Uno de cada siete españoles se siente solo

El aislamiento no deseado dispara las enfermedades y las bajas laborales con un coste de 14.000 millones, lo que equivale al 1,2% del PIB.

Imagen de archivo
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La soledad, el aislamiento personal no deseado, se ha convertido en España en un problema de enorme magnitud. Alcanza ya a uno de cada siete españoles, mina su salud, reduce drásticamente la calidad de vida, causa muertes prematuras y tiene unos costes milmillonarios para los servicios públicos. Así lo certifica el primer estudio monográfico sobre este mal en ascenso, elaborado por el Observatorio de la Soledad no Deseada, impulsado por la Fundación Once.

El análisis revela que el aislamiento involuntario alcanza ya al 13,4% de la población. Lo sufren prácticamente uno de cada siete españoles, lo que supone un aumento del 33% de afectados respecto a las estimaciones que se manejaban hace solo una década. La soledad es un mal que padecen más las mujeres (14,8%) y bastante más los jóvenes (en la franja de 16 a 24 años la prevalencia es del 22%) y que también condiciona el día a día de una de cada cuatro personas con discapacidad o dependientes.

No hablamos de un mal día o de una semana de desamparo. Quienes se sienten así llevan una media de seis años atrapados en esta situación degenerativa e indeseada. Las causas hay que buscarlas en la ausencia de contacto con familiares y amigos, el sentimiento de incomprensión, los trabajos muy absorbentes, en la propia dificultad personal para relacionarse y, en casos más concretos, en el aislamiento geográfico o la enfermedad.

El informe, por primera vez, no solo describe los estragos que la soledad causa en quienes la padecen sino que calcula cuál es su coste económico y social, lo que ratifica la gran dimensión del problema. Solo en términos monetarios, este mal cuesta cada año unos 14.000 millones de euros, sobre todo a las administraciones públicas, lo que equivale al 1,17% del PIB español o a todo el presupuesto anual del Gobierno Vasco. Pero, además de dinero, también cuesta tiempo de vida y, sobre todo, calidad de vida.

Los autores han calculado, tras un trabajo demoscópico con 4.000 personas que representaban la realidad del país, que los efectos del aislamiento involuntario -limitaciones en las actividades diarias, dolor, falta de vitalidad, depresión, muertes prematuras- terminan en España con hasta un millón de años de vida de buena calidad, lo que significa liquidar casi un 3% de los años saludables que deberían vivir los españoles de más de 15 años.

El estudio deja claro que el efecto de la soledad no deseada sobre la salud y, por extensión, sobre las cuentas de los servicios sanitarios es demoledor. Estima los costes sanitarios anuales que desencadena en algo más de 6.100 millones de euros, debido a un incremento de casi 500 millones del gasto farmacéutico, pero, sobre todo, a los más de 5.605 millones que es preciso desembolsar por un exceso de visitas médicas. Quienes sufren este aislamiento acuden con más frecuencia al médico de familia, pero lo que marca la diferencia es que precisan tres veces más de atención especializada y duplican la media de viajes a la puerta de urgencias, lo que supone también el doble de hospitalizaciones.

Triple de sedantes

Nada de esto extraña si se repasan los efectos directos sobre la salud de la soledad continuada, un auténtico factor de riesgo para muchas dolencias. Quienes la sufren padecen entre cinco y seis veces más trastornos de salud mental, como la ansiedad o la depresión, y entre seis y siete veces más dolencias cardiovasculares graves, como los infartos y anginas de pecho o los ictus. Con estos cuadros clínicos, tampoco choca que el estudio desvele que estas personas consumen el triple de sedantes y relajantes que la media de los españoles o cinco veces más estimulantes y antidepresivos.

Entre quienes viven en soledad abundan los ciudadanos con algún tipo de discapacidad y también quienes sufren limitaciones graves para desenvolverse en la vida diaria (lavarse, vestirse, comer). Son limitaciones importantes en el doble de personas que entre la población general.

Los problemas de salud y limitaciones severas detectados explican un segundo y abundante coste anual. Son los aproximadamente 8.000 millones que cuestan o se esfuman, según el caso, como consecuencia de la reducción de productividad del país a través de las bajas médicas, el absentismo, las jornadas o trabajos a tiempo parcial y la pérdida de años de vida productiva.

La última consecuencia calculada por el Observatorio, la más dramática, son las casi 850 muertes prematuras que en España se atribuyen directamente a la soledad no deseada, que suponen ocho años de vida perdidos de media y 6.707 en conjunto.

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