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El multitudinario Carnaval de Bielsa saca sus fieras a la calle

Los transgresores personajes de la fiesta más ancestral atrajeron a miles de personas hasta este rincón del Pirineo.

Más multitudinario que nunca y, como siempre, transgresor y cargado de simbolismo. El Carnaval de Bielsa, favorecido por temperaturas también primaverales en el Pirineo, atrajo más a miles de personas que disfrutaron con los sustos y las embestidas de las amenazadoras trangas, representantes del mal, y los bailes de las madamas con sus coloridos vestidos, elementos de pureza.

A partir de las cuatro de la tarde, la ronda fue reuniendo a este abanico de seres imaginarios. Las trangas recorrieron el pueblo para recoger a las madamas en las puertas de sus casas, un itinerario interrumpido por los onsos, hasta llegar a la plaza, donde no cabía un alfiler y donde se desarrolló el baile, con presencia de otros personajes como el Amontato y el Caballé. Fue solo un anticipo de la una larga noche.

Bajo los cuernos y la piel de choto, con camisa de cuadros, falda y abarca, la cara tiznada de hollín y aceite y una trunfa (patata) en la boca con los dientes tallados, Ricardo Dueso encarnó a una de las trangas. Su principal misión, asustar a los asistentes ayudado de los cencerros colgados a su espalda. "Tengo 26 años y llevo desde los 16. Antes lo hicieron mi padre y mi abuelo. Para mí es el día más importante del año. Hay que salir con una buena tranga (vara) a disfrutar del Carnaval y a dar miedo", añadía, porque esta es para él la esencia de la fiesta de Bielsa. "Con los vídeos y las redes sociales la gente ya sabe de qué va, pero resulta más impresionante oír en directo el sonido de las esquilas". Y si alguien no le gusta que lo asusten y ser objeto de las embestidas, comentaba, "tiene otros carnavales". Eso sí, "intentamos hacerlo todo con respeto".

La plaza de Bielsa llena de gente en los Carnavales.
La plaza de Bielsa llena de gente en los Carnavales.
M. J. V

Laura Bielsa llevó el otro atuendo típico, el de madama, que viste desde hace 11 años. "Paso los mismos nervios que el primer día, porque estás todo el año esperándolo". Reconocía que disfruta de todos los momentos: cuando van las trangas a buscarlas casa por casa, en la ronda o bailando con la charanga.

"Siempre hay gente porque es un Carnaval único", manifestaba orgullosa. Y después de una noche de fiesta para locales y visitantes, la ronda se repetirá hoy, ya más para los de casa, y por la noche Cornelio Zorrilla, que cuelga desde el jueves como encarnación de todos los males, será quemado en la hoguera para poner fin al Carnaval.

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