Alberto Menjón: "Me revisé como pianista en la pandemia e hice una nueva versión de mí"

El intérprete aragonés ofrece un concierto este sábado en Huesca, el domingo en Zaragoza, y regresa al Conservatorio Superior para dar 'master class'

Alberto Menjón y la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Superior de Música de Aragón, en el ensayo del jueves pasado para los conciertos.
Alberto Menjón y la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Superior de Música de Aragón, en el ensayo del jueves pasado para los conciertos.
Toni Galan

Cuando tenía 14 años, Alberto Menjón entró en el Conservatorio Superior de Música de Aragón (CSMA) en una jornada de puertas abiertas. Iván Cítera daba una de las clases y le deslumbró. "Quiero continuar mis estudios aquí", se dijo. Estudió cuatro años en sus aulas, luego estuvo un periodo de su vida en Dresde y finalmente se instaló en Nueva York, donde en la actualidad combina los recitales con su faceta como profesor asistente de la Manhattan School of Music de Nueva York, donde ha estudiado. Ahora ha regresado a ‘su’ conservatorio natal. Y lo hace como solista y como profesor. Junto a la Orquesta Sinfónica del CSMA ofrecerá este sábado un concierto en Huesca (Palacio de Congresos, 19.30), este domingo en Zaragoza (Auditorio, 11.30) y el lunes impartirá clases magistrales a varios alumnos de piano del centro educativo. Y la emoción se ha adueñado del pianista.

¿Cómo recuerda su paso por el CSMA?Estudiaba con Pilar Armijo en el Profesional y fue ella la que me sugirió el Superior. La idea original era probar en otros sitios, en otras ciudades, aunque en mi caso resultaba complicado porque, por edad, tenía entonces 15 años, debía cursar aún el Bachillerato. Pero fui en la jornada de puertas abiertas y me encantó lo que vi. Tener un profesor extraordinario como Iván Cítera en la puerta de casa es una suerte increíble. Cuando acabé los estudios y me fui luego a Alemania descubrí que había acertado con mi decisión y que la formación no podía ser mejor: quedé el primero en todas las pruebas de acceso a escuelas que hice. 

¿Qué aprendió en el Conservatorio?Estudié cuatro años y fue un periodo de mi vida muy feliz, en el que conocí a mucha gente que ha sido importante en mi vida. Intenté aprovechar todo lo que me enseñaron. Aquí aprendí a profesionalizarme, a madurar. Cuando llegué, leía muy rápido, quería tocarlo todo. Y Cítera me enseñó a estudiar con detenimiento. Era muy generoso con su tiempo: podíamos estar una hora con un compás. Él me hizo músico profesional, el resto de mi formación fue más fácil. La base de lo que soy, la base de mi trabajo, la adquirí en el Conservatorio Superior de Aragón.

La Orquesta Sinfónica del Conservatorio Superior, con Borja Quintas a la batuta, interpretará en sus dos citas una obra bastante conocida, el ‘Concierto para piano y orquesta número 2’ de Rachmaninov.Creo que sólo lo he tocado una vez en un programa, en noviembre pasado en Jaén. Es una obra tan famosa que normalmente se suele elegir otra cuando llega la hora de confeccionar el programa. Es una obra muy bonita y muy bien escrita, y espero dar una visión fresca de ella. 

¿Cómo se consigue esa 'frescura' en una obra conocida?Las obras musicales, y las versiones que ofreces de ellas mejoran con la experiencia. El acercamiento que hago a la obra parte de que mi programa de fin de carrera eran los estudios de Rachmaninov. Desde entonces a hoy ha pasado un tiempo, y creo que estudiar a un compositor desde hace años te da una perspectiva muy buena sobre su obra. Pienso que sé ubicar ese concierto en el momento sonoro en el que se encontraba el compositor. Además tenemos la suerte de que el propio Rachmaninov lo grabó, y no se trata de imitarlo, pero escucharlo es tener una idea clara de lo que veía y de cómo lo veía su autor. No aspiro a hacerlo igual, evidentemente, pero hay que tenerlo en cuenta.

Borja Quintas dirige la Orquesta Sinfónica del CSMA durante el ensayo del jueves para los dos conciertos
Un momento del ensayo del pasado jueves de la Orquesta Sinfónica del CSMA. 
Toni Galán

Luego va a dar clases magistrales, o 'master class', que parece que suena menos pretencioso.Me gusta mucho la enseñanza, aunque la ‘master class’ es un género en sí mismo. No es lo mismo trabajar codo con codo con un alumno que una ‘master class’. Pero es un formato muy aprovechable. De hecho, en la Manhattan School of Music tenía una asignatura de un semestre en la que nos enseñaban a sacarles todo el provecho posible. Sirven para dar ideas musicales generales, inspiración, ofrecer unas perspectivas complementarias al trabajo de los profesores... Se pueden trabajar en ellas aspectos concretos con los alumnos. Pero no son magia.

¿Dejará la docencia? ¿No le quita tiempo a la faceta artística o interpretativa?A mí me gusta mucho, ya digo, y creo que se puede compatibilizar con la carrera de intérprete. Mis profesores de Dresde y Nueva York lo han hecho, y creo que cuanto mejor intérprete sea mejor podré enseñar, y cuanto mejor maestro me convertiré en mejor pianista. No quiero renunciar a ninguna de las dos cosas. 

Aún no ha cumplido los 30. Sigue siendo muy joven como pianista. ¿En qué momento de su carrera se encuentra?Me encuentro en un periodo nuevo. En la pandemia, como solo podía estar encerrado en casa, tocando el piano, hice muchas cosas. La principal, revisarme como pianista y hacer una nueva versión de mí mismo como músico. Mi relación con el instrumento es muy distinta a la de hace unos años. En el encierro he redescubierto los estudios de Chopin. A los 10 años ya era capaz de tocarlos y a los 18 años tuve una etapa muy de Chopin, pero ha sido ahora cuando he visto que son un compendio de todo lo que un pianista debe dominar. Tienen una técnica bastante más expuesta que otras obras y, cuando he logrado tocarlos bien, sintiéndome cómodo y sin hacer trampas, afrontando todas las dificultades de la partitura sin dejar ningún cabo suelto, es cuando he descubierto que interpreto mucho mejor a Rachmaninov.  

Eso es madurar también, ¿no?Las obras, la interpretación que hacemos de ellas, maduran con la experiencia. Harold Schonberg, el gran crítico musical norteamericano, contaba que fue a escuchar un día a Arthur Rubinstein, un concierto en el que interpretaba el 'Carnaval' de Schumann. La interpretación le deslumbró, y el pianista tenía entonces 65 años. Diez años más tarde surgió la posibilidad de volverle a escuchar en otro concierto, con el mismo programa, y Schonberg fue con la certeza de que Rubinstein, tan mayor, no iba a aportar nada. Y le sorprendió, dijo que había mejorado, que con 70 años tocaba aún mejor que con 60. Fue muy honrado por parte de Rubinstein regresar a una obra tan conocida porque pensara que lo podía hacer aún mejor, sobre todo porque, a la hora de la verdad, lo que nos piden a todos los pianistas es que toquemos cuantas más obras mejor.

Borja Quintas dirigirá los dos conciertos.
Borja Quintas dirigirá los dos conciertos.
Toni Galán

Se suele pensar que el público norteamericano, o los programadores de conciertos, son muy convencionales y que los programas se parecen mucho, que las posibilidades no son muy amplias. ¿Está de acuerdo?Cuando me fui a Estados Unidos llevaba un poco esa idea, y a nivel superficial quizá suceda un poco así. Pero en cuanto profundizas un poco y vives allí te das cuenta de que no es cierto. Se intenta fomentar la producción nueva, en muchos sitios te exigen incluir obras del siglo XXI en el programa. Yo he visitado a compositores y les he pedido obras para estrenar. Nueva York es una ciudad enorme, con un número grande de compositores, todos muy distintos entre sí, y que te ofrecen posibilidades distintas. A mí me gusta presentar repertorio innovador junto a obras del más conocido.

¿Piensa que en algún momento volverá a España para instalarse definitivamente en Zaragoza?Esa puerta siempre está abierta, en este momento no me cierro a nada. Mi idea por el momento es compaginar las estancias en Zaragoza y Nueva York, porque tampoco están tan lejos como parece. El 1 de marzo tengo un concierto en Nueva York, con una violista, luego uno en Canarias... Hace unos años ni se me pasaba por la cabeza esa posibilildad, la de regresar a Aragón, pero la pandemia me ha despertado las ganas de estar más tiempo aquí. 

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