crisis del coronavirus

La pandemia de la covid reduce un 40% los trasplantes y donaciones en Aragón

El descenso se debe a la saturación sanitaria, sobre todo en las ucis, y a la necesidad de minimizar el riesgo de infección.

Javier Arredondo, presidente de la Asociación de Enfermos y Trasplantados Hepáticos de Aragón (Aetha).
Javier Arredondo, presidente de la Asociación de Enfermos y Trasplantados Hepáticos de Aragón (Aetha).
Oliver Duch

La pandemia por el coronavirus ha afectado a todo el sistema sanitario, y también ha repercutido negativamente en la actividad de trasplantes y donaciones. En Aragón, se ha reducido en torno a un 40% este año y todavía tardará en recuperar la normalidad de la era precovid. En la Comunidad, hasta el 30 de noviembre se han realizado 63 trasplantes –sumando renales, hepáticos y cardíacos– frente a los 104 de 2019, un 39% menos. Y, en cuanto a las donaciones procedentes de cadáver, se han registrado 27, una reducción del 45% en comparación con las 49 del año pasado.

Los trasplantes que más han visto reducida su actividad son los hepáticos, que han bajado un 56% comparando el mismo periodo de 2019 (25) y 2020 (11). Le siguen los renales, un 25% menos entre las 72 intervenciones del año pasado y las 47 del actual; y los cardíacos:de 7 a 5, un 39% menos.Una tendencia similar a la que se registra en todo el país. España, de hecho, contabiliza 2.687 trasplantes a partir de 1.253 donantes entre el 13 de marzo, coincidiendo con la declaración del primer estado de alarma, y la última semana de noviembre, pero el programa aún no funciona con normalidad y se ve seriamente afectado por el todavía alto número de casos de coronavirus.

Gracias a la generosidad de los aragoneses ha habido 27 donaciones de fallecido, que han generado 72 órganos válidos en la Comunidad, de los que 38 se han ido a otros puntos del país. Mientras, se han recibido 17 de otras regiones. La edad media del donante en 2019 era de 62 años. La coordinadora autonómica de trasplantes, Raquel Montoiro, reconoció que, tras la abrupta caída de los primeros meses de la pandemia, se ha producido una "recuperación de la actividad a niveles razonables teniendo en cuenta la situación epidemiológica" porque "sigue existiendo una saturación de las ucis"."Pero distamos mucho de alcanzar el nivel anterior", añadió. El descenso de la actividad, dijo, tiene un "origen multifactorial", aunque principalmente se debe a dos causas:"La sobrecarga de los hospitales y de las unidades de cuidados intensivos, que se han volcado en la atención a pacientes covid" y "la seguridad, porque ha habido una necesidad de minimizar el riesgo de infección por coronavirus de los enfermos trasplantados". En los meses más duros de la crisis se priorizó a quienes "se encontraban en situación de urgencia y de una extrema gravedad clínica". Hay también otros motivos, como "la reducción de la patología neurocrítica atendida en los hospitales e ingresada en las ucis", por el descenso de accidentes de tráfico durante el confinamiento, y "las dificultades logísticas para el desarrollo de proceso de donación, con restricciones a la movilidad de los equipos de extracción".

"No hay que perder la esperanza. La llamada llegará, aunque tarde más"

"Aunque haya que esperar más tiempo, la llamada de que hay un órgano para nosotros termina llegando, aunque tarde más. Poco a poco vamos a ir volviendo a la normalidad, no hay que perder la esperanza". Javier Arredondo, presidente de la Asociación de Enfermos y Trasplantados Hepáticos de Aragón (Aetha), que tiene 453 miembros, se sometió al trasplante unas semanas antes de que se desatara la pandemia mundial que paralizó el sistema sanitario y que redujo drásticamente esta actividad.

Javier, de 61 años, entró en las listas de espera para someterse a un trasplante de hígado hasta en tres ocasiones desde que en 1993 le detectaron hepatitis C. Durante ese tiempo, pasó por numerosos altibajos, con fases en las que los tratamientos le permitían mejorar de forma temporal. "Suele ser una enfermedad que se dilata mucho en el tiempo porque son reincidentes los tumores que aparecen en el órgano", afirma.

A finales del pasado mes de enero recibió la llamada desde el Hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza –el centro de referencia para los trasplantes hepáticos en Aragón– que le cambió la vida:"Creía que estaba muy preparado, pero cuando me llamaron se me descolocó el mundo. Había un posible órgano para mí. Me temblaron las piernas, las manos...". "Mi trasplante –recuerda– fue el penúltimo que se hizo antes de la pandemia". "Me acuerdo perfectamente de la hora en la que me quedé dormido: las 0.05", porque, según cuenta, todas estas intervenciones se hacen de noche, que es cuando menos movimiento hay en los quirófanos. Estuvo ingresado 15 días, tiempo en el que ya se empezaba a hablar de un virus que, semanas después, provocaría la dramática crisis sanitaria que sacude a todo el planeta. "Antes no podía subir un tramo de escaleras. Y ahora, sin embargo, procuro salir a andar todas las mañanas. Hago más de diez kilómetros diarios para ir cogiendo un poquito de forma", resume.

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