Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Alimentación sostenible

Cómo medir si tu dieta cuida el planeta

Lo que comemos se vincula no solo con nuestra salud, sino también con la sostenibilidad ambiental. Investigadores del CITA han estudiado en qué medida nuestras tendencias alimentarias repercuten sobre el uso de recursos escasos como el agua de riego y la tierra agrícola, así como sobre las emisiones de gases de efecto invernadero.

En la dieta saludable Lancet predominan los alimentos de origen vegetal
En la dieta saludable Lancet predominan los alimentos de origen vegetal
Carlo "Granchius" Bonini

En el año 2050 seremos 10.000 millones de habitantes sobre el planeta y, si no hubiera ningún cambio en nuestros actuales hábitos dietéticos, la producción agraria mundial necesitaría incrementarse en un 50% para alimentarnos. Eso, o adoptar dietas donde predominen los alimentos de origen vegetal, como ha recomendado la comisión de expertos EAT-Lancet en su informe ‘Alimentos, Planeta, Salud. Dietas saludables a partir de sistemas alimentarios sostenibles’. Pero ¿qué efecto tendría a largo plazo en la sostenibilidad del planeta adoptar los requisitos nutricionales diarios recomendados por la ‘dieta Lancet’?

Un estudio dirigido por George Philippidis, investigador de la Fundación Araid en el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), en colaboración con el Joint Research Centre (JRC-Sevilla) de la Comisión Europea, lo ha examinado mediante un modelo de simulación que ha considerado el impacto en el agua de riego, la tierra agrícola y las emisiones de gases de efecto invernadero.

Adoptar una dieta saludable reduciría el uso de tierra y las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentaría el uso de agua de riego

Si en 2050 seguimos comiendo igual, a pesar de los cambios tecnológicos en el sector agrario, el aumento de un 50% en la producción agraria para poder alimentar a un planeta con muchos más habitantes "conllevaría un incremento en el uso de agua de riego, tierra agrícola y emisiones de un 34%, 9% y 44%, respectivamente", precisa el investigador de la Unidad de Economía Agroalimentaria y de los Recursos Naturales. 

En comparación, adoptar los requisitos nutricionales recomendados por la dieta saludable Lancet "producirá en 2050 ahorros a nivel mundial de un 8% en uso de tierra agraria y de un 9% en las emisiones debidas a la agricultura". Con una dieta más rica en frutas y verduras y menor consumo de carnes, aumentaría la demanda de agua de riego y de tierras de cultivo en un 5%, mientras que habría un ahorro significativo (-21%) en el uso de pastos permanentes. "En algunas regiones, por ejemplo, América Latina, con sistemas de producción ganaderos muy extensivos, los ahorros de tierra (aproximadamente un 30%) y de emisiones (aproximadamente un 40%) son sustancialmente más altos", destaca.

Por regiones, el cambio de dieta impulsaría aumentos notables en el consumo de agua de riego en Oceanía y la Unión Europea (UE) y un importante ahorro de tierras agrícolas en América Latina y Oceanía, acompañado de un aumento proporcional significativo de las tierras de cultivo en la UE y el norte de África.

Finalmente, se estima que el cambio de la dieta actual a la dieta saludable "podría resultar en un aumento del gasto promedio en alimentos per cápita del 3%, que puede repercutir negativamente en las regiones más vulnerables del mundo". Curiosamente, África Subsahariana, que se supone que no adopta la dieta saludable porque no puede permitírselo económicamente, "se beneficiaría de un efecto ‘rebote’ debido a la caída de los precios de la carne y de los productos lácteos".

El trabajo ha sido publicado en la revista ‘Resources, Conservation & Recycling’ por todo el equipo, que completan tres investigadores del CITA: Pilar Gracia de Rentería, Hugo Ferrer Pérez y Ana Isabel Sanjuán López; junto a Robert M’Barek del JRC-Sevilla.

Un plato de salud planetaria, según el informe EAT-Lancet
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Un plato de salud planetaria

La mitad aproximadamente del plato de salud planetaria debería consistir en verduras y frutas; la otra mitad, principalmente granos enteros, fuentes de proteínas vegetales, aceites vegetales insaturados y (opcionalmente) cantidades modestas de proteínas de origen animal. Es la recomendación de la comisión EAT-Lancet, que reunió a 37 científicos de 16 países para conseguir dietas saludables y una producción sostenible de alimentos. En su informe señala que, para 2050, "el consumo mundial de frutas, vegetales, frutos secos y legumbres deberá duplicarse, y el consumo de alimentos como la carne roja y el azúcar deberá reducirse en más del 50%. Una dieta rica en alimentos de origen vegetal y con menos alimentos de origen animal confiere una buena salud y beneficios ambientales". También recoge que una dieta sana y sostenible supone 300 gramos de carne a la semana, cuando en España consumimos más de 140 gramos al día.

Impacto medioambiental de la dieta, según un estudio del CITA
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Un mundo interconectado

Cada línea –azul, naranja, amarilla– indica el impacto medioambiental en el uso de tierra agraria, agua de riego y emisiones de gases efecto invernadero (GEI) –áreas sombreadas en verde, azul y gris, respectivamente– que tendría el consumo de cada una de las dietas y de los alimentos que las componen. Cuanto más alejada esté la línea del centro del polígono, mayor es su impacto.
La sostenibilidad medioambiental de la dieta se ha medido en este estudio del CITA y el JRC-Sevilla calculando los cambios en los requisitos de recursos ‘virtuales’, es decir, la cantidad directa e indirecta de agua de riego, tierra agrícola y emisiones de gases de efecto invernadero necesarias para poner en el plato los alimentos que componen cada dieta. Los resultados para el año 2050 se han obtenido utilizando un modelo de simulación que incorpora todos los sectores y todas las regiones a escala mundial. Porque "en un mundo interconectado, las decisiones que adoptan los consumidores en un determinado país no solo repercuten en la disponibilidad de recursos en ese país, dadas las fuertes relaciones comerciales", señala el investigador Araid George Philippidis.

Una alimentación saludable a la vez para las personas y para la Tierra

El estudio llevado a cabo en el CITA ha medido hasta qué punto es posible seguir una dieta saludable al mismo tiempo para las personas y para el planeta. Por un lado, "desde el punto de vista de la salud, diversos organismos internacionales, entre ellos la OMS, han alertado de la necesidad de aumentar el consumo de frutas y verduras y disminuir el consumo de pescado y carne, especialmente de carne roja", recuerda George Philippidis. Por otro, "desde el punto de vista de la sostenibilidad, la agricultura supone 52 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (CO₂eq) y contribuye en torno al 16% de todas las emisiones de la economía española". En particular la ganadería "sigue siendo el principal emisor del metano, que tiene un efecto de calentamiento global más fuerte que otros gases". 

Otra cuestión importante, destaca, "es la gestión de la tierra en relación con las exigencias de los mercados alimentarios impulsadas por una demanda cada vez más creciente y exigente que, en ocasiones, se puede alejar de lo que se consideraría como un consumo responsable". Así, "una conversión de tierra para la producción de alimentos poco responsable no solo acelera el cambio climático, sino que también perjudica la biodiversidad y los ecosistemas de nuestro planeta", asegura.

Considera que la sociedad está cada vez más concienciada de las repercusiones de nuestra alimentación sobre el medio ambiente: "Cualquier alimento que consumimos necesita de una cantidad de agua de riego, de tierra y de emisiones para que llegue a nuestras mesas. Por eso una dieta más saludable puede contribuir beneficiosamente al medio ambiente equilibrando el uso de esos recursos".

Hay que tener en cuenta que las tendencias de consumo no solo dependen de la renta per cápita, sino también de factores culturales y religiosos, que pueden influir en el consumo de carne roja. El cambio hacia una dieta más rica en verduras, hortalizas y frutas "supone un esfuerzo más grande para unos que para otros, en particular en el mundo occidental".

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