Bajos en carbohidratos, ricos en fibra, minerales y vitaminas, con efectos antioxidantes y efectivos en el control de los niveles de azúcar en sangre. Estos son algunos de los numerosos beneficios que desde diversos foros se les atribuyen a los denominados superalimentos, unos productos muy populares entre ciertos sectores de la población.

La quinoa, la col rizada, las semillas de chía, el té kombucha, la espelta, las bayas de goji o el aceite de coco son algunos ejemplos de este tipo de artículos que, no obstante, han estado rodeados de polémica en diversas ocasiones. Así, ante la creencia de algunas personas, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha recordado que, a pesar de que cuentan con muchas propiedades y ayudan a mantener una buena salud si se consumen dentro de una dieta equilibrada y variada, no son "milagrosos" ni curan enfermedades.

"Es cierto que dentro de toda la gama de alimentos que existen hoy en día encontramos algunos que destacan por su elevada concentración en algún nutriente importante. Pero la palabra ‘superalimento’ es un término creado por el marketing para ensalzar las características y bondades de algunos productos con fines comerciales", explica la dietista-nutricionista Amanda Gaspar.

Dado que el cuidado de la alimentación personal ha cobrado una notable relevancia en los últimos años, estos productos –alimentos exóticos y muy publicitados por ‘influencers’ y ‘blogueros’ en muchos casos– han ganado una gran popularidad. Sin embargo, numerosos expertos insisten en la motivación publicitaria del concepto y restan importancia al carácter ‘especial’ de sus propiedades que a menudo exhiben sus promotores.

Tan saludables como otros clásicos

"Comparten la característica de ser opciones saludables, pero no lo son más que algunos de los alimentos que se vienen consumiendo de forma tradicional en nuestra cultura como los frutos secos o las legumbres. Si no llevamos una alimentación saludable y variada, de nada sirve incorporarlos a nuestra dieta. Es importante tener en cuenta que ningún alimento por si solo cubre todas las necesidades nutricionales de un individuo. La palabra ‘superalimento’ puede inducir a confusión y a creencias erróneas. Por esta razón, este tipo de alimentos pueden suponer en ocasiones un riesgo para la salud cuando se consumen de forma desmesurada, pensando que a mayores dosis obtendremos un mejor resultado o incluso compensar una mala alimentación", manifiesta la profesional.

Una mayor educación nutricional y consultar a los expertos en este campo es una de las claves que apuntan los especialistas para salir de dudas a este respecto. Así como recordar que existe la posibilidad de sustituirlos por opciones de proximidad. "Por ejemplo, para hacer un buen consumo de omega 3, tenemos otras opciones además de las famosas semillas de chía. Podemos cubrir nuestras necesidades de omega 3 con un consumo de pescado azul de dos a tres veces por semana o con la ingesta diaria de nueces y semillas de lino", apunta Gaspar.

Otro de los problemas en este sentido y que también han puesto de manifiesto las organizaciones de consumidores son las implicaciones sociales y medioambientales que acarrean. No en vano, en ocasiones, cuando un alimento de consumo tradicional se pone de moda, se hace inaccesible para la población por la subida de su precio como, por ejemplo, ocurrió hace unos años con el aumento de la demanda de quinoa y el encarecimiento que experimentó en determinadas zonas de Latinoamérica. "Por otro lado, el cultivo masivo de este tipo de alimentos implica un gran impacto medioambiental, destruyendo flora y fauna autóctona y degradando la calidad del suelo", concluye la dietista-nutricionista.

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