medio ambiente

Un verano de abanico y ventilador

España batió 552 registros de temperatura este verano, con el 23 de agosto como día más caluroso al superar los 40 grados en 48 estaciones.

El abanico es una herramienta indispensable para muchas personas estos días.
Una mujer se abanica en una parada del tranvía, en un día de calor en Zaragoza.
Toni Galán

No ha sido la canción del verano, pero la melodía de 'Escuela de Calor' de Radio Futura ha rondado la cabeza de muchos españoles estos meses, porque las calles han 'ardido' al sol de Poniente. Junio, julio y agosto de 2023 suman en España 552 nuevos registros de altas temperaturas tanto diurnas como nocturnas. Un periodo sofocante que ha dejado anomalías de 1,5 grados en la práctica totalidad de los puntos meteorológicos que forman parte de la red de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). El ejemplo más llamativo fue el 23 de agosto, un miércoles en el que se batieron más de una veintena de registros y hasta 48 estaciones superaron la barrera de los 40 grados.

Ese día Bilbao registró la máxima más alta de todo el país con 44 grados en el aeropuerto de la ciudad a las 15.04. Jornada que pasó a la historia como el día más caluroso de 2023 con 29,1 grados de media, seis por encima de la habitual para este periodo. Sin embargo, el récord del verano lo marcó Valencia en su aeropuerto con 46,8 grados el 10 de agosto. Suponen 3,5 grados más del mayor registro anterior, que data del 6 de julio de 1986.

Pero en los últimos años hablar de calor no es solo hacerlo para referirse a las horas centrales del día, también se ha convertido en un compañero incómodo durante las noches. Estar al fresco este verano ha sido tarea complicada en muchos puntos de la geografía, donde los termómetros no han bajado de los 20 grados y ha sido imposible conciliar el sueño.

En España, las noches tropicales, aquellas en las que las mínimas no son inferiores a 20 grados, son comunes en las zonas costeras. Sin embargo, esta anomalía se ha convertido en algo habitual a lo largo y ancho de la península ibérica. Tanto es así que se ha pasado de hablar de noches tropicales a tórridas (más de 25 grados) y "en breve lo haremos de infernales", explicaba Rubén del Campo, portavoz de la Aemet, a este periódico hace unas semanas. Un concepto que han conocido y, sobre todo, sufrido en Málaga, donde el mercurio del termómetro no bajó de los 30 grados el 20 de julio. El momento más fresco del día fueron 31,6 grados a las 23:17. Anomalías que se explican por el cambio climático y "la construcción de las ciudades", aseguran los expertos. La estructura de estas impide la circulación de brisas nocturnas que, aunque muy débiles, refrescan las noches de zonas de playa o de fuera de la ciudad. Es el conocido efecto isla de calor.

Golpes de calor

Alcanzar los 40 grados y superarlos se ha convertido en una tónica habitual en los últimos años. En los 92 días de junio, julio y agosto ha habido 44 jornadas en las que alguna estación meteorológica pasó esta barrera, "esto supone superar muchos umbrales peligrosos marcados por el Ministerio de Sanidad", señalan los expertos. Barreras de alerta que van desde los 26 grados en Asturias a los 41,5 en Córdoba.

No obstante, el mundo científico se ha negado a dar una cifra exacta a la que el cuerpo humano comienza a sufrir, pero han establecido un rango entre los 40 y 50 grados. "El objetivo de nuestro cuerpo es mantener una temperatura central de unos 37 grados", explica Cristina Linares, científica titular del Instituto de Salud Carlos III. Cuando hace calor, el cuerpo humano se esfuerza más por regular la temperatura y lo hace a través del sudor. "Lo que pasa es que durante los fenómenos de ola de calor la temperatura es tan elevada que al cuerpo no le da tiempo a ajustarse", añade Linares. Es ahí donde aparecen los golpes de calor que "pueden provocar un fallecimiento o un ingreso hospitalario", destaca Linares. "Es la más dramática".

En los últimos 92 días, según los datos del Instituto de Salud Carlos III, se pueden atribuir al exceso de temperaturas un total de 2.809 muertes. Aunque, los datos totales del verano se quedan lejos de las 4.715 de 2022. "Todas ellas se deben a complicaciones de patologías previas", señala Linares. "Este problema debe ir más allá de contar muertes, hay que crear planes de prevención", destaca la experta.

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