arquitectura

Los chaflanes más bonitos de Zaragoza

Aunque en los ensanches no se tuvieron demasiado en cuenta, sí hay edificios en la plaza de los Sitios, San Vicente de Paúl o el paseo de Sagasta con esquinas 'recortadas'.

Breve animación con algunos de los chaflanes más destacados.
Breve animación con algunos de los chaflanes más destacados.
Guillermo Mestre

Zaragoza tiene una relación muy singular con las cuadrículas. Aunque su origen no puede responder a una planificación más clara (ahí está el cardo y el decumano), conforme la ciudad fue creciendo, sus ensanches se hicieron algo más enrevesados, en parte, por las huertas que seguían el curso de los ríos. En muchos cruces de calles se ven sin solución de continuidad edificios esquineros, algunos chaflanes y otras formas más redondeadas. En las nuevas construcciones en solares en cuña también se ponen en práctica unas u otras soluciones, en función de los gustos del promotor.

Pero, ¿qué se entiende por chaflán? Sin ser muy ortodoxos, podría decirse que es la cara que resulta de cortar una esquina. A muchos les vendrá a la cabeza el plan de Ildefonso Cerdá en 1856 para el ensanche barcelonés, que llenó la ciudad condal de chaflanes y que durante años fue el ejemplo a seguir por muchas ciudades. En La Coruña y en Gijón también hay infinidad de ejemplos y en Zaragoza no son demasiados, pero sí muy destacados, sobre todo, en el área de la plaza de los Sitios y en San Vicente de Paúl.

Algunos de los torreones y chaflanes de San Vicente de Paúl.
Algunos de los torreones y chaflanes de San Vicente de Paúl.
Heraldo

Las ventajas esenciales del chaflán es que soluciona la unión de dos fachadas, de manera que pueden apreciarse las dos calles que convergen en él. Facilita igualmente los giros de los vehículos y contribuye a que el área -como pretenden también las supermanzanas- resulte más amable a los viandantes. Los chaflanes de Barcelona (glosados en la ‘Teoría general de la urbanización’, de Ildefonso Cerdá) se fueron copiando en distintas urbes y generalizándose por toda la península, si bien a orillas del Ebro tuvieron características propias.

Mucho se ha hablado ya de la pretensión de hacer de San Vicente de Paúl un refugio de la arquitectura tradicional aragonesa cuando en 1940 se abrió la calle y se arrambló con decenas de casas, callejuelas y ensortijadas plazas que impedían abrir esta recta hacia el Ebro. En la mayoría de sus esquinas sí se diseñaron chaflanes, evitando los ángulos de 90 grados, con la singularidad de que se colocaron torreones o cuerpos de ladrillo visto en las alturas.

Imagen histórica de la sede del Refugio, que reúne todos sus flancos en una fachada casi elíptica.
Imagen histórica de la sede del Refugio, que reúne todos sus flancos en una fachada casi elíptica.
Heraldo

Uno de los más destacados de esta zona es la casa de Roche y Naval, en el número 5, obra de Regino Borobio de 1946, en la que se empleó un estilo de inspiración mudéjar en su monumental cerramiento con un torreón de ladrillo. Otro chaflán muy bonito de San Vicente de Paúl es el que cruza con la calle Mayor, en el edificio donde el diseñador zaragozano Nacho Lamar acaba de abrir su tienda-taller. Las normas de construcción de la vía definían que "el encuentro entre las fachadas debía llevarse a cabo en amplio chaflán", se lee en los archivos municipales. En algunas ocasiones la entrada a la vivienda está en la propia esquina y, en otras, esta resulta de una unión de varias casas a las que se entra por una u otra calle: son los locales comerciales los más beneficiados con estos chaflanes que ofrecen una mejor visibilidad.

El Café Moderno en el chaflán y el edificio de Almacenes El Águila en la década de 1930.
El Café Moderno en el chaflán y el edificio de Almacenes El Águila en la década de 1930.
Heraldo
El edificio de la calle Alfonso, en la actualidad.
El edificio de la calle Alfonso, en la actualidad.
Guillermo Mestre

Otros chaflanes icónicos en Zaragoza serían los supervivientes de la calle Alfonso y, sobre todo, uno de los más expuestos de la ciudad: el del número 2, o lo que es lo mismo, la conocida como Casa Molins. Obra de Fernando Yarza en 1902 es uno de los mejores ejemplos de la estética modernista de Zaragoza. La fachada a dos calles se resuelve con chaflán, decorado con formas sinuosas y rítmicas inspiradas en la naturaleza. "El elemento más innovador es la presencia de cuatro columnas de fuste acanalado y capitel corintio en la planta baja de la fachada del Coso", explican los arquitectos.

En la plaza de los Sitios también hay un buen puñado de chaflanes que merecen ser reseñados. Uno de los más conocidos es el del sanatorio de la Cruz Roja, en angular de la plaza y la calle de Sancho y Gil. Surgió de los escalímetros de Miguel Ángel Navarro, quien en 1924 hizo un uso libre del ladrillo con cierta inspiración renacentista. Está enfrente del Gascón y Marín -obra de su padre, Félix Navarro-, que comentaremos más adelante... Navarro hijo, por cierto, fue uno de los proyectistas, junto a Secundido Zuazo, del ‘Ensanche y Reforma Interior de Zaragoza’ de 1928. Allí ya proliferaron los chaflanes, como era también su intención cuando redactó por encargo del Ayuntamiento de Zaragoza un plan para alargar el paseo de la Independencia hasta llegar al Ebro. La Guerra Civil truncó estas iniciativas que hubieran cambiado la faz de la ciudad.

El arquitecto Ramón Lucini ideó este edificio de viviendas en el Arrabal en 1923. La parcela es triangular y las fachadas, con gran ornamento, están acabadas en ladrillo caravista. Es bien de interés arquitectónico B
El arquitecto Ramón Lucini ideó este edificio de viviendas en el Arrabal en 1923. La parcela es triangular y las fachadas, con gran ornamento, están acabadas en ladrillo caravista. Es bien de interés arquitectónico B
Toni Galán

En la punta opuesta de la plaza, en los número 11 y 12, hay otro bello chaflán diseñado por Francisco Albiñana en 1934. Cuentan que este era uno de los solares más codiciados de la ciudad e, incluso, se había reservado para construir en los años 20 el nuevo Ayuntamiento que nunca se concretó. En este "ensanche de Santa Engracia" son dos edificios de viviendas diferentes los que comparten una fachada unitaria. Los ángulos en chaflán lucen sobremanera gracias a la decoración de pilastras y jarrones con volutas en relieve.

El monumental edificio de Joaquín Costa 3 (su autor es Pedro Cendoya, que luego haría el Palacio Nacional de Montjuic) o el del paseo de Sagasta 19 (con sus miradores acristalados) también tendrían que formar parte irremediable de este inventario, así como el inmueble que hoy acoge el Hotel Catalonia de la plaza del Justicia (C/Manifestación 16) y que, aunque se atribuye generalmente a Ricardo Magdalena fue obra de Julio Bravo. Destacan en él la forja, los miradores acristalados y sus tres fachadas.

El edificio de viviendas de los números 17 y 19 de la calle de San Andrés. Tiene fachada también a la calle de San Jorge, en uno de los espacios privilegiados del Casco Histórico. Es obra de Alberto Huerta del año 1922.
El edificio de viviendas de los números 17 y 19 de la calle de San Andrés. Tiene fachada también a la calle de San Jorge, en uno de los espacios privilegiados del Casco Histórico. Es obra de Alberto Huerta del año 1922.
Guillermo Mestre

De escasa altura pero extraordinariamente resueltos es el caso de un par de inmuebles de la calle San Miguel: el que se conoce como Palacio de la Luz y el que albergara antaño en Cine Goya. El primero es porque fue sede durante años de la compañía Eléctricas Reunidas de Zaragoza (y antes Electra Peral) y en su momento sorprendió por su fachada ampliamente acristalada. El otro es una de las joyas del modernismo de la ciudad: desde 1932 fue un local destinado a espectáculos y su diseño aterrazado ("con el característico antepecho de barco y carpinterías con cristales emplomados", dicen los expertos) evoca el lenguaje del ‘art decó’, por cuya originalidad y belleza está protegido.

Encuentro entre el Palacio de la Luz y el antiguo Cine Goya.
Encuentro entre el Palacio de la Luz y el antiguo Cine Goya.
Guillermo Mestre

En algunas construcciones nuevas se sigue utilizando el recurso del chaflán (sucede en una promoción recién estrenada en Franco y López), si bien es más complejo de ver formas elípticas para resolver los ángulos rectos. Zaragoza cuenta con ejemplos destacados en este ámbito como el citado grupo escolar Gascón y Marín de la plaza de los Sitios (con decoración escultórica en relieve) o como el colegio Joaquín Costa, un poquito posterior (es de 1929), que también une todas sus alas en una rotonda central, cubierta por una cúpula que ya se adivina desde el chaflán del paseo de María Agustín. 

Una última curiosidad es que en la escasa nómina de decoración esgrafiada que se da en la ciudad -tan profusa, por ejemplo, en el modernismo turolense y tan escasa a orillas del Ebro- sí hay un par de edificios en Doctor Cerrada que luce esta técnica ornamental de revestimiento en sus chaflanes.

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