125 historias de heraldo de aragón

Acróbatas, jugarse la vida por la voluntad

Hubo un tiempo en que la mayor atracción era ver a otros desafiar a la muerte en directo, sin trampa ni cartón ni pantalla interpuesta.

James Will, en paracaídas en la plaza del Pilar en 1952
James Will, en paracaídas en la plaza del Pilar en 1952
Miguel Marín Chivite

Durante décadas, una de las atracciones más esperadas en las fiestas del Pilar era la llegada de familias de acróbatas, como los Puertollano primero, y los Bordini después, que asombraban al mundo retando a la muerte en el aire. Porque vivían de jugarse la vida y cobraban por ello, en ocasiones, la voluntad, el precio que el público quisiera poner a sus cabezas.

Entre las gestas acrobáticas más inverosímiles de las que ha dado cuenta HERALDO en estos 125 años de vida destaca la de los Puertollano en aquel octubre de 1922, cuando padre e hijo subieron a la torre alta del Pilar y se entretuvieron haciendo piruetas en lo alto de la veleta. En prueba de su hazaña dejaron una banderita que quitaron días después, porque si ellos no lo hacían, nadie sería capaz de retirarla, salvo el testarudo cierzo a golpe de tiempo y empentones. En esa ocasión no les acompañó Gloria, la hija del patriarca, quien por aquel entonces ya formaba parte de la leyenda: había trepado sin ninguna sujeción hasta la veleta de la catedral de Oporto, situada a 78 metros de altura.

Varias décadas después, los Bordini también dejaron sin aliento al público en Zaragoza. Aunque esta saga de funambulistas de apellido italiano y origen alemán dio sus primeros pasos en el aire en el siglo XVI, la primera vez que llegaron a España corría 1978. Entre las ciudades que visitaron y conquistaron con sus acrobacias ese mismo año figura la capital del Ebro. 

En lo alto de la torre de la Seo colocaron el extremo de un cable por el que la moto voladora descendió, en caída libre, a la plaza del Pilar. Desde entonces acudieron varias veces a la capital aragonesa. Una de ellas, a finales de julio de 1995, realizaron sus acrobacias en el aire junto al estadio de La Romareda. Luego pasaron la gorra, como tenían por costumbre. «Al que le haya gustado, que nos de lo que crea necesario», aclaraban en estas páginas.

En 1952, Miguel Marín Chivite dejó constancia fotográfica de otro acontecimiento social en la plaza del Pilar de Zaragoza: James Will (nombre artístico del madrileño Julián Zamarriego), se tiró en paracaídas desde la casa del marqués de Ayerbe.

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