Por
  • Alberto Sabio Alcutén

La escuela primaria de la libertad política

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El candidato del PSOE, Ramón Sainz de Varanda, deposita su voto
Juan González Misis/Archivo Heraldo

El ayuntamiento es a la libertad política lo que la escuela primaria a la educación. Esta frase de Alexis de Tocqueville se citó varias veces en el Congreso 'Democracia y Territorio. 40 años de ayuntamientos democráticos', celebrado la semana pasada en Zaragoza. Porque, en efecto, es en los espacios políticos reducidos donde la participación ciudadana puede ser más directa y espontánea.

En 1979 se produjo una secuencia electoral muy parecida a la de este año 2019: primero, elecciones generales y, apenas un mes después, comicios municipales. Adolfo Suárez sabía perfectamente que en generales obtendría un escrutinio más favorable y se mostró contrario a hacer coincidir ambas convocatorias. Habían pasado tres años y medio desde la muerte de Franco y todavía no se habían celebrado elecciones municipales. Fue una forma de priorizar las negociaciones de alto nivel y la consolidación de posiciones electoralistas en un tiempo de cambio tan delicado como fascinante.

El 3 de abril de 1979, finalmente, la democracia llegó a los pueblos y ciudades. En muchos pueblos aragoneses seguía existiendo cierto temor y respeto a la hora de implicarse políticamente y poner su nombre en listas electorales. La Guerra Civil todavía proyectaba su sombra. Así, de los 731 municipios aragoneses, casi todos muy pequeños ya en 1979, el PSOE fue capaz de presentar candidaturas en 218, muy por encima de lo alcanzado por el PCE (37 municipios) o el PAR (40), pero muy por debajo de las 635 candidaturas ofertadas por UCD, que desplegó una desenfrenada actividad de reclutamiento y cooptación de elites locales. A pesar de la escasa militancia ucedista, los resortes de la Administración convenientemente utilizados y la afinidad política de numerosos secretarios de ayuntamientos le permitieron superar a todos los demás partidos. A la luz de estos guarismos, no le resultó difícil a UCD controlar las tres diputaciones provinciales, pero el PSOE fue el partido más votado en la ciudad de Zaragoza, anunciando la dinámica de cambio político que culminaría en los comicios de octubre de 1982. En realidad, UCD sumó más votos en toda España, pero el PSOE se hizo con el gobierno de las principales ciudades (Madrid con Tierno, Barcelona con Serra, Valencia, Málaga…), por lo que casi el 70% de la población española quedó con administración socialista.

Ramón Sainz de Varanda encabezó la candidatura del PSOE en la ciudad de Zaragoza, y se convirtió en alcalde tras pactar por la izquierda con el PCE y el PTE, formaciones que habían obtenido representación municipal. Este pacto resultó imprescindible para gobernar en muchas ciudades españolas, aunque desplazaba la posición ideológica de centroizquierda que buscaba Felipe González para contar con oportunidad de acceder a la Moncloa.

En las últimas cuatro décadas se ha interpretado muchas veces la autonomía local como simple autonomía administrativa, convirtiendo al ayuntamiento en la Cenicienta de la arquitectura institucional del Estado, aun cuando la Constitución sitúa en el mismo nivel a los municipios y provincias que a las comunidades autónomas.

A ir en bicicleta se aprende yendo en bici. A disfrutar de la libertad se aprende practicándola, y a ser ciudadano de una nación se aprende muchas veces desde el ayuntamiento.

Alberto Sabio Alcutén es profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza

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