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Irene Marqueta: "Una sudadera bonita es perfecta para unos tacones o unos vaqueros con botas"

La joven diseñadora de moda zaragozana, cuya marca Vonlippe Design se ha incluido en desfiles de París y Milán, acaba de abrir un espacio creativo en Las Delicias.

La diseñadora, junto a una de las máquinas de coser que decoran la tienda.
La diseñadora, junto a una de las máquinas de coser que decoran la tienda.
Javier Belver

“Antes solía ir al Mercado de las Armas. El puesto allí era mi escaparate y donde hacía contactos. Entonces llegó la pandemia y fue como una señal: llegó el momento de crear mi propio espacio para ofrecérselo a quienes tengan interés en mis colecciones de moda”. Irene Marqueta, zaragozana de 25 años, es el talento creativo detrás de la marca Vonlippe Design. Hace escasamente un mes abrió una tienda en el corazón de Las Delicias, en la calle de Don Pedro de Luna 64, donde estos días despacha gorros, jerséis y -claro- también mascarillas como regalos navideños. “El local durante dos años ha sido mi taller. Lo sigue siendo en la parte trasera, pero lo hemos adaptado para atender y para vender las prendas que confeccionamos artesanalmente”, explica Marqueta, que anima a huir de la ‘fast fashion’ y a atender al valor de la ropa hecha con cariño y cuidado. “Las unidades que hago son limitadas, no te vas a encontrar con 300 personas que lleven lo mismo que tú, hay exclusividad sin que eso implique que sean carísimas”, aclara.

La diseñadora se formó en el grado de Moda de Hacer Creativo y “en el tercer año ya me di cuenta de que me gustaba mucho coser”. “Todo lo que lleva hacer una colección (desfiles, promoción, sesiones de fotos…) lo estudias en la carrera. Hay otros compañeros que disfrutan más la parte del diseño, pero a mí me encanta también la selección de telas, el momento de patronar, cortar y ver también cómo la prenda va tomando forma. Disfruto cosiendo hasta que se ve el acabado”, explica la joven. En muchas de sus prendas se ve “la característica tira Vonlippe”, que es algo que le sirvió para ir definiendo su estilo a lo largo de los años de carrera. ¿Y por qué ese nombre? “Buscaba algo con lo que sentirme identificada. No quería que el nombre de la marca dejara de gustarme o representarme después de cuatro años, sino que tenía que ser algo propio, alusivo a mis orígenes. Una tarde con mi madre en el sofá pensamos en que Lipe es nuestro apellido más distinto. Es uno de los apellidos por parte de abuela materna, de ascendencia alemana. Buscamos el origen y vimos que antiguamente se ponía el Von delante y le añadimos la otra ‘p’ que se había perdido por el camino...”, comenta. En la nueva tienda también hay guiños a sus abuelas pues Marqueta la ha decorado con alguna máquina de coser que heredaron años atrás.

El hecho de que el espacio esté en Las Delicias tampoco es casual. “He vivido aquí siempre y me gusta mucho el barrio. Hace unos años me independicé con mi pareja y nos hemos quedado en el barrio. Es gratificante estar en la zona de siempre, tienes todo a mano, te sientes más arropada… Es cierto que hay que venir de propio a verme y que hay quienes creen que debería haberme ido al Centro o a Independencia, pero me gusta mucho el barrio”.

Irene Marqueta muestra uno de sus diseños. La mascarilla también es de Vonlippe.
Irene Marqueta muestra uno de sus diseños. La mascarilla también es de Vonlippe.
Javier Belver

En los burros de Vonlippe pueden verse chaquetas, vestidos, camisetas, bolsas y, sobre todo, sudaderas, que viene a ser la prenda fetiche de Marqueta. “Me encantan las sudaderas, si las haces con un toque especial, bonitas y combinando texturas, es una prenda perfecta para unos vaqueros con unas botas o para unos tacones”. La ropa de Vonlippe es unisex y “no va dirigida a un solo tipo de persona, sino a todo el que se sienta cómodo en ella”. La marca reivindica “todo tipo de físico”, bajo la premisa de que la ropa debe contribuir a liberar y ayudar a cada cuál a ser como quiera ser. De hecho, Marqueta tuvo la oportunidad hace algo más de un año de organizar un desfile popular en su pueblo, Torrijo de la Cañada, en el que los propios vecinos (desde niños hasta señores que peinan canas) hicieron las veces de modelos. Una constante de las colecciones de Vonlippe son los colores vivos (rosa, naranja, amarillo) y las formas asimétricas. También le llaman las texturas, las telas distintas, por eso es importante que el diseño, el patronaje y la confección pasen por las mismas manos.

Sobre imaginarios en los que se inspira -pasarelas, películas, revistas…-, Marqueta asegura que prefiere no tomar ideas prestadas y que el proceso de creación sea lo más íntimo posible. “Trato de hacer la ropa que quisiera llevar yo. No consulto demasiadas revistas ni desfiles porque sin quererlo te ‘contamina’ y acabas copiando más que haciendo algo original y de creación propia, que es lo que busco”. Su intención es salirse de la guía por la que va todo el mundo y “que en los diseños se perciban sentimientos y emociones, combinaciones algo más locas y llamativas”.

Este fue precisamente uno de los puntos fuertes de su colección cápsula Entelequia, que pudo presentar en pasarelas de París, en el hotel Ritz, y en Milán, en el Fashion Club, que reúne a las jóvenes promesas. En esta serie reflexionó sobre la evolución personal, la metamorfosis y, también, cómo los animales mudan de piel y van dejando algo atrás. “Entelequia es una forma de buscar la mejor versión de uno mismo, es un momento de liberación”, explica, sobre un trabajo que también pudo verse en la Aragón Fashion Week.

La zona del taller de confección, en el mismo local de Pedro de Luna.
La zona del taller de confección, en el mismo local de Pedro de Luna.
Javier Belver

Justo antes de comenzar la pandemia, Marqueta aún tuvo la suerte de ver sus prendas en una pasarela italiana. “En febrero estuvimos en Milán y, aunque ya en los aeropuertos se veían mascarillas y epis, no se suspendió el desfile en el que participaba y que tendría unos 400 espectadores”. A las pocas semanas ya se vio que la covid iba a condicionar los meses venideros y, de hecho, la diseñadora hubo de renunciar a otro desfile que estaba programado para el 3 de abril en el Hotel Palafox de Zaragoza. Deseosa de que puedan volver a celebrarse sesiones donde lucir sus prendas, Marqueta confía en el potencial del nuevo espacio y en la difusión también de las redes sociales. “Tengo ganas de que acabe la pandemia y, para colmo de males, las mascarillas es de lo que más me solicitan. Me pegué antes de verano tres meses, de lunes a sábados, mañanas y tardes, únicamente haciendo mascarillas. Al principio, empecé repartiendo entre sanitarios y enfermeros, pero conforme se fue alargando comenzaron los encargos”, cuenta.

Después llegó el reto de rehacer el taller para convertirlo en escaparate y espacio creativo y, ahora, Marqueta tiene por delante el desafío de sostener el nuevo comercio, gracias -entre otras- a las sudaderas hechas a mano que “se están vendiendo bien”. “Tengo que agradecer el apoyo familiar y, también, la suerte de que el trabajar muchísimo se haya visto recompensado. Me llegan comentarios e invitaciones desde Londres o Transilvania -la última- en las que me invitan a desfilar o dicen que les han encantando las prendas y eso es muy emocionante”.

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