Sociedad

Cosas de la vida

Comer carne nos hizo más inteligentes, pero parecemos más tontos

El mensaje de los científicos está claro: nuestro consumo de carne excesivo está matando la biodiversidad.

Mucha carne en la dieta es poco saludable para el planeta.
Pixabay

Hace unos 2,8 millones de años aparecieron los primeros representantes del género Homo, que se caracterizaban por tener cerebros más grandes que otros simios. Mientras que los Australopithecus tenían una capacidad craneal de 400 cm³, parecida a la de un chimpancé, la de Homo habilis era de 600 cm³. Aún está lejos de alcanzar los 1.200 cm³ de nuestra especie, pero se trata de un aumento significativo del cerebro que requiere una explicación.

La mayoría de las hipótesis apuntan a un cambio en la dieta, en concreto a una mayor ingesta de carne. La proteína de origen animal es mucho más fácil de digerir, por lo que requiere un intestino más reducido y sencillo. Como el aparato digestivo también consume mucha energía, su reducción pudo permitir que crecieran otras partes del cuerpo como el cerebro. Por tanto, se puede afirmar que el paso a una dieta más carnívora nos hizo más inteligentes. Sería irónico que este mismo cambio terminase siendo nuestra perdición.

Cada vez hay más pruebas de que la depredación por el ser humano ha sido una de las principales causas de la extinción de muchas especies de megafauna. A lo largo de los últimos 50.000 años hemos exterminado a herbívoros como los mamuts o los perezosos gigantes, pero indirectamente también hemos causado la desaparición de los leones marsupiales, los osos de las cavernas y los tigres dientes de sable, debido a la competencia por las mismas presas.

A medida que los humanos hemos mejorado nuestra tecnología, la tasa de pérdida de especies se ha disparado hasta valores comparables a los de las anteriores extinciones masivas de la historia de la Tierra, provocando la sexta gran extinción. Los cuatro principales factores a través de los cuales amenazamos la biodiversidad son la alteración del hábitat, la sobreexplotación, las especies invasoras y el cambio climático. El consumo excesivo de productos animales juega sin duda un papel fundamental en estos cuatro factores.

Responsabilidades

La agricultura es la principal responsable de la degradación medioambiental en todo el mundo. Aproximadamente, un tercio de las calorías producidas por los cultivos se destina a alimentar animales criados para el consumo humano, y si tenemos en cuenta las tierras de pastoreo, la producción ganadera representa aproximadamente el 70% de la superficie agrícola mundial. Por tanto, el sector ganadero es actualmente el principal impulsor de la pérdida y degradación del hábitat, que, a su vez, es una de las principales causas del declive y la extinción de especies.

Además, los arrecifes de coral, que se encuentran entre los hábitats más amenazados del planeta, se ven gravemente afectados por la contaminación asociada a la producción ganadera. Esta libera a los ríos principalmente antibióticos, hormonas y otras sustancias químicas que acaban llegando a los océanos, dañando gravemente los distintos ecosistemas marinos.

Los animales domesticados a menudo se introducen en lugares nuevos para ellos. Se sabe que el ganado confinado afecta a las especies autóctonas por la transmisión de enfermedades, y el ganado suelto y asilvestrado también depreda la fauna autóctona y compite con ella. Por último, el sector ganadero es responsable del 14,5% de las emisiones de dióxido de carbono mundiales, la misma proporción que el sector del transporte.

La ciencia ya no tiene dudas de que estamos comiendo carne por encima de nuestras posibilidades. A pesar de todos estos hechos, aún hay reticencias en la población a asumir y aceptar el enorme impacto que tiene nuestra dieta carnívora en la biodiversidad. No se le está dando la importancia que merece. Dirigirnos hacia un consumo de carne sostenible debería ser una prioridad en cualquier estrategia global de conservación, ya que sin biodiversidad no hay futuro.

-Ir al suplemento Tercer Milenio

Apúntate y recibe cada semana en tu correo la newsletter de ciencia