aragón es extraordinario

Biel, el Batallador y la torre que regresó por ‘sorpresa’

El elemento más emblemático de su castillo luce ahora todo su poderío, y preside esta localidad de las Cin co Villas donde pasó su primera juventud Alfonso I el Batallador

José Luis Lasheras fue alcalde de Biel durante 26 años, de 1989 a 2015, y profesor de secundaria en el Blecua de Torrero durante algunos más. También ha sido siempre un gran amante de la naturaleza que rodea a su querido pueblo; caminante avezado, organizaba excursiones por la sierra de Santo Domingo con Julio Garde, de Luesia. Ahora sigue ejercitando las piernas y el cerebro con una actividad que ya simultaneó con sus otras pasiones, la docente y la política; hace visitas guiadas en Biel, que se concentran básicamente en los principales intereses patrimoniales; la iglesia, el castillo (con su torre sobre la roca) y la judería.

En Biel pasó su infancia Alfonso I El Batallador. “No se sabe donde nació –explica José Luis– y se baraja la posibilidad de Siresa, pero tampoco se descarta que ocurriera aquí mismo en Biel. Su madre, la reina Felicia de Roucy, era francesa; al casarse con ella Sancho Ramírez en 1071, en segundas nupcias, le dio en dote el castillo de Biel; en aquella época, los monarcas iban cambiando de residencia a menudo, y la reina Felicia adecuó el castillo a sus gustos. La configuración del castillo recuerda a la que exhiben los del norte de Francia, y cumple la doble misión de ser residencia y fortaleza defensiva”.

Su hijo Alfonso fue Señor de la Villa entre 1096 y 1105, cuando pasó a ser Rey de Aragón y dejó el señorío de Biel a Castán. “La torre tiene 30 metros de altura y cinco plantas. La restauración es toda una historia, no sé si conocéis los detalles. Os resumo: hasta 1996 no había techo, entrabas y te seguía dando el sol –fuerza una sonrisa al recordarlo– y había cuatro paredes cayéndose. Todo cambió ese año, cuando el programa de Antena 3 ‘Sorpresa, sorpresa’ de Isabel Gemio trabajó la historia de una señora de Biel que tenía a un hermano en México, al que no había visto en casi medio siglo. Los de Antena 3 andaban por la calle y me puse a hablar con ellos; hicimos buenas migas y me acabaron diciendo si quería reivindicar algo. Yo dije que sí, que quería sensibilizar a las autoridades para el arreglo del castillo”.

Esa charla derivó en un reportaje de tres minutos en el pueblo, preguntando a la gente sobre el tema. “Lo emitió Daniel Pérez Calvo en la desconexión aragonesa de la cadena, y luego lo sacó Carrascal por la noche a nivel nacional. Casualidad o no –ríe con ganas– al poco apareció un arquitecto madrileño de Bellas Artes, Manuel Manzano-Monis y López-Chicheri, diciendo que se iba a arreglar el castillo; hizo un informe favorable para el ministerio, empezaron las obras en junio de aquél año y concluyeron en octubre. Nos hicimos amigos: enseguida pasó a ser Manolo, y me dijo que se empezaría por el tejado; fue un trabajo espectacular”.

Luego se reharían los pisos. “En torno al año 2000 cayeron unas piedras a la calle y fue el detonante para la obra, que volvió a impulsar un informe matizado de Manolo. Esta vez las obras fueron más lentas; contamos con carpintería de Valpalmas, cerrajería y vigas de Huesca y un equipo magnífico, muy meticuloso. El final de la obra llegó en 2010: cada planta tiene 105 metros cuadrados y la pared de abajo mide dos metros de ancho, por un metro y treinta centímetros la de arriba. Me encanta enseñar esta torre, es un orgullo para Biel y para todos los que somos de aquí”.

Paseo por la judería a los pies del castillo de Biel

El esplendor de la judería y la llamativa iglesia de San Martín

La judería de Biel es una de las más valoradas de Aragón, con su caudevilla (zona residencial) y Barrio Verde (zona religiosa) muy bien conservadas. Miguel Ángel Motis la investigó a fondo, y también la admiró en su día la directora del Museo Judío de Nueva York. El censo de 1405 arrojó más de un 70% de población judía. “Quizá no era del todo preciso –explica José Luis Lasheras– porque también había muchos hidalgos, pero sin duda los judíos suponían más de la mitad de la población local. Hay un hecho curioso con la necrópolis; tras una tormenta aparecieron huesos, y consultamos al Centro de Estudios de las Cinco Villas. Vino Peña Lanzarote, que certificó que aquello era la necrópolis judía de Biel. Preguntando a las más viejos del lugar, resulta que al enclave (localizado junto a un mogote en el terreno) le llamaban de siempre el Fosal de los Judíos”. “Los judíos –explica José Luis– tienen como costumbre tocar algo en el dintel de la puerta y llevarse la mano a los labios. Puede verse en muchas casas de aquí; es el receptáculo de la mezuzah, un pequeño cilindro que contenía unos versículos del Deuteronomio”.

Por su parte, la iglesia parroquial de San Martín, gótico-renacentista, se construyó sobre un primitivo templo románico, coetáneo del castillo. “La actual directora general de Patrimonio de la DGA, Marisancho Menjón, ha estudiado a fondo su historia. En los años 90 encontró un documento en el Archivo de Protocolos Notariales de Ejea referido al ensanchamiento de la iglesia por su lado derecho, debido probablemente a la conversión de los judíos; los dos últimos cuerpos del campanario son de ladrillo, algo extraño en Biel, donde siempre se había usado piedra. El campanario debía tener un último cuerpo ochavado para albergar el esconjuradero, pero no se completó”.

El Caserío, un templo culinario de los que justifica hacer kilómetros

Bajando desde el Portal de la Judería, tras admirar un par de casas solariegas y pasar bajo el llamativo Cubierto de El Pelaire, se llega a El Caserío; el bar y restaurante de Biel ha labrado en las Cinco Villas una sólida fama de templo culinario durante décadas, gracias a los esfuerzos de Fernando Muñoz. Ya jubilado, ha cogido el relevo una joven pareja de entusiastas. Fernando les ha prestado orientación, pero el entusiasmo lo llevan de serie Pilar Letosa, de Farlete, y Javier Lagar, de Ejea. Se reparten las tareas: Javier se encarga mayoritariamente de los fogones y Pilar atiende barra y mesas con una gran profesionalidad, aunque ambos hacen ‘un poco de todo’. En la carta de El Caserío siempre ha brillado el tratamiento de la carne de caza y el legado permanece con un chuletón fantástico, pero también han llegado innovaciones, como una deliciosa causa limeña y postres muy elaborados.

BIEL

Comarca. Cinco Villas.

Cómo llegar. Desde Zaragoza, su capital de provincia, hay 96 kilómetros por la E-7 y salida a la altura de Zuera para tomar la A-124 hasta Erla y la A-1103 hasta destino.

La panadería de David y María Rosa. Situada en el centro del pueblo, es una de las más prestigiosas de las Cinco Villas por sus cañadas y pastas. También ha crecido paralelamente en la preparación de pan para migas, venta que extiende al por mayor hasta Mercazaragoza.

Las Lezas. Esta casa rural, localizada nada más baja la roca de la torre en dirección al Arba, aúna sus modélicas instalaciones a un proyecto hortofrutícula de espíritu totalmente orgánico, amén de organizar rutas senderistas. También se cuenta en el pueblo con un albergue municipal.

Fuencalderas. Es una entidad local menor dependiente de Biel. Su nombre data del siglo XIV; viene de un caballero llamado Juan Calderón, que lo pobló en tiempos de la Reconquista. Destaca la iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza,

Artículo de la serie 'Aragón es extraordinario'

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