Heraldo del Campo

seguro agrario

Un año de siniestros en el campo aragonés

En el complicado año de la pandemia, el campo ha tenido que lidiar con un clima nada amable, que ha dejado huella en más de 100.000 hectáreas y ha sumado 61,7 millones en indemnizaciones.

Explotación frutícola de la localidad oscense de Fraga dañada el pasado verano por una tormenta de pedrisco.
Explotación frutícola de la localidad oscense de Fraga dañada el pasado verano por una tormenta de pedrisco.
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Apenas había comenzado 2020 -y mucho menos se temía y se presagiaban los terribles efectos sanitarios y económicos que se avecinaban por culpa de un virus desconocido- cuando una borrasca de nombre Gloria teñía de blanco la Comunidad aragonesa provocando millonarios daños en la agricultura y en la ganadería, sobre todo en la provincia turolense.

Fue el principio de una inestabilidad climática que no se ha olvidó de regar el campo con toda clase de adversidades. Hubo pedrisco (fuerte, reiterado y por una amplia extensión de territorio). No faltaron las intensas y persistentes lluvias y, con ellas, las inundaciones. Llegaron temporales de viento y heladas y, por si los destrozos provocados por los caprichos del clima no fueran suficientes, las especies cinegéticas, especialmente la plaga de conejos que tantos quebraderos de cabeza está dando a los agricultores, siguieron sumando daños.

Las cifras registradas por Agroseguro, un pool formado por 18 compañías aseguradoras y cuenta con subvenciones, destacan que de las 893.500 hectáreas en la que se han reclamado daños, algo más de 110.000 se encuentran en la Comunidad aragonesa. La superficie no es muy superior a la que resultó dañada por diversas incidencias durante 2019, en el que los agricultores presentaron partes de incidencias para un total de 100.199 hectáreas aseguradas. Lo que se diferencia es el volumen de las indemnizaciones, ya que el pasado ejercicio, el seguro agrario abonó a los agricultores y ganaderos un total de 61,7 millones de euros, casi el doble de la cantidad con la que el sector tuvo que ser indemnizado el año precedente.

Con todo, y siendo unas cuantías importantes que ponen de manifiesto los efectos de un cambio climático cada vez más presente, los datos están muy lejos de las pérdidas sufridas por los agricultores y ganaderos durante el año 2018, en el que Agroseguro tuvo que abonar indemnizaciones en Aragón por valor de 90 millones de euros, con la que la Comunidad pulverizó su récord histórico. Entonces el número de hectáreas dañada alcanzó las 228.000.

Si en 2018 fue la sequía y su combinación, en algunos momentos, con temperaturas asfixiantes la que obligó a la productores asegurados a dar cuenta de los destrozos que la falta de agua estaban ocasionado en sus cultivos, el pasado año las grandes protagonistas fueron las precipitaciones, especialmente las de pedrisco.

Desde Agroseguro reconocen que queda trabajo por hacer para conseguir una mayor penetración del seguro agrario, porque puede suceder que no todas las hectáreas dañadas tengan derecho a indemnización como ha sucedido tras el paso de la borrasca Filomena el pasado mes de febrero, donde muchos de los olivares no tenían cobertura para esos siniestros o tampoco estaban asegurados los invernaderos destrozados por la nieve. Con todo, el seguro agrario se ha demostrado como la mejor herramienta para no perder toda la rentabilidad de los cultivos. Prueba de ello es que su nivel de contratación se está afianzando con incrementos en el volumen de producción asegurada.

El valle del Ebro es una zona pandémica de pedrisco, un meteoro que se ha convertido en el rey del siniestro en los campos aragoneses. Las cifras de Agroseguro lo corroboran. Durante el pasado año, casi el 71% de las hectáreas dañadas por las inclemencias del tiempo lo fueron por el granizo. O lo que es lo mismo, de las 110.112 hectáreas para las que los agricultores reclamaron indemnización, 78.114 lo hicieron por las precipitaciones de bolas de hielo, algunas de ellas, como las describe el sector, "del tamaño de pelotas de tenis".

Sucede además, como prueba irrefutable del cambio climático, que estas dañinas tormentas se producen "cada vez más pronto, de forma más virulenta y en una mayor extensión de terreno", explica Juan Cruzán, director territorial de Agroseguro en Aragón.

Pero no fueron los únicos riesgos. Las intensas precipitaciones, que provocaron graves problemas de rajado en las cerezas -una de las producciones con mayor valor añadido de la Comunidad- justo en el momento en el que iba a comenzar la recolección, también dejaron su huella en un número destacado de hectáreas. Los daños reclamados hacían referencia a 2.624 hectáreas, a las que habría que sumar otras 2.647 en las que la lluvia persistente también provocó pérdidas.

También hubo heladas. Sus efectos se notaron en un total de 2.900 hectáreas. Y aunque no está provocado por los caprichos del clima, los agricultores llevan años lidiando con uno de los riesgos que más quebraderos de cabeza está provocando al sector. Se trata de los daños provocados por la fauna silvestre y la cinegética, que han causado cuantiosas pérdidas -incluso han arrasado cosechas- en más de 9.762 hectáreas aseguradas, ocupadas ya no solo por cultivos cerealistas, sino también por olivos, frutales y almendros para los que ya no son suficientes las mallas protectoras con las que se intenta proteger a los árboles de tan voraces animales.

Superficie de herbáceos siniestrada.
Superficie de herbáceos siniestrada.
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Por cultivos

Los frutales y los herbáceos han sido los cultivos más damnificados. El informe de Agroseguro destaca el elevado número de hectáreas de cereal extensivo dañadas durante el pasado año. Una superficie que se eleva a las 88.483 hectáreas, lo que supone más del 80% del total siniestradas.

Muy inferior es la extensión dañada en frutales, de la que se remitieron partes de siniestro para 11.421 hectáreas. De ellas 3.573 correspondían a cultivos de cereza, que, aunque también es una producción frutal cuenta con una línea propia de aseguramiento diferente a la de las explotaciones frutícolas. Y la inmensa mayoría de esa superficie dañada se encuentra en los cultivos de la provincia de Zaragoza, donde se concentran 3.150 hectáreas de este fruto rojo con siniestros provocados especialmente por las lluvias y el pedrisco.

Aunque las diferencias en superficie siniestrada son notablemente diferentes, no han sido los cereales los que han recibido la mayor cuantía de la indemnizaciones. A este sector, Agroseguro ha abonado casi 9,4 millones de euros, mientras que los fruticultores han recibido indemnizaciones por valor de 31,2 millones de euros, de los que más de la mitad (casi 17,3 millones) han tenido como destino los cultivos altoaragoneses. La explicación hay que buscarla en el tipo de cultivo, ya que la fruta dulce tienen un valor muy superior a los cereales.

Superficie de frutales siniestrada.
Superficie de frutales siniestrada.
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De menor cuantía pero no menos importante han sido las indemnizaciones pagadas a los viticultores. Superaron el pasado año los 2,6 millones de euros con los que hacer frente a los siniestros reclamados en casi 3.400 hectáreas y repartidos casi a partes iguales entre la provincia de Zaragoza -que tienen la mayor superficie de viñedo- y Huesca, lo que demuestra el impacto de las lluvias y las enfermedades a ella asociadas a los que tuvieron que hacer frente en la campaña de 2020 los productores del Somontano oscense.

Muy elevada es la cuantía de los abonos en ganadería, aunque hay que tener en cuenta que buena parte de esos pagos está relacionado con la retirada de cadáveres animales.

Por comarcas

Zaragoza fue la provincia que registró el pasado año el mayor número de hectáreas siniestradas. Fueron, según los datos de Agroseguro, un total de 47.828 millones de euros, por las que se recibieron alrededor de los 25,1 millones de euros. Muy similar fue la situación en Huesca, donde quedaron dañadas unas 41.259 hectáreas, mientras que la superficie perjudicada en la provincia turolense sumó de 21.026 hectáreas. En las tres provincias fue el pedrisco el siniestro más devastador, aunque también fueron importantes los daños provocados por la lluvia, las heladas o el viento. En 2020 la sequía no fue especialmente preocupante.

Las comarcas de Zaragoza y Daroca fueron las más afectadas. Entre ambas sumaron pérdidas en 24.000 hectáreas, más del doble del total registrado en toda la provincia. El Bajo Cinca fue la comarca oscense que reportó un mayor número de hectáreas dañadas (11.531), mientras que en Teruel fue la comarca del Bajo Aragón la más damnificada por los siniestros, con 7.818 hectáreas afectadas.

Y llegó Filomena

Todavía es pronto para saber cómo se comportará la siniestralidad del seguro agrario durante este 2021, pero el primer sobresalto llegó a comienzos de año, casi en las mismas fechas en las que doce meses antes había sorprendido la borrasca Gloria. Esta vez el fenómeno llevaba por nombre Filomena.

Las cifras no son en esta ocasión muy elevadas. Según los partes que han llegado hasta Agroseguro, se han notificado registros en un total de 431 hectáreas que corresponden a 498 parcelas, de las que la mayoría corresponden a explotaciones olivareras y hortofrutícolas situadas especialmente en las comarcas de Zaragoza y el Bajo Aragón.

Hay una explicación para estos datos. "Filomena fue muy dura", señala Cruzán, que reconoce también que llegó en un momento de parada invernal de los cultivos. Pero hay otro motivo. Una gran parte de la superficie afectada en olivar no tenía cobertura para esos daños y tampoco estaban aseguradas las hortalizas afectadas por el temporal, señala.

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