Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Centenario de la visita de Albert Einstein a Zaragoza

¿Se tomó una fotografía de la pizarra perdida de Einstein?

Una factura desvela que la Universidad pagó en 1923 al fotógrafo Cepero una "ampliación gráfico de Einstein", ¿serían las fórmulas que trazó con tiza?

En abril de 1923, el fotógrafo Lucas Cepero emite a la Universidad de Zaragoza una factura por 35 pesetas y 20 céntimos por "Una ampliación gráfico de Einstein"
En abril de 1923, el fotógrafo Lucas Cepero emite a la Universidad de Zaragoza una factura por 35 pesetas y 20 céntimos por "Una ampliación gráfico de Einstein"
Archivo Universitario-Universidad de Zaragoza

Por más que se ha buscado, no hay ni rastro de la pizarra –o las pizarras– que Albert Einstein utilizó durante sus conferencias en Zaragoza y que el rector Ricardo Royo Villanova ordenó fijar y conservar. Además de un encerado tangible, una foto de los dibujos y fórmulas allí estampados también hubiera permitido "mostrarlos a las generaciones venideras", como se quiso. ¿Pudo ser la "ampliación gráfico de Einstein" que el fotógrafo Lucas Cepero factura a la universidad en 1923 una imagen tomada a la mítica pizarra?

Hilos de los que tirar

"Es apasionante todo lo que te puede dar un archivo, sobre todo si vas tirando de los hilos". Esther Bentué recuerda la ilusión que le hizo encontrar por sorpresa, "casualmente, revisando facturas", una que nombrara a Einstein: el fotógrafo Lucas Cepero pasa a la Universidad de Zaragoza, con fecha 20 de abril de 1923, el cobro de 35,20 pesetas por "Una ampliación gráfico de Einstein".

La responsable del Archivo Histórico de Unizar buceaba en la documentación económica de la universidad en busca de material para la exposición "La belleza oculta de las facturas. Zaragoza, años 20", que se mostró en 2022. Esta documentación contable, "que no se ha revisado, documento a documento, casi nunca", suele quedar oculta entre los gastos de la universidad justificados por facturas "e incluso, hoy en día, se destruyen porque la información consta en otros sitios", señala.

En este caso, "nos hizo ilusión encontrarla porque hay muy poca constancia documental en los archivos universitarios de la visita de Einstein: el apunte contable de lo que se le pagó por sus conferencias y esta factura a Cepero; es una pena que haya tan poquito".

Realmente, nada más se sabe ni, por desgracia, se conserva la fotografía ampliada que se le encargó al mes siguiente de la visita de Albert Einstein a Zaragoza, del 12 al 14 de marzo de 1923. "Hemos buscado en los libros de contabilidad para ver si la factura tenía trayectoria, pero no hemos encontrado nada, por lo que no podemos saber a qué corresponde", reconoce. No obstante, sí podemos hacernos preguntas.

Mirando con atención la factura que Lucas Cepero gira a la Universidad de Zaragoza, se aprecia que "gráfico de Einstein" está escrito con letra y color de tinta distintos a "Una ampliación". Por alguna razón, interesa que conste qué es lo que se ve en la fotografía ampliada. Y podemos intuir quién la encarga, ya que, en la parte superior, a lápiz, leemos "Ciencias, científico ordinario", que, explica Esther Bentué, "corresponde a un tipo de gastos de material científico, gastos ordinarios", que pudo haber hecho la Facultad de Ciencias.

Dibujos, fórmulas y palabras

Albert Einstein no hubiera aceptado la invitación a venir a España sin cumplirse una condición: además de limitarse a conferencias puramente científicas, "poderme valer de dibujos y fórmulas matemáticas. Dada mi total ignorancia del español y mi deficiente conocimiento de la lengua francesa, no soy capaz de hacer una presentación solo con palabras. El alemán es el único idioma en el que puedo hablar inteligiblemente acerca de mi teoría". Así se lo escribió al matemático Julio Rey Pastor en junio de 1920.

Por eso, durante las dos conferencias que –en francés, "con frase lenta"– el sabio alemán ofreció en Zaragoza tres años después, se pusieron a su disposición pizarras en las que esbozó los fundamentos de la teoría de la Relatividad "ayudado por dibujos y algunas fórmulas", como relató HERALDO DE ARAGÓN.

Al terminar la segunda de ellas, el rector, Ricardo Royo Villanova, le pide que no solo no borre, sino que también firme "los dibujos hechos en las pizarras", con el propósito de fijarlos y conservarlos para siempre, convertidos en "reliquias de la fecha de hoy".

Si tanto se valoraron aquellos encerados, pudo también quererse atrapar su imagen en una fotografía. ¿Pudo ser la "ampliación gráfico de Einstein" que Cepero factura a la universidad en 1923 una imagen tomada a la mítica pizarra? Si lo fue, pizarras y fotografía de gran tamaño corrieron la misma suerte. Borradas por el paso del tiempo, se ha perdido su pista.

En el marco de las celebraciones del centenario de la visita de Albert Einstein a Zaragoza, la factura de Cepero  se podrá ver como parte de la exposición ‘Einstein & la ciencia aragonesa’ que se inaugura el viernes en el Paraninfo, fruto del trabajo de una comisión organizadora formada por Pedro J. Miana (coordinador), Julio Amaré, Josefina Pérez Arantegui, Clara Savirón y Belén Villacampa.

Lucas Cepero Bordetas, el fotógrafo que firma esta factura, pasó de la fotografía artística al fotorreportaje, como colaborador gráfico de HERALDO y corresponsal del diario madrileño ‘ABC’ y de su semanario ‘Blanco y Negro’. Tuvo en Don Jaime un novedoso gabinete fotográfico a pie de calle y en 1920 tomó las primeras fotografías aéreas de Zaragoza. El 14 de marzo de 1923 firmaba la foto de Einstein que se publicó en las páginas de HERALDO. Solo un año después, murió asesinado por un marido ofendido por la aventura que mantenía con su mujer. Había nacido en la localidad zaragozana de Monegrillo en 1881.

Manos que enamoran

Ya que no podemos ver lo que, hace cien años, Einstein trazó con su tiza sobre las pizarras que utilizó en las conferencias ofrecidas en Zaragoza, un retrato de su exitoso paso por París, publicado por HERALDO DE ARAGÓN el 4 de abril de 1922, nos deja asomarnos al ambiente de aquellas conferencias. Citas de alto valor científico y, al mismo tiempo, gran impacto social: "Parece que no habla con gran soltura el francés, pero en cambio las damas se han enamorado de sus manos. Unas manos elocuentes, blancas como las de un prelado, pequeñas y bien moldeadas; manos que subrayan, que comentan, que ilustran las frases; manos que trazan líneas, que describen trayectorias, que fijan puntos en el espacio, que marcan los contornos de las ideas y que acarician los conceptos elegantes". Así se dice que contaban los cronistas franceses "el modo en que el sabio famoso triunfa en París" hasta el punto de ponerlo de moda.

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