educación

"Sin clases presenciales se pierde materia, explicaciones y estímulos"

Patricia Gasca es profesora de secundaria en dos centros concertados de Zaragoza y madre de dos estudiantes de 3º de ESO y de 1º de Bachiller.

Tres aulas conviven en un único salón, donde la madre prepara una clase y los hijos estudian.
Tres aulas conviven en un único salón, donde la madre prepara una clase y los hijos estudian.
Toni Galán

Patricia Gasca se enfrenta por partida doble al reto de la semipresencialidad en las aulas. Por un lado, como madre, tiene la preocupación lógica por que sus dos hijos, que cursan 3º de ESO y 1º de Bachiller en sendos institutos públicos, no pierdan comba de las lecciones. Además, como profesora de Secundaria, hace lo necesario para que sus alumnos de los colegios Agustín Gericó y Don Bosco sigan el temario marcado pese a lo complejo del sistema: los chicos acuden a clase en días alternos, y las jornadas que no les toca ir al centro educativo deben afrontar las tareas a través de internet.

La necesidad de tener una buena conexión para que las clases ‘online’ no se interrumpan abre, según señala la profesora, "una brecha entre los que proceden de familias con los recursos necesarios y los que no". "En todas las clases hay 5 ó 6 alumnos que no tienen ordenador o wifi, que no se conectan a las videollamadas o que, directamente, no se manejan con las nuevas tecnologías porque sus padres no pueden permitirse adquirir ciertos dispositivos, lo que les hace quedarse por detrás de sus compañeros", lamenta.

Al ver las carencias que se están produciendo en el acceso a la educación en los niveles semipresenciales, y con el fin de contribuir a su mejora, esta madre y profesora se animó a exponer su preocupación en una carta al director de HERALDO que se publicó el pasado lunes, día 12, en la edición impresa del diario. 

Uno de los cursos en los que Patricia observa una mayor problemática es el primer año de Bachillerato: "No es sotenible que pasen todo el año así. Se están dando temarios de mínimos y tenemos que pensar que se trata de un curso crucial de cara al acceso a la Universidad. El año que viene se enfrentarán a la prueba de selectividad y ésta se prepara tanto en primero como en segundo. Además, el alumnado de los centros privados sí está acudiendo presencialmente toda la semana, lo que provoca una desventaja para quienes estudian en los públicos y concertados".

La docente considera que "la semipresencialidad podría ser una medida oportuna si fuese temporal, pero, a largo plazo, supone que los estudiantes se pierdan la mitad de los contenidos, la mitad de las explicaciones y tengan menos estímulos de cara al estudio".

La madre y maestra hace especial hincapié en la preocupación que percibe en los padres de sus alumnos y de los compañeros de sus dos hijos: "Cada mañana, al irse a trabajar, los padres y madres se van de casa pensando en que los chavales van a estar un montón de horas solos. Eso supone que aquellos con fuerza voluntad y capacidad de organización van a sacar fácilmente las asignaturas, pero los que son menos constantes lo van a tener más difícil que antes y no vamos a poder apretarles desde el aula. Las familias, por su parte están muy implicadas e, incluso, el padre de un alumno que no puede permitirse una conexión venía a diario durante la cuarentena a por los recursos fotocopiados. Pero no es suficiente".

“Depende por completo de tu fuerza de voluntad”

El hijo mayor de la familia, Mauro, de 16 años y estudiante del primer curso de Bachillerato, sostiene que “los conocimientos que se adquieren más allá de las clases obligatorias dependen por completo de la fuerza voluntad de cada uno”. En su caso, se levanta “a la misma hora que los días presenciales”, y a las 8.30 se conecta a la plataforma, mira la agenda digital y “hace los ejercicios” y repasa el temario “que haya marcado el profesor”, algo que le suele tener ocupado hasta las 10.00. Después, hasta la hora de comer, seguir repasando o no lo explicado está única y exclusivamente en su mano. Nadie va a vigilar en ese rato su implicación.

“Los profesores ponen de su parte para que nadie se quede atrás”

La hija pequeña de Patricia, Amanda, de 14 años, sigue la misma rutina que su hermano los días que toca estudiar en casa: “Me levanto y voy mirando el ‘classroom’ mientras desayuno. Acabo las tareas hacia las 11.00 y luego voy repasando aquellas asignaturas que se me hacen más cuesta arriba, como Física y Química. Es cierto que los profesores están más encima y se agradece, y que están poniendo todo de su parte para que nadie se quede atrás, sobre todo los que no tienen tablet u ordenador”.

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