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La bodega Casa Moliniás, el paisaje en la botella
Este proyecto vitivinícola del Sobrarbe da sus primeros pasos de la mano de Vignerons.
La aventura de recuperar la historia y de convertir el paisaje en vino. En este objetivo han puesto su empeño Nicolás Brun y Rebeca Araujo, Rebe, creando Casa Vinícola Moliniás, a la sombra de la Peña Montañesa. También participan en el proyecto Igor Crespo y Guillermo Brun recuperando la tradición vitícola del Sobrarbe con más de mil años de antigüedad.
El lugar es idílico, a más de 900 metros de altitud y rodeado de fajas y muros de piedra ancestrales. Este atractivo de naturaleza y montaña se puede disfrutar en las casas de turismo rural que forman parte del proyecto Moliniás.
La recuperación del viñedo llegó hace aproximadamente cinco años y, tras muchas dificultades, ha dado sus primeros frutos: Diaples Blanco 2022.
Realmente, este blanco procede de unas viñas plantadas hace 100 y 60 años en Abizanda, que dos vecinos octogenarios, los hermanos Ramón y Andrés Aníes, ya no podían trabajar. Rebe y Nico compraron las uvas y este vino, que es un puente entre el pasado y el futuro, es el primero que ve la luz bajo el sello Moliniás.
Son 684 botellas y la mayoría las tiene el restaurante Callizo de Aínsa (una estrella Michelin y un sol Repsol), así que no lo han debido hacer mal. En La Corona de Aínsa, donde nació y reside el alma de Vignerons, también se puede encontrar, ya que desde este año Casa Vinícola Moliniás es la sexta bodega del proyecto.
Para Javier Buil, director de Vignerons, "lo más importante es que esta bodega es del Sobrarbe, donde hace un siglo la vitivinicultura era la principal actividad; nos faltaba un impulso como el de Moliniás para defender los vinos de la zona y ha llegado".
La realidad de esta casa hoy en día son cuatro hectáreas de viñedo nuevo y tres pequeñas parcelas en Abizanda que no llegan a las dos hectáreas. Las primeras se encuentran en un derrumbe de la Peña Montañesa, lo que quiere decir que en el suelo hay piedras –más bien moles rocosas– como para decir basta. De hecho, Nico Brun reconoce que en 2020, cuando metieron maquinaria para quitarlas, desistieron porque "nunca se acababan".
Con el apoyo del asesor vitícola Julio Prieto se decantaron por la viticultura regenerativa, por variedades típicas y tradicionales, y por mantener una cubierta vegetal permanente para conseguir un suelo fértil y con microorganismos. "El suelo lo entendemos como un capital; es una esponja más eficiente". Así lo deben percibir las ovejas que pastan por el viñedo formando parte de su manejo.
Pero estos no son los únicos seres vivos que hay por la zona. También hay jabalíes que rompen la malla, corzos que la saltan, tejones que se cuelan o pájaros que picotean las uvas. "Es otro impuesto, seguramente el más barato de todos", asegura Nico.
Las heladas en mayo y la carencia o el exceso de agua y humedad forman parte del catálogo de dificultades previsibles que supone trabajar en este entorno con un manejo ecológico. Pero la ilusión de Nico y Rebe es sin límites.
Tantas ganas le han puesto que su inquietud por dar a conocer sus vinos está siendo contagiosa. Rebe es la artífice de un curioso sistema de preventa. Regularmente envía una ‘newsletter’ (boletin@casavinicolamolinias.com) a la que se puede suscribir cualquiera y, además de ofrecer pinceladas históricas de Casa Moliniás, pueden reservarse sus vinos previo pago. Es una fórmula que suelen utilizar grandes bodegas para aquellos que tienen mucha demanda, pero a ellos también les está funcionando.
Diaples Tinto 2022 es el que ahora está en preventa, porque Diaples Blanco 2023 está en rama y todavía le falta para alcanzar su punto óptimo. Lo dicho, un proyecto muy singular.
