MÚSICA. 

Ernesto Cossío: "Mi madre cocinaba y cantaba por Marifé de Triana y yo tocaba la guitarra"

El vocalista e virtuoso del instrumento integra cinco formaciones distintas, entre ellas O'Carolan con la que actuó hace unos días en el Auditorio

Ernesto Cossío posee una gran versatilidad a la guitarra y con la voz: llega a un montón de estilos y considera a Paco de Lucía uno de sus héroes.
Ernesto Cossío posee una gran versatilidad a la guitarra y con la voz: llega a un montón de estilos y considera a Paco de Lucía uno de sus héroes.
Guillermo Mestre.

Guitarrista y voz nacido en Zaragoza en 1963. Habla seis lenguas e integra cinco formaciones, entre ellas O’Carolan, con quien actuó, y de qué modo, en el Auditorio de Zaragoza, en la celebración de los 30 años del grupo rinde homenaje al compositor irlandés de los siglos XVII y XVIII y al folclore aragonés.

Ernesto, si mirase hacia atrás, ¿recordaría cómo y cuándo descubrió la música?

De muy chico. Yo soy del barrio de San José. Mi padre es un gran melómano, y me enseñó solfeo en mi infancia. Mi madre y mi abuelo también cantaban muy bien, siempre se escuchaba y se cantaba música.  

¿Qué fue primero, la guitarra o la música misma?

La música, la música. La guitarra es un vehículo. Mi recuerdo proustiano de la felicidad es mi madre cocinando y yo acompañándole a la guitarra por Marifé de Triana, que le encantaba. Es la gran cantante acrtriz. La música es una gran compañera de viaje.

Con todo su bagaje y experiencia podría resolvernos un enigma: ¿canta o llora la guitarra, como se preguntaba Lorca?

Canta, canta. Lorca es uno de mis poetas adorados. En el canto está todo: alegría, lloro, guerra. 

He leído que entre sus héroes figura y suena Paco de Lucía. ¿Por qué, y qué cree que aportó a la guitarra?

Hay un antes y un después de él. Paco llevó el flamenco a lo universal. No creo en Dios, creo en Paco de Lucía. 

Ernesto Cossío es una fuente de sorpresas. Lo canta todo. O casi todo. ¿Qué voces e intérpretes le seducen, qué significa la canción en su vida?

Son tantos… ¡Tantos! Luciano Pavarotti, Cecilia Bartoli, Nat King Cole, Nina Simone, Mercedes Sosa. El canto es el vehículo de la poesía, la fisioterapia del universo. En casa se ha cantado a diario, y eso se me ha contagiado.  

"Lo que quiero a mi edad es seguir siendo fiel a mi espíritu de guerrero y de servidor del arte, de la belleza, leal a mis compañeros de viaje y continuar aprendiendo con humildad"

Vayamos con la versatilidad. ¿Por qué muchos grupos o formaciones cuentan con usted, qué hay en sus sones y su manera de tocar, qué le interesa?     

No sé. Tal vez ven pasión, fuerza y sinceridad. Me interesan la magia, el directo, la improvisación, lo irrepetible. 

Tiene un dúo como Hot Hands con  Joaquín Pardinilla. ¿Por qué, y qué busca con esta línea de blues?

Joaquín y yo adoramos este género, ya de lejos. Y lo antiguo sobre todo. Volver al blues, la madre de todo. Buscamos ser uno, dos guitarras en una. Y el ‘rag’, las ‘worksongs’, ‘boogie’: abordamos un género amplísimo. 

También integra el Joaquín Pardinilla Sexteto, y toca con Connie Corleone. ¿Como define esos grupos, qué quiere experimentar u ofrecer?

Pardinilla es un enorme compositor, un prodigio de profundidad y crisol extraordinarios. El Sexteto es una aventura que continúa, muy viva. Es capaz de hacerlo todo. Siempre está creando, inventando, imaginando sonidos. Aprendo a diario de él. Y Connie es única en esta tierra nuestra. Una voz excepcional, y una compositora realmente notable. Profunda, sensible… Es todo verdad.  

¿Qué tiene Zaragoza de especial para la música?

Es cuna y hogar de muchísimos músicos de fuste, en cualquier género. Tal vez debiéramos querernos y valorarnos más. En Italia, un nivel musical como el que tenemos vendería lo que no está escrito. 

¿Qué ha significado en su vida La Campana de los Perdidos?

Sin duda, un lugar inolvidable. Jose Ángel Rodicio hizo una labor absolutamente inigualable. Una cueva de sueños. No hay palabras. Y ya se ve cuánto la echo de menos.

Lo acabamos de ver en la sala Mozart en los 30 años de O’Carolan, con los que ha grabado ‘Caleidoscopio’… ¿Qué diría del concierto y de su integración en una formación tan distinta al rock y el pop que practica? Usted con su voz inaudible y los gestos de sus dedos, en sus silencios, parecía el director.

(Ríe) La música de O’Carolan se sostiene por sí misma. Es de una enorme belleza. Integrarse ahí es sencillísimo. Sus exquisitas melodías, su respeto por la música. Me siento muy orgulloso de formar parte de tamaña empresa, es un esfuerzo muy delicado y especial. Además, todos coincidimos en que fue un concierto inolvidable ante más de 1500 personas.

¿Qué cree que diría Tom Waits si le oyera cantar sus temas?

Espero –ríe de nuevo– que se diera cuenta de mi amor por su música y su universo. 

¿Cómo encara el futuro un joven tan creativo como usted?

Con lo de ‘joven’ acepto la broma: acabo de cumplir 60 años. Lo que quiero a mi edad es seguir siendo fiel a mi espíritu de guerrero y de servidor del arte, de la belleza, leal a mis compañeros de viaje y continuar aprendiendo con humildad.

¿Qué es más importante en su vida: la alegría, la vocación de felicidad, la pasión de existir o la música misma?

La alegría y la pasión de existir, que son en realidad la misma cosa. Miro la luz de Zaragoza, esa de ahí que se cuela entre los edificios, y me maravilla.

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