¿Por qué puede contagiarse de covid un miembro de la familia y otros no ante la misma exposición al virus?

Un estudio del Imperial College de Londres determina el papel de las células T de memoria frente a los coronavirus en la posible protección para la covid-19.

Un estudio da algunas claves sobre la protección frente a la covid-19.
Un estudio da algunas claves sobre la protección frente a la covid-19.
Pixabay

Un estudio realizado en el Imperial College de Londres, coordinada por Rhia Kundy y Janakan Sam Narean, arroja resultados muy interesantes acerca del efecto de las defensas frente al resfriado común y su relación con la protección ante el SARS-CoV-2. El estudio, publicado en la revista 'Nature Communications', abordó 52 casos de covid-19 en contagios acaecidos en hogares en los momentos inmediatamente posteriores a la exposición al virus; se observó una mayor cantidad de células T de memoria inmune (que forman parte del sistema inmunitario y se generan a partir de células madre en la médula ósea: ayudan a proteger el cuerpo de las infecciones) en las personas que no se infectaron a pesar de la exposición.

En el estudio se comparó ese aumento con el de las células T que reaccionan al constipado común. Las células T crecen tras la respuesta inmunológica del organismo frente a un catarro, por ejemplo. Por ello son muy interesantes para el trabajo en las llamadas vacunas de segunda generación, las que sustituyan a las actuales en un futuro próximo y puedan convertir la actual pandemia en una enfermedad de prevención más sencilla, como la gripe, que ya tiene su campaña anual de vacunación. En el estudio no hubo lugar a dudas, ya que los niveles de células T eran significativamente mayores en las 26 personas que no dieron positivo en SARS-CoV-2 respecto a las 26 que sí se contagiaron. De hecho, esas células T se dirigieron a las proteínas internas del virus del SARS-CoV-2 en vez de a la proteína S de la superficie del SARS-CoV-2 para protegerse de la infección, diana a la que se dirigen las vacunas actuales.

Los investigadores del Imperial College apoyan la inclusión de antígenos en las vacunas de segunda generación que se dirijan a estas proteínas internas, a fin de dirigirlos a esas proteínas internas, en vez de a las proteínas S de la superficie del virus, como ocurre con las actuales. Así, la protección sería mucho más eficaz, y no iría solamente encaminada a reducir (no eliminar por completo) de manera drástica las posibilidades de contagio, como ocurre ahora.  

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