MÚSICA. OCIO Y CULTURA

El paso por Zaragoza de Pollini: una carta, una comida en La Mar, los hermanos Moreno Gistaín

Miguel Á. Tapia, Javier Aguirre, Jorge Gay y los pianistas de Barbastro evocan varios momentos de la leyenda del piano que actuó en la ciudad en 2007

Año 2004. Lucerna. Maurizio Pollini con los hermanos Juan Fernando y José Enrique Moreno Gistaín.
Año 2004. Lucerna. Maurizio Pollini con los hermanos Juan Fernando y José Enrique Moreno Gistaín.
Archivo Moreno Gistaín.

Acaba de fallecer Maurizio Pollini (Milán, 1942-2024) a los 82 años. Uno de los grandes pianistas del siglo XX y XXI. Herbert von Karajan lo definió en una ocasión como “el mejor de todos pero él no lo sabe”, aunque Pollini, que de su oficio y de virtuosos conocía un rato largo, se sintió halagado pero le restó importancia a la aseveración. Dijo que la desconocía. Carece de importancia, pero sí reafirma que era un pianista fundamental, un auténtico maestro. Miguel Ángel Tapia siempre tuvo el sueño de traerlo a Zaragoza primero y luego al Auditorio. Por lo que fuera no había manera, incluso llegó a decirle que estaba dispuesto a encadenarse en algún sitio para que lo hiciera (también le costaron los suyo la Filarmónica de Berlín) y finalmente el instrumentista lo hizo.

Una cita en la Mozart y un cigarrillo

“Para todos los que hemos tocado el piano era una leyenda. Nos deslumbró cuando grabó de maravilla los 24 estudios de Chopin. Lo seguíamos, aprendíamos de él. Yo lo quise traer en varias ocasiones. Gracias a Ibercamera entré en contacto con él y le mandé una carta donde le decía que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, hasta encadenarme. Finalmente, logré verlo en Barcelona. Su representante le dijo al oído que yo era el que le había mandado aquella carta tan curiosa. Y yo para animarlo más le enseñé unas fotos de la sala Mozart. Aquello, en vez de animarlo, lo asustó un poco”, recuerda Miguel Ángel Tapia. "Demasiado grande, demasiado grande", dijo.

Finalmente vino a Zaragoza con la Orquesta Sinfónica de Galicia. “Un violinista de la formación era muy amigo suyo e hizo una gira por Galicia y por España. Recuerdo que comimos en la plaza de España, en el restaurante La Mar. Los dos salimos a fumar, a su mujer Marilisa no le gustaba que lo hiciera, y allí le pregunté: ‘¿Maestro, quién es el pianista que aún no ha tocado y que le gustaría hacerlo?’. Me dijo, Mozart. Y agregó: 'Aún no tengo ni la edad ni la sabiduría suficiente para hacerlo’. Me apena mucho su muerte: era un pianista especial, intrínseco, excepcional, ya le digo: una leyenda. Para el concierto que iba a dar ahora, estaba todo vendido. Había mucha expectación. Cuando me anunciaron que no podía venir, me llevé una gran decepción. Y ahora su adiós me produce mucho dolor. Lo admiraba muy sinceramente”, decía Miguel Ángel Tapia, director gerente del Auditorio de Zaragoza.

Miguel Ángel Tapia: "Le pregunté: ‘¿Maestro, quién es el pianista que aún no ha tocado y que le gustaría hacerlo?’. Me dijo, Mozart. Y agregó: 'Aún no tengo ni la edad ni la sabiduría suficiente para hacerlo’"

En propia voz: Pollini habla para HERALDO

El 19 de enero de 2007 conversaba con Esperanza Pamplona para HERALDO y decía, entre otras cosas: “No había estado en Zaragoza, no obstante, he oído hablar mucho y muy bien de su Auditorio. Todo el mundo alaba su arquitectura y, sobre todo, su acústica. Así que decidí venir a comprobarlo”. La entonces jefa de cultura le preguntó por su repertorio amplísimo (aunque son muy famosas sus interpretaciones de Chopin, ha tocado con pasión a Mozart, a Brahms, a Beethoven, a Debussy y a compositores contemporáneos), y Pollini, tan tímido como huidizo, contestó: “La razón de que mi repertorio sea tan extenso está en mi propio gusto por la música. Mi repertorio sólo refleja mi interés y mi pasión por la música de todos los momentos de la historia. Me apasionan los grandes como Mozart o Beethoven, pero también siento admiración y fascinación por algunos compositores posteriores a la Segunda Guerra Mundial, como Karlheinz Stockhausen. Mi repertorio incluye música de compositores ‘nuevos’, y eso, ciertamente, no es muy frecuente”, matizó aquel instrumentista humanista, de izquierda y hondamente comprometido contra las injusticias.

Con ese señuelo como motivo de reflexión, Maurizio Pollini se extendía en el abanico de su repertorio: “Encuentro cosas grandes y muchas cualidades en la música nueva. Cada compositor contemporáneo es nuevo y diferente entre sí. A mí me aportan mucho. Y creo que es muy interesante que el público aprenda a amar la música contemporánea. Considero que es importante que la conozcan, que la entiendan y que la sientan, aunque sé también que es difícil”. Añadía una suerte de poética de virtuoso: “En la interpretación, lo importante es hacer de la música algo propio, y tocar cada pieza como si fuera nuestra”.

Pollini: “En la interpretación, lo importante es hacer de la música algo propio, y tocar cada pieza como si fuera nuestra”.

Francisco Javier Aguirre, escritor y crítico musical de HERALDO, entre otras muchas actividades, cuenta así la fascinación que le producía el maestro: “Cuando se anunció su participación en la Temporada de Grandes Conciertos del Auditorio el 19 de abril, sentí un gozo profundo, matizado por la sensación de que sería la última vez en que podríamos escucharlo en directo dada su edad. Desafortunadamente, hace algunas semanas se anunció su ausencia por enfermedad y la sustitución por Arcadi Volodos, otro de los genios del teclado. Y ahora hemos recibido la bofetada de su muerte”, explicaba. “Maurizio Pollini era para mí el símbolo de la exactitud, de la interpretación ponderada y objetiva, simultáneamente plena de un sentido estético muy personalizado y de un respeto casi sacramental a la partitura, algo en general difícil de conseguir en un intérprete”, apunta.

Retrato de Maurizio Pollini en 1999.
Retrato de Maurizio Pollini en 1999.
Brandestein/HA.

Uno de los grandes entusiastas de Maurizio Pollini es el pintor y poeta Jorge Gay, un gran melómano y además entrañablemente vinculado con el Auditorio de Zaragoza y con su arquitecto José Manuel Pérez Latorre: “He admirado siempre a Pollini. Desde su soterrado pero sólido compromiso social hasta su deslumbrante manera de interpretar la música: ya fueran los clásicos o el siglo XX con la Escuela de Viena. Él me enseñó, nos enseñó a oír el mundo y descifrarlo sensiblemente”.

Con los Moreno Gistaín en Lucerna

Los hermanos Juan Fernando y José Enrique Moreno Gistaín, profesores en Zaragoza y Madrid y concertistas que cerrarán este año, en diciembre, el ciclo Pilar Bayona, trabajaron con él. Juan Fernando cuenta desde Barbastro: “José Enrique y yo asistimos a sus clases magistrales en el Festival de Lucerna en 2004. Fue una experiencia inolvidable. Nos impresionó su forma de mirar intensamente las partituras, como atravesándolas. De hecho, es eso lo que hacía, partir de una lectura muy cuidadosa para acceder a las ideas y emociones del compositor. ‘Ser fiel a la escritura’, era una máxima suya que excluía el capricho pero también la lectura literal. Sus interpretaciones son legendarias por representar este enfoque humanista de la comunicación en música”.

Javier Aguirre: “Maurizio Pollini era para mí el símbolo de la exactitud, de la interpretación ponderada y objetiva, simultáneamente plena de un sentido estético muy personalizado y de un respeto casi sacramental a la partitura, algo en general difícil de conseguir en un intérprete”

Juan Fernando lo evoca silencioso, tímido, elegante, concentrado en sí mismo, y envuelto en las gasas, las armonías y los temblores inefables de la música. Así se ha ido. Con el sonido de múltiples grabaciones y el recuerdo de 168 actuaciones en el Teatro de la Scala -dirigido por los más grandes directores: Claudio Abbado, Riccardo Muti, Daniel Barenboim, Riccardo Chailly, Carlo Maria Giulini, Pierre Boulez o Zubin Mehta, entre otros muchos-. Iba a volver el 20 de octubre, pero la muerte interrumpió esa cita tan soñada.

Desde el martes los milaneses podrán despedirlo con la música del llanto, la emoción y la gratitud porque allí se instalará su capilla ardiente.

Maurizio Pollini era un auténtico virtuoso de grandes clásicos como Chopin, Brahms, Debussy, Mozart o Beethoven, pero también le gustaba mucho abordar compositores más contemporáneos.
Maurizio Pollini era un auténtico virtuoso de grandes clásicos como Chopin, Brahms, Debussy, Mozart o Beethoven, pero también le gustaba mucho abordar compositores más contemporáneos.
Archivo HA.
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