestras ventas y el mercado norteamericano, en el que hemos vivido cierta incertidumbre por los aranceles de Trump, sigue siendo un buen cliente, como lo son también los países europeos. Teníamos previsto hacer, de la mano de Arex, una acción en Rusia que se quedó parada por la pandemia, pero en cuanto podamos la retomaremos porque los países del este son mercados con gran potencial económico y queremos intentar estar presentes porque sabemos que les gustan nuevas garnachas. También estamos intensificando las relaciones con Taiwan, donde ya hay bodegas que exportan y otras que sabemos que están muy interesadas en este mercado.

¿En qué punto se encuentra la ampliación de la D. O.?

Está bastante avanzado, pero no concluido. Esperamos tener lo antes posible una contestación por parte de la Administración, pero falta ese trámite administrativo y eso ya no está en nuestras manos.

Desde el sector se teme que este 2021 sea difícil. ¿Cómo lo encaran las bodegas de Calatayud?

Tenemos la suerte que las bodegas aguantaron bien el tirón durante el confinamiento y durante toda la pandemia a pesar de las restricciones en la hostelería. La exportación nunca se llegó a parar, por lo que las bodegas han podido seguir vendiendo y no tenemos tanto ‘stocage’ como en otras denominaciones. Es cierto que al principio de la pandemia estábamos muy preocupados y llegamos a pensar que el descenso podría ser del 20%, una cifra que hubiéramos firmado todos el primer día de pandemia porque no sabíamos lo que iba a pasar. Pero las cifras definitivas han terminado por reducir ese porcentaje al 13% y las bodegas, que estaban muy saneadas y fuertes, han aguantado el tirón. Creemos que conforme se vaya normalizando la situación, que se normalizará, retomaremos cifras y el ritmo habitual.

¿Hay ya previsión de cosecha?

El viñedo está muy bien, muy sano y aunque al principio los efectos de Filomena provocaron un cuajado un poco irregular, con la llegada del calor se ha ido normalizando la situación. La previsión es que la cosecha va a ser buena en calidad y un poco más baja en cantidad que la del año pasado, pero muy aceptable. De todas maneras como somos los más tardanos en vendimiar y aún quedan más de 70 días para iniciar la recolección puede pasar cualquier cosa, que esperamos que no pero puede ser.

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