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El desafío de educar a niños sordos y con otras patologías: "La pandemia nos ha hecho más fuertes a profesores y alumnos"

La directora, docentes y alumnos del Colegio de Educación Especial La Purísima de Zaragoza cuentan la experiencia de educar y aprender con la distorsión acústica que causan las mascarillas (cuando eran obligatorias), la ventilación y la distancia física.

En el Colegio concertado de Educación Especial La Purísima de Zaragoza para niños sordos todo es singular; empezando por el propio edificio, obra de Ricardo Magdalena. 

El centro acoge en la actualidad a una comunidad educativa formada por 145 alumnos -de Infantil, Primaria, Secundaria y FP básica (en rama administrativo)- con sordera y otras patologías y 50 profesionales (entre docentes, logopedas, fisios, terapeutas ocupacionales, orientadoras, auxiliares técnicos educativos...). Si la docencia ha sido complicada en dos años de pandemia, para un colegio como este, con muchas necesidades, ha sido todo un "desafío". Y es que las medidas sanitarias para frenar al virus afectaban sobremanera a la comunicación, con lo que eso supone para unos estudiantes con una audición alterada.

Tal y como explica su directora, Mariví Calvo, el primer hándicap es la distorsión acústica al tener las ventanas abiertas (en una calle céntrica con mucho volumen de tráfico). Segundo, las mascarillas (todos profesores llevaban una ffp2 y una pantalla, y la mitad de los alumnos portaban tapabocas -exceptuando los menores de seis años y otros vulnerables, que estaban exentos de usarla-), que en función del material "tienen una pérdida de entre 4 y 12 decibelios". Y tercero, la distancia física de seguridad. "Por cada metro, hablamos de una pérdida de 6 decibelios. Ve sumando y piensa qué supone para ellos. Por mucho que los ojos dan expresividad, no es suficiente", añade.

Por su parte, Rebeca Santos, coordinadora de ESO y FP básica y profesora de lengua de signos, recuerda que en otros colegios (ordinarios) los docentes compraron micrófonos. "Pero para nosotros no era la solución; generalmente distorsionan mucho la voz y los niños no los quisieron", dice. Tampoco lo hubieran sido las máscaras inclusivas (transparentes) en caso de estar homologadas. "Tengo una bolsa de todas las variedades; probamos muchas. Ganabas cierta expresión facial, pero la lectura labial tampoco era buena al 100%", comenta. Sin embargo, sí que las han utilizado en momentos puntuales y por un espacio muy breve cuando las explicaciones lo requería, y siempre con la pantalla encima y a distancia del alumno.

Ahora que el uso de las  mascarillas es voluntario y se ha vuelto a la 'normalidad', los docentes de La Purísima siguen llevando las ffp2 por responsabilidad ante su alumnado y también son muchos los escolares que acuden a clase con ellas (sobre todo los de Primaria y Secundaria, "que lo tienen integrado"). No así los más mayores, los de Formación Profesional básica. Es el caso de Haytam el Bouhamdi y Julio Salgado, ambos de 17 años y con implantes cocleares, que han encontrado "dificultades" para entender las explicaciones de sus profesores. "Estoy acostumbrado a la lectura labial y me molesta el ruido que entra por la ventana. Prefería el trabajo individual con el ordenador, ya que comprender al profesor me costaba. Ahora por fin vuelve un poco la normalidad, aunque cuesta conocernos y vernos las caras otra vez tras dos años", afirma Haytam. Mientras Julio, que solo usa la lengua de signos, habla de los inconvenientes para respirar y captar lo que dice la gente con el cubrebocas. "Cuando los profesores están lejos y se la pueden bajar es mucho mejor", destaca.

Desde el colegio La Purísima para niños sordos, nos cuentan las dificultades de comunicación que sufrieron durante la pandemia

No obstante hay que resaltar que no todo se concentra en la cara, la forma de trabajar en este colegio de educación especial pasa por todos los sentidos con proyectos multidisciplinares y transversales. Como indica Sara Vela, terapeuta ocupacional del centro y coordinadora covid, se trata de hacer llegar la información de múltiples maneras para que cada uno de los alumnos la pueda captar de la forma que le sea más sencilla. "Confiamos en sus capacidades y habilidades. Además, todos reciben la parte educativa, que se complementa con rehabilitación. Contamos con atención educativa desde el momento en que a un niño le detectan una pérdida auditiva (en estos momentos tienen un bebé de apenas cuatro meses)", informa.

Metodología verbotonal

La Purísima es pionero en España, y referente internacional, en aplicar la metodología verbotonal. En ella se utiliza mucho la corporalidad, para que los niños sean capaces de leer más allá de la expresión facial, y la música, que les ayuda a reconocer palabras y frases a través del ritmo. Precisamente, esta forma de trabajo les ha facilitado las estrategias paliativas implantadas frente a las medidas del protocolo covid. "Todo el profesorado somos especialistas y conocemos esas estrategias vocales que facilitan la comunicación. Utilizando un tono más elevado, vocalizando correctamente, haciendo pausas entre palabras, relajando la corporalidad a la vez que vas dando pistas visuales, contextuales... Al mismo tiempo utilizamos la lengua de signos", detalla su directora. Y a esto hay que sumar el uso de sistemas el uso de tableros, pictogramas o la señalética, entre otros apoyos.

Mariví Calvo hace hincapié en la puesta en valor del profesorado en tiempos de pandemia. "Si en todos los sitios es para que hubiera tenido más visibilidad, en colegios como el nuestro todavía es mayor el agradecimiento y la admiración por todas estas personas", dice. Y es que, durante el confinamiento, hacer llegar la docencia 'online' a los niños con los que trabajan fue más complicado, teniendo en cuenta además que en muchos casos no funcionan con libros sino por proyectos y materiales creados por los propios docentes. "El profesorado se convirtió en facilitador de los aprendizajes para el alumnado y las familias, que andaban muy perdidas. Era mucho más que la simple docencia: ayudaron a seguir creando ese vínculo con la escuela. Y aquí hay que quitarse el sombrero por nuestro equipo de márquetin y comunicación, que cada semana publicaba un vídeo hecho por todos", subraya.

Una profesora con un alumno del Colegio Especial La Purísima de Zaragoza.
Una profesora con un alumno del Colegio Especial La Purísima de Zaragoza.
Oliver Duch

Por su parte, Rebeca Santos recuerda que crearon una 'empresa virtual' para que los alumnos de FP que tenían que hacer prácticas ese curso no perdieran la experiencia, sacando a escena "toda la artillería tecnológica". Después cuando tocó volver a las aulas, ellos ya habían organizado un protocolo antes de que les mandaran las indicaciones de la DGA porque el perfil de sus estudiantes necesitan un preaviso. "Hicimos un vídeo para que supieran lo que se esperaba de ellos y todo fuera más fácil el primer día. Aun así dedicamos otros 15 a un proyecto de adaptación. Se realizaron unos guiones sociales con lo que iba a ser la nueva rutina, adaptada a la capacidad de los chavales en escritura, señalética, en braille...", recuerda.

Importancia de la parte social

Mientras, Sara Vela destaca que a nivel curricular recuperaron el retraso del curso del confinamiento. "Lo que perdieron fue lo social. Al haber grupos burbuja dejaron de hacer todas las actividades comunes, que aquí dan mucha vida. Lo que se trabaja es la sociabilidad de los niños", cuenta. Y Rebeca añade: "Suspender el fútbol fue un drama para los mayores y lo entiendo. Ahora, al retomar las visitas, las excursiones... es una pasada cómo están valorando todas las actividades extra".

Asimismo, la directora del colegio pone el acento en el trabajo de la parte socioemocional. "El Gobierno aragonés insistió mucho en que se cuidara y empezamos haciendo formación. Desde la comisión de convivencia del centro (formada por familias, profesorado, orientadora y dirección) se ha estado trabajando mucho y ha ido fenomenal", indica. 

En este tiempo, hasta el curso escolar 2021-2022 en el que todos estaban ya adaptados, tanto alumnos como maestros sufrieron el desgaste. "El agotamiento físico y vocal del profesorado fue enorme. Y está también el cansancio del alumnado, que ha tenido que aprender a atender mejor y más; y lo han hecho muy bien. Los más cuidadosos en el cumplimiento de las normas han sido ellos; incluso hay niños que han educado a sus padres (por ejemplo, en el adecuado lavado de las manos", comenta Mariví Calvo, que saca una conclusión positiva de todo lo vivido. "La pandemia nos ha hecho más fuertes no solo al profesorado, también al alumnado. Aprender a sobrevivir en situaciones complicadas en un puntazo y nuestros chicos lo han estado haciendo francamente bien. Creo que salen fortalecidos".

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