Los nutricionistas avisan sobre las dietas milagro: no funcionan y además son peligrosas

Favorecen la aparición de riesgo de trastornos de la conducta alimentaria, provocan efecto rebote y tienen consecuencias negativas en la salud.

El libro 'No consigo adelgazar' del francés Pierre Dukan vendió en España más de 250.000 copias
Las dietas milagro no funcionan.
H.A.

Con la llegada del verano, se multiplican las dietas que prometen resultados rápidos y duraderos pero que, además de no funcionar, provocan graves efectos secundarios como déficit nutricional, alteraciones de las funciones renal y hepática e incluso reproductiva o aumento del riesgo cardiovascular.

Con motivo del Día Nacional de la Nutrición que se celebra este jueves, el Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas (Cgcodn) y el Instituto #SaludsinBulos han lanzado el informe 'Dietas milagro: promesas y riesgos' en el que desmontan sus mensajes, amplificados en las redes sociales en las que están a la orden del día.

Lejos de hacer milagros, estas dietas que prometen perder peso en poco tiempo, sin esfuerzo y restringiendo total o parcialmente alimentos o grupos de alimentos básicos como las legumbres, cereales o frutas y hortalizas "no solo no funcionan, sino que resultan peligrosas", de ahí la importancia de saber identificarlas.

¿Cómo? Una señal es que suelen ser muy bajas en calorías y limitan de forma extrema la ingesta de alimentos que aportan hidratos de carbono, no están pautadas por un profesional sanitario, sino por alguien que "le ha funcionado", y suelen ir acompañadas de algún método, libro o producto "que es parte de la solución".

Algunos ejemplos son las disociadas -De Hay o Disociada, Régimen de Shelton, Hollywood, Montignac, Antidieta-; Dietas excluyentes, que pueden ser sin lípidos y proteínas -como la del Dr. Prittikin o la del Dr. Haa- o sin hidratos de carbono -como la Scardale, la de los Astronautas, la de Hollywood, la de Atkins, la de Lutz o la de la Proteína Líquida-.

También están las Dietas hipocalóricas desequilibradas, como la "Toma la mitad", la Gourmet, la Dunkan o la Cero.

Aunque su estrategia pueda provocar una rápida pérdida de peso inicial, en realidad lo que fomentan es la eliminación de agua corporal y masa muscular, lo que junto con los numerosos cambios que causan en el metabolismo, produce un efecto rebote al abandonarla.

De hecho, cada vez es más habitual encontrar casos de sarcopenia (pérdida crónica de masa muscular) en personas que viven con obesidad y que han seguido estas dietas en numerosas ocasiones.

Al ser muy restrictivas, monótonas, que suelen abandonarse a corto o medio plazo y que perpetúan la asociación entre salud y peso corporal, así como la idea de compensar las trasgresiones alimentarias, acaban favoreciendo la aparición de riesgo de trastornos de la conducta alimentaria (TCA).

Entre sus efectos secundarios, están el cansancio y apatía, el déficit nutricional, el incremento de riesgo cardiovascular, o la alteración de la función hepática y renal; una alimentación deficiente en nutrientes esenciales impacta negativamente en todos los sistemas del organismo y, en el caso de las mujeres, puede llegar a tener efectos a nivel reproductivo.

Además, el posterior efecto rebote conduce a problemas psicológicos como frustración y baja autoestima.

Sin olvidar que entierran la oportunidad para seguir una dieta realmente saludable: "Nunca son adecuadas", zanjan los expertos.

Frente a ello, aclaran lo que sí puede hacerse para perder peso: una dieta hipocalórica equilibrada, con una reducción ligera o moderada de la energía diaria, personalizada en preferencias, horario, aversiones, capacidad adquisitiva, preferencias de alimentación y conocimientos culinarios, etc., y aumentar la actividad física.

Lo aconsejable es incluir una amplia variedad de alimentos saludables frescos y mínimamente procesados, como frutas, hortalizas, granos integrales y sus derivados o legumbres, así como una selección de productos proteicos -pescados, huevos y mariscos-, y otros bajos en grasas como carnes blancas magras y lácteos.

Un objetivo realista que puede contribuir a reducir el riesgo asociado a la obesidad es la pérdida de 0,5kg a la semana, principalmente de grasa corporal. Y siempre deberá ser un dietista-nutricionista el que haga el seguimiento de la composición corporal, corrigiendo el perfil nutricional de la dieta para evitar o reducir la pérdida de masa magra. 

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