Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Cien años de la visita a Zaragoza

Las fotos perdidas de Einstein en Zaragoza

Tal día como hoy, Albert Einstein bajaba del tren en Zaragoza para pronunciar dos históricas conferencias. Su visita causó gran impresión pero dejó escasa huella fotográfica. ¿Por qué?

Las dos fotos menos conocidas de Einstein en Zaragoza: en animada conversación con Jerónimo Vecino y Pedro de Pineda; y tras la fiesta aragonesa que se le ofrece como despedida. Desconocemos sus autores.
Las dos fotos menos conocidas de Einstein en Zaragoza: en animada conversación con Jerónimo Vecino y Pedro de Pineda; y tras la fiesta aragonesa que se le ofrece como despedida. Desconocemos sus autores.
Archivo familiar Pérez de Pineda, imagen escaneada por Francisco González Redondo y tratada digitalmente por Anteayer Fotográfico Zaragoza / ‘Albert Einstein. Derrière l’image’. Archivos de Albert Einstein, Universidad Hebrea de Jerusalén

Relajado, sin posar ante la cámara, Einstein conversa animadamente a pie de calle. El instante es atrapado de forma tan espontánea que el vigoroso movimiento de su mano le da pura vida. Todos van bien abrigados y, aunque no se reconoce el escenario, no hay duda de que se trata de Zaragoza y que estamos en el mes de marzo de 1923. El sabio alemán habla con Jerónimo Vecino, el catedrático de Física de la Universidad de Zaragoza que tanto ha trabajado para hacer posible su visita a la capital aragonesa, y con Pedro de Pineda, catedrático de Geometría Descriptiva que domina el alemán.

Cien años después de la visita de Albert Einstein a Zaragoza, la cordialidad de esta imagen se ha mantenido viva en un álbum familiar, el de la familia Pérez de Pineda. Algo absolutamente excepcional, puesto que, pese a que la sociedad del momento es consciente de estar viviendo un acontecimiento histórico, se conservan escasos testimonios gráficos del paso del Nobel alemán por Zaragoza.

Otro de ellos se creía perdido y acaba de salir a la luz: el retrato de los Einstein, Albert y Elsa, junto a la rondalla enviada como sorpresa de despedida por la Academia de Ciencias al hotel Universo, donde se alojan. A los postres de la comida, el 14 de marzo, se despliega una pequeña fiesta aragonesa. La crónica de HERALDO describe su emoción: "Dos baturricas jóvenes, casi unas niñas, cantaron y bailaron nuestro bravo, armonioso himno inmortal. Y Einstein, el calculador, el hombre especulativo, sumido, de ordinario, en las grandes abstracciones y las grandes complejidades de la ciencia física, se emocionó profundamente, y, abrazándola, besó en la frente a una de las cantadoras, con un gesto entre admirativo y paternal. Fue un momento interesantísimo, que Einstein quiso perpetuar, retratándose con la pequeña jotera en su regazo". Hoy nos miran desde la página de un libro: ‘Albert Einstein. Detrás de la imagen’.

"Nunca alardeó de ello, pero a mi abuelo le encantaba recordar aquellos días", relata Myriam Pérez de Pineda, una de las nietas del matemático Pedro de Pineda. Nacido en Puerto de Santa María (Cádiz) en 1891, ser el catedrático más joven le ha convertido en secretario de la Facultad de Ciencias. Ha estudiado teoría de funciones en Zúrich (Suiza) y habla un alemán fluido que le permite tratar con Einstein con la mayor naturalidad, incluso con temas comunes, más allá del pensamiento matemático, como haber pasado ambos, con muy poca diferencia en el tiempo, por la Escuela Politécnica Federal de Zúrich. Rodeado de catedráticos que solían dominar el francés, "no solo era un intérprete, él fue su cicerone académico y personal durante toda la visita a Zaragoza, desde que llega hasta que se va", asegura. "Hablaba perfectamente alemán, algo que les inculcó a sus dos hijas, Carmen y María Asunción, mi madre, yo nunca he podido con las declinaciones", reconoce.

Pineda era "superjovencito entonces y Einstein le había impresionado mucho", por su inteligencia y por su brillantez como científico, y le gustaba destacar lo valiosas que fueron las dos conferencias que pronunció en la Facultad de Ciencias, actual edificio Paraninfo, los días 13 y 14 de marzo. Sobre el programa social de la visita del Nobel, el banquete en el Casino Mercantil o la recepción en el Consulado alemán, nada les dijo, lo que casa bien con alguien que "era sencillo y modesto, la discreción personificada".

En 1933 alcanza su objetivo de lograr una cátedra en la Universidad Central de Madrid y deja Zaragoza, donde se había casado y, en la calle de San Miguel, habían nacido sus hijas. El despacho de su casa madrileña va acumulando el reflejo de toda una vida; "lo guardaba todo" y, entre ese ‘todo’ están los recortes de prensa de la visita de Einstein a España, la foto con Vecino, el retrato que Freudenthal le hace, autografiado y fechado, y "algunas anotaciones con fórmulas que él pudo tomar mientras escuchaba las conferencias". Metódico y ordenado, junto a correspondencia clasificada y exámenes, la visita de Einstein tuvo carpeta propia. La familia de Myriam Pérez de Pineda compartió siempre casa con sus abuelos, lo que les regaló muchas ocasiones para recordar viejos tiempos y, a salvo de mudanzas hasta 2020, preservó la documentación del matemático. Parte de ella ha sido donada a la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid. Junto a la caja de puntillas de su abuela, Ana Pelayo Ricarte, natural de Daroca, la familia guarda con cariño la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio –que su abuelo recibió en 1961–, su tesis y los recuerdos de la visita de aquel sabio alemán con el que tuvo ocasión de conversar.

Foto de Einstein en Heraldo
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Mucho texto y pocos ‘santos’ en la prensa

Lucas Cepero firma este retrato publicado en HERALDO DE ARAGÓN el 14 de marzo. Pese a las muchas informaciones que tanto este periódico como ‘El Noticiero’, ‘El Diario de Avisos’ y ‘El Día’ le dedican, ninguna otra fotografía se publica esos días en sus páginas. Cepero tenía abierto desde 1917 en Don Jaime, la misma calle donde se encuentra el hotel de Einstein, su gabinete fotográfico.

Einstein retratado por Freudenthal
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Un retrato de Nobel, hecho en Zaragoza

Tan excepcional es el retrato que Gustavo Freudenthal le hace a Einstein en su estudio, en un ático sobre su propia casa en el Coso, que es el que cuelga en la sala de retratos de los condecorados con el Nobel en la Academia Sueca. El ilustre visitante estampa su firma y la leyenda "Zaragoza 1923" en las cartulinas del ‘passepartout’ típico de la casa Freudenthal que se distribuyen. Esta copia, con el fondo distinto a la más conocida, la guardó siempre el matemático Pedro de Pineda, que compartió con Einstein muchos momentos de su estancia en Zaragoza. Gustavo Freudenthal / Archivo familiar Pérez de Pineda

Rastros que se pierden

El profesor de la Universidad de Zaragoza Pedro J. Miana, en busca de materiales para la exposición ‘Einstein & la ciencia aragonesa’ abierta en el Paraninfo, ha seguido la pista de los álbumes familiares de los descendientes de algunos de los protagonistas de la visita de Einstein a Zaragoza. Los Gregorio-Rocasolano conservan preciosas fotografías de aquella época, pero ninguna de Einstein. Lo mismo ocurre con los parientes de Vecino, que no fueron fáciles de localizar: "Vecino se casa con Carmen Gamboa, mueren sin hijos, pero, rastreando, llego a Natalia Figueroa Gamboa, mujer de Raphael", cuenta. "Ni siquiera conocían la foto de Einstein, Vecino y Pineda conservada por los nietos de este".

Realmente, resulta insólito que quede tan poca constancia gráfica de la visita del Nobel, mientras de su paso por Barcelona y Madrid hay tanta.

Javier Turrión, que ha dedicado su vida a estudiar la figura de Albert Einstein, está convencido de que "se hicieron muchas más fotografías durante la estancia de Einstein en Zaragoza". Qué pasó con ellas es una incógnita. Ni siquiera en estrecha relación desde hace muchos años con la familia Freudenthal, ha podido localizar nada más allá del célebre retrato tomado en el estudio del Coso, "y ellos han removido Roma con Santiago para buscar en sus escondrijos".

Le parece "inexplicable que no haya fotos con autoridades o personalidades locales relevantes del momento. Quiero creer que Ayuntamiento, Universidad, Academia de Ciencias, Real Sociedad Económica de Amigos del País, colegios profesionales, etc., hicieron algo por ‘detener el tiempo’ y poder legarlo a las generaciones venideras".

Además, en la ciudad hay fotógrafos profesionales y también aficionados. "En el año 1927, por ejemplo, había en la provincia de Zaragoza ya una treintena de estudios profesionales de fotografía, que es un número muy estimable", considera José Antonio Hernández Latas, investigador Araid en Unizar. Además, la prensa local tenía sus propios reporteros gráficos en plantilla, como Lucas Cepero, en HERALDO. Y, "sobre todo en esta década tuvo una enorme difusión la llamada prensa gráfica –‘Nuevo Mundo’, ‘Mundo Gráfico’, ‘La Esfera’, ‘Blanco y Negro’, etc.– que, además de la espectacularidad de sus imágenes a toda página, cumplía también la función social de informar e ilustrar a una porción de la población todavía analfabeto".

En 1922 se ha creado la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza, a la que pertenecen Manuel Lorenzo Pardo, secretario de la Academia de Ciencias y luego creador de la Confederación Hidrográfica del Ebro, y también Jerónimo Vecino Varona, que se ha hecho doctor en Ciencias, sección de Físicas, con una tesis sobre ‘La fotografía de los colores’. Gustavo Freudenthal, cónsul alemán, tiene todo un equipo de profesionales en su estudio fotográfico... Todos ellos tienen en la visita otros cometidos, es cierto, como anfitriones y ‘acompañantes oficiales’, pero ¿no pudieron delegar en alguien de su confianza para sacar alguna fotografía? Vemos a Lorenzo Pardo y a Vecino en la imagen de la fiesta aragonesa a Einstein que, en el libro editado por el Archivo Albert Einstein de la Universidad Hebrea de Jerusalén donde se ha publicado, no viene firmada; si se echa en falta a Rocasolano es porque, de luto por la muerte de su hermano, no asiste al programa social. A Vecino le retrata junto a Einstein el propio Freudenthal.

Einstein junto al profesor Vecino
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Marzo del 23: “Yo estuve allí”

Freudenthal es también el autor de esta imagen de Einstein junto al profesor Vecino, publicada en 1932 en la revista ‘Aragón’. El catedrático ha trabajado incansablemente para traer al Nobel y también para crear ambiente y divulgar la relatividad en Zaragoza, en charlas que pronuncia desde 1921. Gustavo Freudenthal / Revista ‘Aragón’

Einstein, en el laboratorio de Rocasolano
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¿Antonio Ríus solo tomó esta foto?

El químico Antonio Ríus Miró estaba en 1923 en la Escuela de Industria de Zaragoza y retrata a Albert Einstein, con su abrigo, en el Laboratorio de Investigaciones Bioquímicas dirigido por Antonio de Gregorio Rocasolano en la Facultad de Ciencias, junto a la zona actualmente ocupada por la cafetería del Paraninfo. Ríus publica esta imagen en la revista del Centre de Lectura de su Reus natal. Ya que lleva consigo su cámara, ¿no hace más fotos? Si las hace, ¿dónde están? Antonio Ríus Miró / Revista del Centre de Lectura de Reus

En opinión de Carmen Agustín, del departamento de Ciencias de la Documentación de Unizar, "aunque posible, es poco probable que se conserven muchas más fotografías de autor distinto a Freudenthal". El hecho de que, "además de cónsul honorario de Alemania, fuese fotógrafo con gabinete abierto (en ese año en Coso 54, ahora 42) en Zaragoza y haber trabajado como ‘director artístico’ y reportero gráfico de HERALDO, no favorecía ni facilitaba el trabajo de otros profesionales de la cámara. Pienso que se daba por supuesto que fotografiar a Einstein era cosa suya".

Sin embargo, la visita de Albert Einstein, que se pasea por Zaragoza, visita el Pilar, la Seo y la Aljafería e incluso va al teatro, es también un acontecimiento social. El público quiere ver al mito, a la celebridad de moda en aquel momento. Y en Zaragoza hay gente dispuesta a disparar. "El número de cámaras disponibles debía de ser elevado, a tenor de los anuncios de material que aparecen en la prensa y especialmente en los anuarios comerciales de la época", anota Agustín.

En la década de 1920, la fotografía ‘amateur’ va teniendo cada vez más presencia. "Con las placas secas al gelatino-bromuro, que se venían comercializando ya preparadas desde finales de la década de 1880, cualquier aficionado que dispusiese de una cámara solo necesitaba cargarla con dichas placas y llevarlas luego a revelar a uno de los muchos estudios y laboratorios que trabajaban en Zaragoza", relata Hernández Latas. Además, las cámaras "eran cada vez más cómodas de transportar y manejar, fueron muy comunes las llamadas cámaras plegables de bolsillo (‘folding pocket’), como la Kodak, y también las estereoscópicas de pequeño formato, como la Verascope Richard, entre otras muchas".

¿Podría alguna más de las fotografías perdidas de Einstein en Zaragoza dormir en algún olvidado álbum familiar?

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