dietas y nutrición

Los riesgos de las (mal llamadas) bebidas 'energéticas': "Le estás dando al cuerpo una sobredosis de cafeína y una bomba de azúcar"

Nutricionistas y pediatras advierten de la composición principal de estos productos, cuyo consumo ha aumentado y preocupa en adolescentes. 

Varias latas de bebidas energéticas en un supermercado de Zaragoza
Varias latas de bebidas energéticas en un supermercado de Zaragoza
H. A.

Uno de cada tres adolescentes hace un consumo ocasional de bebidas energéticas en España, según un estudio de la Asociación Española de Pediatría, cuyos profesionales desaconsejan encarecidamente tomar este tipo de suntancias por los "efectos nocivos" que tienen sobre la salud.

"Hay una falta de percepción del peligro que tienen este tipo de bebidas, tanto las energéticas como las deportivas o refrescantes, que en los tres casos son una bomba de azúcar", explica la doctora Elena Javierre, presidenta de la Asociación Aragonesa de Pediatría de Atención Primaria. 

Para esta especialista, los datos de consumo que arrojan estudios recientes son cuanto menos "preocupantes", de modo que invita a otros profesionales a "transmitir" en consulta los problemas que pueden generar estas bebidas para la salud de los más jóvenes, desde el desarrollo de caries a sobrepeso, obesidad e hipertensión en la edad adulta. 

"Lo ideal es que no se consuman estos productos, pero desde luego un adolescente que nos cuenta que todas las semanas consume bebidas energéticas es una barbaridad. Un consumo semanal -ya no diario- es excesivo para nosotros", puntualiza esta pediatra, quien señala que pocas veces son los padres quienes acuden a consulta por este motivo. "La percepción que tenemos es a partir de las revisiones de los 12 o 14 años. Les preguntamos a los menores por ese tipo de consumo y, aunque lo reconocen, no son conscientes del perjuicio que tiene para la salud", añade.

Su composición, lejos de un aporte sano

Alba Santaliestra, nutricionista
"Es como si te vas al bar, te pides tres cafés solos y a cada café de estos le añades cinco sobrecillos de azúcar. Una bomba"

En contra de la "falsa sensación de bienestar" que la industria alimentaria trata de imponer con el anuncio y la venta de las denominadas bebidas 'energéticas', los expertos advierten de que su composición no aporta ningún beneficio para la salud. "Es un producto que se vende como bebida energética y de bebida energética tiene poco. La composición principal de estas bebidas es cafeína y azúcar", señala la nutricionista Alba Santaliestra, presidenta del Colegio Profesional de Nutricionistas de Aragón, quien trae a colación el símil que utiliza un compañero de profesión para exponer de qué están hechas. "Es como si tú te vas a un bar, te pides tres cafés solos y a cada café de estos le añades cinco sobrecillos de azúcar. Le estás dando al cuerpo una sobredosis de cafeína que, a priori, es energizante, pero que en realidad es una sustancia estimulante del sistema nervioso -la cafeína- y una bomba de azúcar que provoca un pico de insulina y una falsa sensación de subidón", explica.

A juicio de esta experta en nutrición infantil e investigadora de la Universidad de Zaragoza, el consumo de estos productos en adolescentes podría estar ligado a un estilo de vida pernicioso para la salud, muy vinculado al uso -y en muchos casos abuso- de las pantallas. "Incluso en los institutos -comenta- sé por gente que está vinculada a estos ámbitos, que el ir con una lata de estas bebidas al recreo es muy habitual. La realidad, además, es que los adolescentes y jóvenes en general tienen un mayor uso de pantallas, y en cierta medida adicción. Se acuestan tarde, pero tienen que ir al día siguiente al instituto y rendir, pero como no aguantan, se toman este tipo de bebidas para poder estar en clase, y acaba siendo la pescadilla que se muerde la cola", apunta esta experta, que vería con buenos ojos prohibir su consumo a menores de 18 años. "Creo que hay que tomar medidas radicales cuando hay un problema que se puede convertir en algo mucho más grande, y de hecho ya hay países europeos que lo hacen", añade. 

"Una lata de bebida energética es una bomba combinada, a nivel nutricional penosa, que lleva a una rueda de cansancio y estimulación para volver a subir"

En relación a si el consumo de estas bebidas energéticas puede suponer una adicción, Santaliestra matiza que no tiene las mismas connotaciones negativas que puede tener el tabaco, pero sí influyen en el sistema nervioso y acaban afectando a corto o medio plazo. "Estos productos son una bomba combinada, a nivel nutricional penosa, que lleva a una rueda de cansancio y estimulación para volver a subir. No es tanto una adicción, pero sí que el consumo frecuente al final te lleva a esa rueda en la que, como no te sientes bien, buscas algo externo que te ayude a estarlo, desconociendo que es una falsa situación de realidad la que te produce y que al cabo del rato esos niveles van a volver a bajar", advierte. 

El perfil de consumo

Según el Estudio Beenis sobre 'Consumo de bebidas refrescantes, deportivas y energéticas en adolescentes', realizado a partir de encuestas a 4.769 alumnos de 13 a 18 años de Sabadell (Barcelona), el consumo se inicia a partir de los 10-12 años, aumenta entre los 12 y los 16 años (en la ESO) para luego mantenerse estable. "Con estos datos podemos valorar cuál es el momento más adecuado para establecer una acción preventiva, y lo más recomendable sería incidir a partir de los 10-12 años en esta problemática, antes de que empiecen la adolescencia, para prevenir el consumo", subraya la doctora Javierre.  

Ambas expertas consultadas coinciden en que el consumo de estas bebidas energéticas suele ir ligado a momentos de ocio de los adolescentes, "más que al propio domicilio, donde puede haber un control parental". 

"Se consume más entre amigos, porque no se percibe este peligro para la salud, y más que el efecto estimulante, lo que nos dicen las encuestas es que son bebidas que enganchan a los más jóvenes por el sabor", indica esta pediatra, que se muestra también a favor de limitar el acceso a las mismas a menores de 18 años y extender las campañas de prevención a edades más tempranas. 

"Nuestra pauta para menores y familias sería que no se deben consumir, y a la hora de actuar, nuestra obligación es informar -y cada vez en edades más tempranas- de los riegos que tienen: ya no solo de caries o sobrepeso, sino también de hipertensión al llevar tanta cafeína. Por eso, cada vez que hacemos revisiones o que hablemos con adolescentes, hay que preguntar de forma activa para intentar detectar los malos hábitos e incluso dar el consejo antes de que se inicien", concluye esta médica. 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión