Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Aquí hay ciencia

¿Te lo vas a comer?

Seguir la pista de la comida de una residencia de estudiantes para comprobar si era o no del día anterior se convirtió en uno de los primeros ensayos de los futuros marcadores para el estudio de procesos biológicos y rutas metabólicas en los seres vivos.

El cocinero Alberto Chicote
El cocinero Alberto Chicote
José Miguel Marco

Acaba de estrenarse la segunda temporada del polémico programa ‘¿Te lo vas a comer?’, en el que el cocinero y ‘showman’ Alberto Chicote se dedica a investigar y destapar todo tipo de prácticas aberrantes, fraudulentas y ‘de pesadilla’ sobre temas de alimentación y consumo. Hoy ponemos al presentador tras la pista de un caso histórico y que hizo historia.

El suceso en cuestión aconteció en 1910, en una residencia de estudiantes de la ciudad inglesa de Manchester, en la que se alojaba un químico húngaro de buena familia de apenas 25 años y que poco después de haberse doctorado había comenzado a trabajar en el laboratorio del gran Ernest Rutherford; en concreto en el campo de la radioquímica, esto es, el estudio de los elementos químicos radioactivos. Pues bien, el joven químico sospechaba que la encargada del establecimiento tenía la mala costumbre de ‘reciclar’ la comida que sus huéspedes dejaban en los platos para volverla a servir en días posteriores. Como era de esperar, cuando manifestó sus sospechas ante la señora, esta se mostró totalmente indignada, montó en cólera y puso el grito en el cielo asegurando que toda la comida que servía estaba elaborada con los productos más frescos. Una explicación que no convenció al químico.

Para confirmar sus sospechas y dejar en evidencia a la encargada, en la siguiente comida roció disimuladamente los restos de su plato con un poco del plomo radiactivo con el que estaba investigando en el laboratorio. Y, un par de días después, se personó en el comedor con un aparato inventado por su compañero de trabajo, Hans Geiger, y con el que detectó –sonoro ‘pi-pi-pi-…’ mediante– la presencia del plomo radiactivo en el "recién elaborado con productos frescos" menú del día. Según algunas fuentes, la dueña quedó tan fascinada con el método empleado por su huésped y la posterior explicación de los hechos que este le ofreció, que no solo prometió corregirse, sino que dejó de cobrarle.

El joven radioquímico en cuestión era George de Hevesy, pionero en el uso de sustancias radiactivas como marcadores para el estudio de procesos biológicos y rutas metabólicas en los seres vivos; una labor por la que en 1943 sería galardonado con el Nobel de Química. Aquel episodio se considera uno de los primeros e inspiradores ensayos que llevó a cabo en dicho ámbito.

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