música

Borja Juan: "Cada miembro del coro inclusivo es un artista en potencia"

Nacido en Zaragoza en 1990, dirige desde 2017 el Coro Cantatutti de la Universidad de Zaragoza, una actividad abierta a todo el mundo, que cuenta con más de 150 participantes.

Borja Juan, director del Coro Cantatutti de la Universidad de Zaragoza.
Borja Juan, director del Coro Cantatutti de la Universidad de Zaragoza.
Toni Galán

"Intentamos generar una experiencia que cree bienestar", defiende Borja Juan, director del Coro Cantatutti de la Universidad de Zaragoza. Enmarcado dentro de la Cátedra Música e Inclusión para el cambio social, la actividad se ha convertido en un referente dentro y fuera de Aragón. El pasado fin de semana volvió a llenar la sala Luis Galve del Auditorio de Zaragoza con el concierto multisensorial 'La niña que se fue al mar'.

¿Cómo surgió el coro Cantatutti?
Fue una idea compartida, inspirada en el Coro de Manos Blancas de Venezuela, donde los niños sordos cantan con unos guantes blancos haciendo lengua de signos. Tenía esa idea para crear un modelo de agrupación social en España que pudiera ser un referente para Europa, pero adaptado, y luego se presentó la oportunidad de la mano de Icíar Nadal, codirectora junto a Belén López de la Cátedra Música e Inclusión para el cambio social.

Se podría decir que abrieron el coro a la sociedad.
Lo hicimos inclusivo con mayúsculas, y eso quiere decir que haya gente diversa de todo tipo: no solo con discapacidad funcional, sino gente mal llamada ‘normal’ y de diferentes ámbitos socioeconómicos. No queríamos restringir la lengua de signos a personas sordas, sino hacerlo de manera polifónica. Y hasta ahora no hay ningún coro que esté signando a varias voces como este.

¿De dónde viene su pasión por la música?
Empecé a tocar el piano con tres o cuatro años… Fueron mis padres, maestros de música, los que me me apuntaron en aquel momento con una pianista armenia que se quedó aquí en Zaragoza, y fue la que me abrió el mundo de los conciertos. Mi abuela tocaba el piano, mi madre también, y los tres hermanos lo tocamos.

¿Cuáles son sus referentes?
Yo soy pianista, pero desde el año 2010 dirigía la orquesta de la Ruta Quetzal de BBVA, y viajábamos durante el verano 45 días por España y Latinoamérica, donde tiene sus orígenes este fenómeno. Aquí no llegó porque estaba instalado el modelo de conservatorio, más elitista. Pero allí se entendió la música como un proceso de democratización y de acceso a las artes por parte de las personas de clase baja, y una manera de evitar problemas sociales como la delincuencia o la drogadicción. El modelo se ha extendido de Latinoamérica al mundo.

¿Se imaginó alguna vez hacer realidad este proyecto?
Me imaginé haciéndolo, pero no cómo lo conseguiría. Al final, tocamos un montón de aspectos diferentes. Por un lado, está permitir el acceso, la participación. Pero al mismo tiempo, es importante el desarrollo artístico individual. Ver a cada miembro del coro como un artista en potencia, sin infantilizarlo ni caer en el paternalismo.

Qué porcentaje de coralistas hay con diversidad funcional.
En este momento, hay un 24,7% de discapacidad reconocida. Y un 49% son también perfiles vulnerables. A veces, la discapacidad no es lo más limitante del día a día en la persona, y eso en el coro se demuestra. Aquí nos gusta desdibujar las etiquetas.

¿Han tenido que derribar muchos estereotipos?
Hemos ido contra todo. Al abarcar tantos perfiles te das cuenta de las barreras más visibles e invisibles que hay. Ese ‘capacitismo’ y la mirada blanda hacia lo diverso es lo que más abunda; y un tema muy determinante: la accesibilidad. Es alucinante las barreras que te encuentras. Los escenarios normalmente no están pensados para que las personas con movilidad reducida sean los artistas. Están pensados para que vayan a verlos, no para que puedan ser los protagonistas.

¿Qué acogida tienen sus conciertos multisensoriales?De momento, nuestra experiencia es agridulce. Por un lado, las entradas -que salieron dos meses antes- se agotaron en una semana. La gente quiere repetir y le gusta el planteamiento innovador, con mochilas vibratorias que transforman el sonido. Pero nos gustaría tener los medios para que todo el público interesado pudiera venir, y que también fuera sostenible para nosotros. Hay veces que pagamos por actuar. Somos educadores de música con buena voluntad y cada vez más experiencia, pero un proyecto con esta trayectoria y número de gente necesita profesionalizar los cuidados con psicólogos, trabajadores sociales y recursos.

¿Se ven sobrepasados?Nosotros a día de hoy no cerramos la puerta a nadie que venga. Estamos dando cobertura en una actividad totalmente gratuita para los participantes, que a veces llegan a los 200, y muchos con necesidades especiales. Todo esto dentro de la Universidad, con una Cátedra, pero los medios humanos y económicos para tantas personas se quedan muy cortos. Cuando organizamos un concierto de estas características no solo creamos 'kits' individuales para el público, sino que hacemos toda la manufactura nosotros, y tenemos que contratar profesionales -técnicos de luces, de sonido, de lenguaje de signos...- que, de momento, estamos supliendo con voluntarios. Al final, esto es 24/7 todos los días del año, y lo haces con cariño, pero no es sostenible en el tiempo. Toda esa energía en un determinado momento puede fallar.

¿Es exigente con sus alumnos?Creo que mucho, pero desde el amor. Soy un firme defensor de que la gente viene a aprender a cantar, y de que cuando nos subimos a un escenario nos tenemos que sentir artistas, no menos que la persona que estuvo el fin de semana pasado en ese mismo escenario porque seamos gente ‘amateur’ o no hayamos ido al conservatorio ni tengamos un millón de seguidores en redes sociales.

"Cantar en coro es una experiencia única que no te la pueden explicar si no la has sentido. Vibrar juntos produce oxitocina y genera un sentimiento de felicidad"

¿Puede ser la música un instrumento para el cambio social?Yo creo que sí. La música tiene ese espacio social que es reconocido por todos o por casi todos y puede ser un vehículo para generar o defender este activismo educativo o musical que busca concienciar sobre las necesidades, denunciar las injusticias. Al final, la transformación social no es chasquear los dedos y que mañana sea todo distinto, sino intentar fomentar pequeños cambios que hagan nuestra vida más cómoda y más justa para vivir en equidad con los demás. Y, en ese sentido, la música es un vehículo para lanzar estos mensajes a la sociedad. En el caso de nuestro coro, es también demostrar que no es solo un mensaje, sino que las cosas con voluntad se pueden hacer.

¿Cómo es la relación entre ustedes?Hemos conseguido crear un vínculo que es la música y remamos en la misma dirección. Y cuanta mas experiencia tienes en el proyecto te das cuenta de que es una cuestión de voluntad. Muchas personas dentro del coro hacen que esto funcione. Hay gente voluntaria en una comisión de lengua de signos que hacen toda la traducción, gente que se encarga de la fotografía, graba vídeos y traduce partituras al braille. Y tengo dos directoras asistentes, Raquel Juan y Marta Sola, que son fundamentales en el resultado musical del coro. 

Comparte aquella estrofa de... 'Busco en Google ser feliz. Dicen que me apunte a un coro'. Soy un firme defensor de los coros, no solo de este. Cantar en coro es una experiencia única que no te la pueden explicar si no la has sentido. No importa si cantas bien o mal al lado de otras personas. Vibrar juntos produce oxitocina y genera un sentimiento de felicidad inmenso. Y tú sales de un ensayo mejor de lo que entras, salvo que te machaque el director. El hecho de cantar en grupo está demostrado que puede generar sentimientos positivos. Además te puedes desprender de ese proceso competitivo de un equipo deportivo. Aquí compites contra ti mismo y alrededor de unos compañeros que tienen un objetivo común.

¿De qué forma contribuye la música al bienestar emocional?
La salud mental es una de nuestras principales preocupaciones por esa invisibilidad que genera. La música no es magia ni medicina, pero sí podemos generar un espacio seguro donde estas personas tengan pequeñas dosis de normalidad y de paz en su semana mientras hacen sus terapias o llevan sus procesos, y eso crea un vínculo muy bonito.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión