AHORRO ENERgÉTICO: una preocupación que va más allá de lo medioambiental

La inquietud por el excesivo consumo de recursos finitos ha llevado a la población a adquirir hábitos de ahorro energético a los que se han sumado empresas y gobiernos. Además, en estos tiempos de crisis energética, la sostenibilidad también se ha convertido en una cuestión económica.

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La conciencia medioambiental está cada vez más asentada la sociedad. Desde los distintos gobiernos hasta las grandes corporaciones, pasando por las unidades familiares o los colegios, donde los niños lo aprenden de primera mano; los hábitos para ahorrar energía se están estableciendo de forma natural en las acciones de nuestro día a día.

¿Qué ha motivado este cambio en la mentalidad colectiva? Sin duda, la preocupación por la escasez de unos recursos finitos es algo que mueve a la población, pero en estos momentos de crisis energética, también se trata de una cuestión económica. Ahorrar energía es, en primer lugar, un esfuerzo para conservar el medioambiente, lo que resulta fundamental ahora y siempre; pero también es cierto que la energía más barata es aquella que, directamente, no se consume.

En estos momentos de crisis, ahorrar energía se trata también de una cuestión económica

Aunque normalmente los esfuerzos por ahorrar se centran en el hogar, un entorno en el que es más fácil sentirse seguro y en el que se pueden tomar las decisiones que se precisen sin demasiada dificultad, es importante extender los hábitos y medidas de ahorro y sostenibilidad a otros entornos. Por ejemplo, en la oficina o los centros de estudios.

Con la cantidad de horas al día que las personas pasan en estos espacios, hábitos como la correcta separación de residuos son igual de importante, o más, que en el hogar particular. Apagar las luces cuando se abandona una estancia, reutilizar el material que se pueda aprovechar, imprimir solo lo necesario o usar regletas con botón de apagado para evitar que sigan consumiendo los monitores u ordenadores en ‘stand by’ son otros de los ejemplos de medidas que deben importarse de las viviendas a estos lugares.

La compra habitual es otro de los momentos en los que las medidas de ahorro se pueden aplicar de forma sencilla. Evitar máquinas expendedoras, puesto que la mayoría de los productos van envueltos en plástico y conllevan un gasto de energía excesivo, es un básico. Adquirir alimentos a granel, de proximidad y ecológicos supone un ahorro de energía nada desdeñable, ya que la fabricación de los envoltorios y el traslado de la comida generan una gran huella de carbono. 

  • La Comunidad Autónoma produce más energía eléctrica renovable de la que consume y los datos irán en aumento debido a la gran cantidad de proyectos pendientes de autorización. Las principales fuentes son la eólica y la fotovoltaica

  • Aunque su uso e instalación todavía genera dudas entre los usuarios, los sistemas de autoconsumo no dejan de aumentar, tanto a nivel doméstico como industrial. El alza del precio de la luz y las ayudas estatales impulsan dicho crecimiento.

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