La reforestación masiva para frenar las emisiones de CO2 puede ser perjudicial para el planeta

Replantar árboles es la solución preferida por empresas y Gobiernos, pero los expertos dudan de su eficacia.

Varios de estos proyectos se llevarán a cabo en zonas afectadas por incendios forestales, como Vilardevos, en la provincia de Ourense, y Hoyo de Pinares, en Ávila.
La reforestación masiva para frenar las emisiones de CO2 puede ser perjudicial para el planeta
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Para luchar contra el cambio climático, los Gobiernos de todo el mundo se han comprometido a reforestar 1.200 millones de hectáreas, lo que supone casi dos veces la superficie que ocupa la Amazonía. Y todavía queda por añadir a esta cifra los planes privados de las grandes corporaciones, que plantean la reforestación del planeta con un trillón de árboles. Así, al menos, es la propuesta que lanzó en la COP26, Marc Benioff, director ejecutivo de Salesforce.

Esta apuesta, acogida por más de 80 empresas, cuenta ya con la intención de plantar 5.750 millones de árboles, según los datos de 1t.org. "Es una auténtica barbaridad", responde Víctor Resco de Dios, doctor por la Universidad de Wyoming (Estados Unidos) y profesor de ingeniería forestal en la Universidad de Lérida. "Esta cifra equivale a un tercio del total de árboles que hay en la Tierra", añade. De esos 5.000 millones de árboles comprometidos, "al menos se han plantado 300 millones", aseguran los datos de 1t.org, la organización de Benioff.

Todo con un doble objetivo: recuperar lo perdido y reducir emisiones. En los últimos años "había unos 6.000 millones de árboles", detalla el departamento de comunicación de Plant for the Planet. "Trágicamente, los humanos hemos talado la mitad, por lo que solo quedan 3.000 millones de árboles", añaden.

A pesar de las alarmantes cifras, la pérdida de bosques a escala planetaria se ha reducido en la última década, pero sigue siendo elevada y preocupante en zonas con bosques de gran valor como África tropical y Oceanía, según destaca la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Las principales causas son los incendios y la tala destinada a la ocupación de terrenos para cultivos, ganadería, urbanización o infraestructura. Según los datos de 'Plant for the Planet', "sí podemos recuperar, al menos, mil millones de árboles perdidos", defienden.

Sin embargo, hacen una puntualización: "Estamos hablando de restauración, no de reforestación. No se trata simplemente de hacer crecer cualquier árbol, sino de restaurar ecosistemas forestales enteros tal y como existían antes en esas zonas".

Diferencias

La distinción entre reforestar o restauración es la clave para resolver el problema del cambio climático. "Recordemos que este (el cambio climático) es el resultado de liberar a la atmósfera en forma de CO2 el carbono que se almacenó durante millones de años en restos fósiles del planeta", responde Resco de Dios. "Como mucho, los árboles pueden ser un almacén temporal", añade.

La reforestación se ha convertido en la opción preferida porque permite la compensación de las emisiones y "la amplia mayoría se hacen sin una planificación", revela el profesor de la Universidad de Lérida. "Muchas veces se crea un ecosistema 'Frankenstein' que es como una operación de cirugía que combina una pieza de aquí y otra de allá", apostilla.

En muchas ocasiones, las plantaciones de árboles se hacen sin planificación. "No solo es poner la semilla del árbol, también se necesita un seguimiento", apunta el profesor. "La experiencia nos ha enseñado que las plantaciones se abandonan al poco de ser establecidas", añade. Sin embargo, ese olvido no es el único problema, "porque tradicionalmente se han usado especies que siempre han crecido ahí buscando recrear un pasado y no va a volver", asegura Resco de Dios. "Tenemos una normalidad distinta y un clima transitorio que ha cambiado".

A diferencia de la reforestación, la restauración es "un enfoque integral donde el ingrediente fundamental es pensar, antes de actuar, qué paisajes y ecosistemas se quieren construir de cara al futuro, y hacerlo con la participación de las personas de la zona", advierte WWF. A pesar de los esfuerzos por la plantación de árboles, las emisiones de gases de efecto invernadero no han caído y siguen alcanzando máximos históricos. "Para convertirse en sumideros de carbono tienen que pasar muchos años", explica Resco de Dios.

La clave para este profesor es destinar gran parte de los fondos dedicados a la conservación de los existentes, a frenar la deforestación tropical y "sobre todo a reducir las emisiones", advierte.

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