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Cinco excursiones a pueblos bonitos de Zaragoza: de Anento a Biel

Todos reúnen alicientes de sobra para la visita de un día; además, hay alternativas cercanas si se encuentran demasiado concurridos para cumplir correctamente las indicaciones sanitarias.

Arriba Grisel y Lituénigo y abajo Cervera de la Cañada y Biel
Arriba Grisel y Lituénigo y abajo Cervera de la Cañada y Biel
Laura Uranga

El anuncio del desconfinamiento perimetral de la ciudad de Zaragoza desde el pasado viernes 19 de febrero ha animado a muchos de sus habitantes a pensar en excursiones dentro de la provincia, para olvidar parcialmente estas semanas de ‘encierro’ dentro de las lindes municipales y recordar lo bonita que es la provincia, todavía confinada perimetralmente hasta después del puente de la Cincomarzada, como ocurre con las otras dos provincias aragonesas y el conjunto de la comunidad. Eso sí, en el caso de una excursión en el día, hay que prever bien el retorno para no incumplir el toque de queda impuesto a las 22.00 o las 23.00 desde el 26 de febrero.

Entre los muchos pueblos con encanto para una visita de un día, y teniendo en cuenta que esta lista podría renovarse muchas veces para abarcar otros ejemplos dentro de los 292 municipios zaragozanos, hay cinco sugerencias muy interesantes. Eso sí, hay que insistir en un asunto: llegar a un pueblo ahora mismo supone respetar al máximo la seguridad de sus habitantes, mantener las normas sanitarias derivadas de la pandemia de la covid-19 y no dejar una huella negativa en forma de basura o actitudes antisociales. Si al llegar se encuentra un entorno masificado, siempre hay opciones de interés a dos pasos. 

Foto de Grisel
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GRISEL

Está a apenas tres kilómetros de Tarazona, subiendo a la loma de la Diezma. Su castillo es un alojamiento muy singular que en circunstancias normales proporciona a los visitantes una experiencia única. El anfitrión, por cierto, es el exitoso escritor aragonés Luis Zueco, que suele inspirarse entre sus muros. La visita obligada en el pueblo es a la sima de los Aines, a apenas un kilómetro del casco urbano: cuarenta metros de profundidad y vegetación tropical en el fondo. Para reponer fuerzas, el Txoko de Jon sirve menú de sidrería todo el año en el bar local. Conviene reservar. Destino cercano alternativo: Bulbuente, la miel y el torreón.

Foto de Anento
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ANENTO

El ya famoso paseo del aguallueve atrae miles de visitantes cada año, junto a la obvia belleza del que está considerado oficialmente como uno de los pueblos más bonitos de España; hay dos zaragozanos en la lista (el otro es Sos del Rey Católico) por cuatro oscenses y siete turolenses. Anento tiene además un paseo alternativo hasta las ruinas del antiguo castillo, el torreón de San Cristóbal y el retablo de Blasco de Grañén en la iglesia de San Blas. Destino cercano alternativo: Morata de Jiloca y las cárcavas. 

Foto de Lituénigo
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LITUÉNIGO

Uno de los pueblos con el Moncayo más presente; lo tiene a tiro de piedra, con una vista privilegiada. Los dos embalses son un tesoro paisajístico, el Embalse Alto y el Bajo, ambos del río Pedrogal, y hay una ruta sencilla que los une. También hay una ruta circular de los Oficios. El pueblo posee una zona recreativa a las afueras, Los Ancebillos, con una fuente natural, y el casco urbano es muy bonito. Destino cercano alternativo: Trasmoz, Bécquer y las brujas.

Cervera de la Cañada: la precisión a la hora de dar con la Tecla adecuada
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CERVERA DE LA CAÑADA

Situada en la comarca de Calatayud, muy cerca de la desconfinada capital de la comarca, Cervera tiene un doble imán para los turistas; para empezar, la iglesia fortaleza de Santa Tecla, una joya del mudéjar con Sagrado Corazón incluido en la parte externa y un interior espectacular. En segundo lugar, los ‘castillos’, nombre local para las espectaculares cárcavas que por un momento trasladan a quienes las ven a las llanuras de Arizona o Utah. Para comer, el sitio es El Ciervo. Destino cercano alternativo: Torralba de Ribota y su concentración de artistas.

Foto de Biel
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BIEL

El restaurado torreón de 30 metros de altura, junto a la iglesia de San Martín y la amplia judería, son los principales alicientes para visitar esta localidad de las altas Cinco Villas, donde pasó su infancia Alfonso I el Batallador. El paseo por sus calles es mejor si está allá José Luis Lasheras, antiguo alcalde y excelente guía. En los alrededores hay numerosas opciones de excursión por la magnífica sierra de Santo Domingo. Para comer, un gran restaurante: El Caserío. Destino cercano alternativo: Luesia y el entorno del pozo Pígalo.

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