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Bar Eclipse, en Lécera: "Nos cuesta llegar a fin de mes pero estamos peleando, como todos los negocios"

Arturo Cavero y Ramiro Ibáñez, amigos y socios, llevan el negocio desde 2010. En tiempos de covid, se conforman con no tener pérdidas. "Ganar no se ha ganado".

Arturo Cavero y Ramiro Ibáñez, amigos y socios
Arturo Cavero y Ramiro Ibáñez, amigos y socios
Heraldo.es

“Nos cuesta llegar a fin de mes pero estamos peleando, como todos los negocios”. Con realismo y optimismo es como Arturo Cavero está afrontando la difícil etapa que está atravesando al frente del bar Eclipse, en la localidad zaragozana de Lécera. En esta lucha diaria le acompaña su socio, Ramiro Ibáñez. Ambos son del pueblo, amigos de toda la vida y, desde 2010, compañeros de negocios.

En Lécera ya solo quedan dos bares abiertos y el Eclipse es el único que está en el centro. El otro es el restaurante de la gasolinera, en la carretera. Por este motivo, a Arturo y Ramiro nunca se les ha pasado por la cabeza bajar la persiana. “No podemos cerrar porque tenemos que seguir dando servicio”, aseguran.

Lo que sí han tenido que hacer es adaptar sus horarios de apertura a la nueva situación. Antes, no abrían hasta la una del mediodía, para empezar a atender a los clientes que iban a tomar el café de después de comer. La hora de cierre, según el día, rondaba la una de la madrugada, ya que la clientela de este bar es diversa, y también es habitual tomar copas en él.

Pero con el adelanto del horario de cierre de la hostelería por la normativa de la pandemia, el bar abre temprano por la mañana, para servir los cafés de quienes van a hacer recados, a comprar, al banco… Después llegarán las cervezas y refrescos, más cafés y, según se tercie, algo más cargado.

Desde que tomaron las riendas del negocio, hace ya once años, Arturo y Ramiro están solos al frente del mismo. Ahora, se turnan para cubrir el mayor número de horas posibles. “Todas las que nos dejen trabajar”, matiza Arturo, quien asegura que “en casa no se hace nada”.

Con buen ritmo de trabajo y siempre con una sonrisa, van capeando el temporal como pueden gracias, en parte, a algunas ayudas económicas a las que han podido optar. Aun así, sufren cada día para llegar a fin de mes. “El local es de alquiler y siempre hay una serie de gastos que hay que seguir pagando tengas los ingresos que tengas”, explica Arturo. Junto a las facturas, todavía están haciendo frente a un préstamo que pidieron hace dos años para cambiar el sistema de aire acondicionado y la puerta de entrada al bar.

Por suerte, el verano pasado jugó a su favor. “Fue muy bien y eso es lo que nos ha salvado”, reconoce. Además, las piscinas municipales, que cuentan con bar, no abrieron en 2020, por lo que toda la clientela que habitualmente frecuentaba dicho establecimiento, fue a parar al Eclipse.

A partir de octubre la película cambió radicalmente, con más restricciones, servicio solo en terraza y reducciones de aforos. “Esto no es el Caribe como para estar en la calle tomando algo”, dice Arturo, que se queja de que la normativa no tiene en cuenta las circunstancias de cada establecimiento. “Estamos en un pueblo pequeño y entre semana podrá haber como mucho 10 ó 12 personas al mismo tiempo dentro del bar, que tiene cien metros cuadrados”, expone. Como el resto de colegas del sector, lamenta que el Gobierno les haya culpabilizado. “Somos los malos de turno, parece que la covid solo está en los bares, tomando cañas”, dice, bromeando.

Porque eso sí, optimismo no le falta. “Soy positivo porque siendo negativo no se va a ningún lado. La gente tiene ganas de disfrutar, de salir, de gastar y la rueda se va a empezar a mover más rápido conforme avance el ritmo de vacunaciones”, augura.

Tanto él como Ramiro tienen 46 años y esperan recibir su dosis cuanto antes. Como ellos, gran parte de su clientela estará vacunada en verano, lo que les hace ver la luz al final del túnel. “Tampoco queremos que se corra, hay que hacer las cosas bien y con cabeza para salir de esta”, añade Arturo.

Además de regentar el bar Eclipse, es también presidente de la Comisión de Fiestas. “El último evento que se pudo organizar fue el carnaval de 2019 y no me quiero imaginar lo mal que tienen que estar las empresas de espectáculos o las orquestas”, dice, relativizando sobre la situación que viven ellos en el bar. “Nosotros al menos vamos teniendo algo de ingresos y podemos seguir trabajando. Ganar no se ha ganado, pero hemos ido minimizando gastos”, resume.

En cualquier caso, y por muy medio lleno que traten de ver siempre el vaso, lo que de verdad quieren estos dos amigos leceranos es volver a la normalidad. “Es necesario que se recupere la actividad. Queremos volver a disfrutar con la gente, que haya fiestas y que el pueblo vuelva a tener vida”, clama Arturo.

Mientras este momento llega, sin prisa pero sin pausa, el bar Eclipse siempre tiene las puertas abiertas para ese rato de ocio que todo el mundo necesita en un momento u otro. El establecimiento cuenta con una amplia terraza y, aunque no tiene cocina, los sábados y domingos, se sirven tapas frías o hechas por encargo para la hora del vermut. Detrás de la barra estarán Arturo o Ramiro no solo para servir las consumiciones, sino también para la charrada de turno y las risas garantizadas. Eso corre por cuenta de la casa.

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