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El Cervantes en bicicleta

Miguel Delibes.
Fragmento de una ilustración del oscense Antonio Santos para el libro 'Delibes en bicicleta' (Nórdica).
Antonio Santos/Nórdica.

Iba cada día en bici a trabajar al periódico que dirigía. Dedicó a esta afición uno de sus libros, ‘Mi querida bicicleta’, y tenía fama de ser un buen escalador. Tanto, que ha sido el único escritor ilustre al que la mítica Quebrantahuesos ha rendido homenaje. ‘Mens sana in corpore sano’.

En sus años mozos, la bicicleta acortaba distancias entre Miguel Delibes y el gran amor de su vida, Ángeles de Castro. Recorría 94 kilómetros por sinuosas carreteras de montaña para llegar desde Molledo, el pueblo cántabro de su padre donde pasó los veranos de su juventud, hasta Sedano, en Burgos. De su pasión por la que luego sería su esposa da medida su firma en sus primeros tiempos como dibujante en ‘El Norte de Castilla’: MAX (M de Miguel, A de Ángeles y X de lo que vendría de su unión). "La X somos todos", gritan los miembros de la gran familia Delibes de Castro cada verano desde 2010, cuando inician la ruta ciclista que instauraron tras morir el escritor.

Delibes fue también ecologista pionero, apasionado de la caza sostenible, a la que dedicó diez libros, y defensor del equilibrio de la naturaleza. También se adelantó a su tiempo al dar voz a la población rural en plena sangría migratoria.

Este año 2020 se cumplen 100 años del nacimiento del ganador del premio Cervantes en 1993. Cuando lo recibió, sobrecogió a los presentes con su emocionante discurso. Una de sus reflexiones fue la siguiente: "Aspiro a conservar la cabeza suficiente para darme cuenta de que estoy perdiendo la cabeza". Y lo logró, como prueba su última y extraordinaria novela ‘El Hereje’, un canto a la tolerancia.

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