elecciones municipales de 1979

Cuatro decenios con el bastón de mando

Cinco alcaldes en Aragón siguen en el cargo desde 1979, todos en municipios de menos de 500 habitantes. Las zonas rurales afrontaban una situación muy precaria.

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El alcalde de Plasencia de Jalón, Gregorio Benedí, en el consultorio médico
L. F.

La vida política nacional era algo lejano que se contemplaba por televisión, y en la que no existían posibilidades de participación. Sin embargo, "en un ayuntamiento, sobre todo si era pequeño, la nueva ciudadanía se podía ejercer todas las mañanas", escribió sobre las elecciones de 1979 el historiador Carlos Forcadell en el libro ‘Ciudadanos y ayuntamientos. 25 años de democracia municipal’, editado en 2004 por la DPZ. Esta fue una de las principales consecuencias del cambio de sistema: el alcalde pasó a depender de los vecinos, y no al revés, de forma que los propios vecinos pasaron a sentirse integrados en el proyecto municipal.

Y si esto sucedió en las mayores urbes, fue quizás en los pequeños municipios donde se percibió de forma más intensa. "Por eso era tan atractivo el ayuntamiento: había un contacto directo con el ciudadano. Yo creo que las nuevas corporaciones ayudaron a consolidar los valores democráticos", recuerda el exsecretario general del PSOE aragonés Santiago Marraco, quien fue cabeza de lista socialista en Huesca capital.

Entre quienes pueden atestiguar los cambios que se vivieron entonces están los primeros alcaldes en democracia. Regidores que tuvieron que adaptarse a un sistema recién implantado, y que debieron echar mano de secretarios e interventores ante la falta de experiencia. En Aragón hay cinco que continúan en el cargo desde 1979: tres en la provincia de Zaragoza (Gregorio Benedí en Plasencia de Jalón; Esmeraldo Marzo en Mainar, y Antonio Catalán en Alforque), uno en la de Huesca (Ángel Gracia en Banastás) y otro en Teruel (Manuel Murciano en Moscardón).

"Esos días eran distintos a los actuales. Estábamos recién escudillados, que decía aquel, de la dictadura: la gente aún recelaba de las cosas, pero aquí no hubo ningún problema", recuerda Gregorio Benedí, entonces alcalde por la UCD y ahora por el PP. "Con la llegada de la democracia el cambio fue total. Antes no había nada. ¡Nada! No teníamos ni agua corriente. Ahora gracias a Dios tenemos todos los servicios necesarios", prosigue.

Manuel Murciano, hace seis años a la entrada de Moscardón
Manuel Murciano, hace seis años a la entrada de Moscardón
Heraldo

De eso mismo puede dar fe Manuel Murciano, quien pocos años antes de las elecciones del 79 había regresado de Francia -adonde se fue con 18 años- a casa para impulsar una industria ganadera. "Puse en marcha el negocio sin agua ni electricidad. Ser emprendedor ahora es una cosa, pero hacerlo entonces en un pueblo en el que no había nada sí que era duro. La electricidad se iba cuando quería y las calles eran de tierra. Solo había casas hundidas y gente de ochenta años", rememora este regidor, que también empezó en la UCD pero que ahora representa al PAR.

Con el tiempo, sin embargo, empezó a llegar financiación a los consistorios y los ayuntamientos por fin carburaron. "En aquellos momentos el ambiente era bueno -destaca Esmeraldo Marzo-. Mi primera decisión fue arreglar esta casa, el ayuntamiento; era un montón de escombros, se hundía todo". Marzo, que como Murciano pasó de la UCD al PAR -y que ya era alcalde en la etapa franquista-, agradece la ayuda que recibió en esa primera temporada, cuando aún estaban asimilando la normativa recién aprobada y la nueva cultura municipal, de dos de los presidentes de la DPZ de entonces, Hipólito Gómez de las Roces y Gaspar Castellano: "Los tuve siempre a mi lado", valora.

Una de las estrellas de aquellas elecciones fue Luis María Garriga, finalista olímpico en 1968 y que en el 79 encabezó una candidatura como independiente en su Borja natal. "Unos meses antes me reuní con unos amigos y pensamos. ¿por qué no nos presentamos?", rememora. Y lo hicimos". Ganó, claro.

"¿Por qué me presenté? -se pregunta ahora Garriga-. No había instalaciones deportivas, y yo creo mucho en el deporte: es una base de la educación en valores que luego puedes aplicar a cualquier faceta de la vida. El hacer cosas por tu municipio. Y la novedad, claro: por primera vez teníamos la posibilidad de presentarnos como concejales libres".

Garriga siente cierta nostalgia de aquella temporada, una etapa "muy intensa". "Había una manera diferente de hacer las cosas: una administración más abierta, con gente en la calle, escuchando a los vecinos…", recuerda el exregidor, quien más tarde repitió como alcalde, aunque enrolado en las filas aragonesistas. "Salías a la calle y la gente te conocía. Yo creo que se debería mostrar más a la gente de dónde venimos para valorar lo que tenemos", concluye.

Consulta los reportajes de las elecciones municipales de 1979.

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