Son numerosos los factores que inciden en el comportamiento del mercado inmobiliario. Especialmente de índole económica, a través de los índices que se encargan de medir el desarrollo de una determinada región y a través de aquellas situaciones cotidianas que contribuyen a tomarle el pulso al ámbito puramente doméstico. Tanto a nivel macro como a nivel particular, la economía no se ha mostrado muy boyante en este 2022, según demuestra la elevada inflación generada por la inestabilidad internacional o la subida de los tipos de interés en el ámbito financiero.

Todo ello ha influido en el bolsillo de los aragoneses, sin embargo, no ha frenado su intención de adquirir una vivienda, según los datos recogidos en el último informe del sector publicado en la Comunidad.

Así, las operaciones de compraventa han mantenido la tendencia de años anteriores, incluso registrando un notable impulso en el tercer trimestre del año. En este incremento, destaca el empuje de la obra nueva, principalmente en el entorno de la capital aragonesa. A tenor de esta tendencia, cabe destacar que, más allá de los cálculos económicos, existen otras motivaciones para decantarse por afrontar una de las inversiones más importantes de toda la vida.

La tranquilidad de contar con un hogar propio sigue siendo una prioridad entre la población. Además, la calidad de la obra nueva, que permite elegir la distribución y acabados de las viviendas, así como la apuesta por la eficiencia energética y la accesibilidad, favorecen la decisión de compra y justifican la subida de precio.