Heraldo del Campo

ganadería

Tiempo de esquileo (aun) en pandemia

No ha sido tan complicado como el pasado año, pero la llegada de los esquiladores a Aragón no ha estado exenta de dificultades porque la campaña, que ya ha llegado a su ecuador, sigue condicionada por las exigencias de la crisis sanitaria.

Esquiladores de Pastores Grupo Cooperativo en una explotación de la localidad oscense de Viu de Linás, en la comarca del Sobrarbe.
Esquiladores de Pastores Grupo Cooperativo en una explotación de la localidad oscense de Viu de Linás, en la comarca del Sobrarbe.
Pastores

Fueron tantas las dificultades con las que tuvo que lidiar el sector ovino el pasado año para conseguir que los esquiladores extranjeros pudieran llegar a España en pleno confinamiento y con las fronteras cerradas a cal y canto que incluso llegaron a oídos del rey Felipe VI. Con la aviación paralizada, tuvieron que ser las empresas las que se encargaron (y sufragaron con sus propios recursos) de fletar un avión para desplazar a unos 300 esquiladores uruguayos. Y tuvieron que ser las empresas las que se dirigieron a las más altas instancias para conseguir las autorizaciones y permisos oficiales para que los profesionales pudieran pisar suelo español, para respiro de los ganaderos, a mediados del mes de mayo.

Poco se parece esta campaña a la de aquel difícil 2020. Aún con la pandemia muy presente, la situación no ha sido la misma, pero no por eso ha estado exenta de trámites, pruebas de diagnóstico y estrictas medidas sanitarias que han obligado a emplearse a fondo a aquellas empresas que ofrecen a los ganaderos de la Comunidad este servicio.

No ha habido restricciones para viajar, lo que ha supuesto un alivio, teniendo en cuenta que la práctica totalidad de estos profesionales proceden de Europa del Este y de América Latina. Sin embargo, los preparativos para que pudieran hacerlo se han convertido en un auténtico quebradero de cabeza. Todos ellos tuvieron que desplazarse acreditando que se habían realizado 72 horas antes una prueba PCR con resultado negativo. Incluso los profesionales uruguayos tuvieron que cumplir una precuarentana antes de poder subir al avión.

Y cuando ya estaban máquina en mano -este año pudieron hacerlo a comienzos de abril-, llegó el sobresalto. Un brote de covid detectado entre esquiladores que se encontraban en Extremadura hizo que el Gobierno aragonés tomara medidas preventivas. Obligó a parar la faena y sometió a todos estos trabajadores a una prueba de diagnóstico que demostró que ninguno de los profesionales que se encontraban en Aragón estaban infectados.

Tras sortear todos estos inconvenientes, cerca de un centenar de esquiladores, procedentes de Uruguay, de Polonia, de Rumanía e incluso de Ucrania, llevan ya un mes despojando a cientos de miles de ovejas de tan incómodo pelaje a un ritmo vertiginoso y con una depurada técnica -sin atar a las ovejas y ayudándose de sus piernas- que evita el temido estrés que antaño producía este proceso en el rebaño.

Hay menos que otros años, reconocen desde Pastores Grupo Cooperativo y desde la empresa Henryk Golab, porque la cabaña de ovino es cada vez menor, pero su trabajo, como siempre, es esencial e ineludible para garantizar una mejor productividad y, sobre todo, una mayor sanidad de los animales.

Llegaron a primeros del mes de abril con la tarea de esquilar entre 550.000 y 600.000 ovejas repartidas por explotaciones de toda la Comunidad. Forman un grupo de entre 50 o 60 esquiladores (en función de la demanda), que se reparten en cuadrillas de entre cuatro y nueve profesionales. Son los esquiladores contratados por Pastores Grupo Cooperativo, que este año -a diferencia de lo que ocurrió en 2020- no ha encontrado problemas para que estos trabajadores viajaran a la esquila, aunque no ha sido fácil salvar las exigencias sanitarias previas. "Los preparativos han sido supercomplicados", asegura el responsable de esquileo en la cooperativa aragonesa, Carles Bernués, que recuerda la obligación de pruebas PCR y las precuarentenas que han tenido que salvar estos profesionales antes de entrar en el país, tanto los que llegaban en vuelos internacionales como los que se desplazaban por carretera atravesando Hungría, Francia o Alemania. Destaca, además, que, salvados estos "inconvenientes", ya en Aragón, las primeras jornadas de estos trabajadores se vieron además interrumpidas para volver a realizar pruebas preventivas obligadas por Salud Pública -todas con resultado negativo- tras la aparición de un brote de covid entre esquiladores uruguayos en Extremadura.

No han sido estas las únicas medidas sanitarias que están marcando, un año más, la campaña. Y aunque la situación sanitaria no se parece a la que condicionó la esquila durante 2020, la covid, la preocupación que despierta y la precaución que continúa imponiendo, sigue estando muy presente.

"Hemos aplicado los mismos protocolos que el pasado año", detalla Bernués. "Las cuadrillas siempre han tenido sus propios alojamientos y cada una ocupa una vivienda", señala el representante de esta cooperativa de ovino que integran 700 ganaderos aragoneses y de provincias limítrofes, con un volumen de 400.000 ovejas, criadas en 400 pueblos.

Pastores se ha ocupado también de informar a los productores de las explotaciones a las que acude cada cuadrilla de esquiladores de cómo tienen que ser la relaciones entre unos y otros. Unas relaciones que, ahora, como impone la pandemia, se realizan al menos a dos metros de distancia. "Si tienen que dejar gasolina para los grupos electrógenos la deben dejar en un punto, no se la pueden dar directamente. Tampoco pueden entrar en la corraleta en la que están trabajando los esquiladores, así que lo que hacen los ganaderos es llevar los animales hasta ese punto y una vez allí, son los esquiladores los que se encargan de sacar los animales", señala Bernués como ejemplo de las muchas tareas que ahora hay que realizar sin que haya un contacto directo entre el propietario de la granja y los profesionales del esquileo.

Uno de los esquiladores contratados por Pastores reitra con destreza el vellón de una oveja que sujeta entre sus piernas.
Uno de los esquiladores contratados por Pastores reitra con destreza el vellón de una oveja que sujeta entre sus piernas.
Pastores

Sobresaltos iniciales aparte y manteniendo a raya todas estas medidas de seguridad, "la campaña está yendo bastante bien", admite Bernués, que detalla que desde Grupo Pastores se tiene previsto esquilar unas 600.000 ovejas, de las que ya se ha completado la mitad del trabajo.

El empeño de las empresas por realizar esta labor no es baladí. Se puso de manifiesto el pasado año cuando el sector en general y los ganaderos en particular manifestaron la preocupación que despertaba la imposibilidad de disponer de estos trabajadores.

"Es imprescindible", vuelve a recordar Bernués, que insiste en que retirar la lana de las ovejas es mucho más que garantizar el bienestar del animal en época de calor. "Esquilar a los animales facilita su cubrición y, por lo tanto, su reproducción, pero sobre todo se realiza por motivos sanitarios, dado que se evitan enfermedades como la sarna, que además se puede transmitir al humano", detalla.

En menos de un minuto

No es tampoco un capricho que los esquiladores que trabajan en las explotaciones aragonesas sean, en la practica totalidad, extranjeros. Explica Bernués que hasta hace unos años entre las cuadrillas había españoles, pero en España la campaña es muy estacional y apenas dura tres meses, lo que explica el escaso arraigo de este trabajo entre los nacionales. Y eso que Grupo Pastores lleva años realizando un destacado esfuerzo para la formación de este tipo de trabajadores, pero "resulta muy complicado porque en cuanto encuentran un trabajo más estable lo dejan", destaca Bernués, que insiste en que este abandono no tiene que ver con la dureza del trabajo (que también), sino con la inestabilidad del mismo. "Estamos haciendo siempre una constante inversión para un resultado que no es muy bueno, porque no tenemos forma de emplearlos durante todo el año", explica.

Por eso, Grupo Pastores trabaja desde 1998 con esquiladores polacos y rumanos -algunos de ellos nacidos en Aragón, pero procedentes de familias que emigraron a la Comunidad-. Desde 2007 contrata también profesionales uruguayos, muy reconocidos y apreciados, no porque su técnica sea diferente o peculiar, sino por su gran experiencia, ya que en su país se esquila durante todo el año. De hecho, si pueden venir a España, detalla Bernués, es porque esta época coincide con el otoño en Uruguay y tienen menos faena.

Sean del país que sean, todos estos esquiladores son en su mayoría jóvenes, procedentes de zonas rurales y con tradición en el sector agrario, que tienen larga experiencia en este duro trabajo. Y eso se puede comprobar en la destreza con la que manejan la máquina de esquilar. Sorprende cómo desde el momento en que tumban a la oveja -se le atan las patas y se sujeta con las piernas- hasta que queda perfectamente rapada apenas pasa un minuto. Un ritmo frenético que mantienen durante toda la jornada laboral, en la que cada esquilador llega a retirar el vellón de hasta 250 ovejas. Lo hace no solo porque su trabajo se cuenta por cabezas, sino porque así evita el estrés que puede sufrir el animal durante el proceso.

"La cuadrillas nunca habían sido tan rápidas como lo son ahora", señala Bernués, que explica que Grupo Pastores ha traído menos esquiladores este año porque, además de esta destreza, la cabaña ganadera va en descenso y hay menos explotaciones. Reconoce, eso sí, que las que quedan son más grandes, con lo que se pierde menos tiempo en esquilar, porque no hay que ir desmontando máquinas y cambiar de un sitio a otro con tanta frecuencia. "Ahora el esquileo es más rápido", reconoce.

Un grupo de esquiladores uruguayos contratado por la empresa Henryk Golab.
Un grupo de esquiladores uruguayos contratado por la empresa Henryk Golab.
H. G.

De esquilador a empresario

De este trabajo tiene sobrada experiencia Henryk Golab, fundador de la empresa de Sariñena que lleva su apellido. De origen polaco, Golab llegó a España en los años 90 para realizar una demostración del método australiano, la técnica que utilizaba en su país. De ahí pasó a impartir clases y a recorrer el país para conocer el mercado. Y en Aragón, más concretamente en plena comarca de Los Monegros, encontró el lugar ideal para levantar su empresa, desde la que presta servicios de esquileo y compra de lana.

En esta campaña, Golab cuenta con 20 cuadrillas (cada una de entre cinco y seis esquiladores) formadas por profesionales ucranianos, polacos y uruguayos que trabajan por explotaciones de todo el país. Del otro lado del charco proceden los profesionales que esquilan el ganado aragonés, un total de once trabajadores organizados en dos cuadrillas.

Desde la firma monegrina, Rosa Sabés reconoce que el inicio de la campaña ha tenido menos dificultades que en el complicado 2020, pero asegura que no han faltado dificultades. Los trabajadores de Golab también tuvieron que demostrar que portaban PCR negativas antes de entrar en el país y se vieron obligados a repetir las pruebas comenzado ya el trabajo, porque los esquiladores uruguayos habían compartido vuelo con aquellos que protagonizaron el brote en Extremadura. Todos resultaron ser negativos.

Pero la empresa oscense también ha tenido que sortear otras dificultades. "No entendemos por qué, pero la delegación de Migraciones nos pone en Aragón muchas dificultades y demasiada burocracia para conseguir los permisos pertinentes para estos trabajadores. No nos sucede en otras comunidades", señala Sabés.

Por lo demás, el trabajo, la destreza y el buen hacer de los esquiladores contratados por Golab no difieren en exceso de las cualidades del resto de trabajadores que se emplean durante la campaña por todo Aragón. La logística sí tiene sus peculiaridades porque esta firma cuenta con una herramienta digital propia y diseñada por el propietario que, mediante GPS y un dispositivo móvil, tiene información en tiempo real del lugar en el que se encuentran en cada momento los esquiladores. No solo facilita los desplazamientos sino que, además, permite solucionar cualquier problema y distribuir de manera eficaz el trabajo.

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