Boticaria García presenta 'Tu cerebro tiene hambre': "Hay un estrés sordo y cotidiano que es el que nos engorda"

La popular divulgadora científica Marián García publica una completa guía sobre cómo perder grasa y ganar salud.

Boticaria García, esta semana en Zaragoza. oliver duch
Boticaria García, esta semana en Zaragoza. oliver duch
Oliver Duch

Figura nacida al calor de las redes sociales, la farmacéutica Marián García es una ‘influencer’ -conocida como Boticaria García- diferente, que vive del rigor científico en lugar del postureo. Sus amplios conocimientos y su capacidad de transmitirlos a través de una pedagogía a la que contribuye un indisimulado gracejo manchego son una potente dupla que ahora despliega en un nuevo libro, ‘Tu cerebro tiene hambre’. En él desgrana cinco grandes cambios que cualquiera puede llevar a cabo para perder grasa y ganar en salud. Los que anden en busca de milagros y carezcan de paciencia habrán de abstenerse. El de la Boticaria es un acercamiento al completo en el que no solo se tiene en cuenta el estómago sino también el cerebro, los músculos, la genética y hasta el mundo que nos rodea

¿Qué quiere decir que el cerebro tiene hambre?A las dos de la tarde se nos ha despertado la hormona grelina del estómago, que actúa cuando los depósitos de energía están bajos: es decir, te dice que es la hora de comer. Cuando llevas un rato comiendo, aparece la leptina, encargada de dar la señal de saciedad. Esa leptina viene de unas células en concreto: los adipocitos. Hasta ahora se los veía como un patito feo, porque acumulan grasas, pero es que además nos envían señales. Cuando uno está estresado o angustiado, se genera cortisol, que a su vez hace que se libere grelina con una energía excesiva que altera las alertas de hambre y saciedad. Consecuencia: comes más y tu cuerpo acaba acumulando ese exceso de energía en forma de grasa en el adipocito. Y sucede como cuando no cabe el grano en un almacén: que tienes que hacer otro.

Usted habla de adipocitos tristes.Cuando tenemos muchos adipocitos y ‘petados’ de grasa no les llega bien el oxígeno porque están muy apretados. Yo digo que entonces están tristes, alterados, y no envían bien la señal de saciedad. Es un círculo vicioso: estrés, cortisol, comemos más, adipocitos escacharrados y más hambre, en este caso hormonal.

¿Qué es el hambre hormonal exactamente?En el día a día lo que vemos es que los trabajos sedentarios y estresantes, con esos 'emails'  y decenas de ‘imputs’ que llegan al mismo tiempo y generan un estrés sordo y cotidiano. Es lo que acaba generando ese cortisol que altera los adipocitos y nos acaba engordando. Hay que añadir cuestiones como que estamos sentados muchas horas, que en los últimos 50 años ha cambiado el tamaño de las raciones o la calidad y tipo de comida de los lineales de los supermercados.

Puede resultar paradójico: en el primer mundo estamos bastante informados (o preocupados) a nivel nutricional, pero también muy tentados.Estamos expuestos a lo que nos venden en las redes sociales, a las ideas impuestas de lo que es el cuerpo normativo o al placer inmediato que generan los alimentos ultraprocesados que están por todas partes. Por eso es tan difícil escapar. Se dice: "Es que no tienes fuerza de voluntad" o "el hombre de las cavernas comía una vez al día". Pero si ese hombre hubiera tenido pizzas, bollos y cruasanes no lo hubiera hecho.

"La gente no hace las cosas por castigo. Las dietas fracasan en un 90% porque se pasa mal. ¿Quién quiere vivir amargado?"

"Entrenar los músculos es el gran olvidado a la hora de perder peso. Hay que añadirlos al eje estómago-cerebro".

¿Es posible defenderse de este bombardeo?Eso de "menos plato y más zapato" es muy reduccionista. No podemos limitarnos a decirle a la gente que coma menos y ande más. Eso no funciona así, vivimos en un contexto. Y tenemos que entender cómo afecta a nuestra hambre emocional para preguntarnos : "¿Yo de qué tengo hambre realmente? ¿De brócoli o de patatas fritas?". Ese autoconocimiento es fundamental. Porque el mundo ha cambiado.

¿En qué sentido?La gente no hace las cosas por castigo. Las dietas fracasan en un 90% y la gente recupera el peso en 8 ó 9 meses porque se pasa mal. ¿Quién quiere vivir amargado? Lo que hay que hacer es lograr adaptar los cambios a cada cual. Es mi propia experiencia. Por ejemplo, cuando vi la importancia del ejercicio físico no como un castigo sino como una manera de ganar superquinas...

¿Super qué?Superquinas. Son unas moléculas que se generan con el movimiento, unas polipíldoras naturales que te hacen más listo porque se ha comprobado que generan más neuronas. Siempre se ha asociado al que hace deporte o pesas con una persona ‘cortica’ que solo vale para musculitos, pero no: entrenar el músculo es el gran olvidado a la hora de perder peso. Hay que empezar a hablar más que del eje cerebro-estómago-músculo. Que es lo que transforma el adipocito blanco en el adipocito pardo.

Desarrolle, por favorUn adipocito pardo tiene más mitocondrias, que son como unas centrales enérgeticas. Y así, si tienes más adipocitos pardos, quemas más energía. Esas centrales energéticas se activan con el ejercicio y cuando acabas de hacerlo sigues quemando grasa. Es como un horno que sigue caliente después de apagarlo. Cuanto más ejercicio se haga, más probable es lograr que la actividad de esas centrales sea permanente. Algo que pasa por tener más grasa parda, que se conoce desde hace poco. Hay ciencia detrás de todo esto. Cualquier ejercicio, incluso estimular el gemelo sentados moviendo las piernas puede activar ese proceso.

Pero con eso no bastará, supongo. ¿Cuánto ejercicio es suficiente?
Yo sostengo que en cuanto al ejercicio hay que mojarse y determinar lo que es aprobado, lo que es notable y lo que es sobresaliente. Que la gente sepa que uno o dos días a la semana de ejercicios de fuerza y dos de cardio ya está muy bien, es suficiente para tener beneficios. Pero el que siembra mucho recoge mucho.

¿Ve posible poner puertas al campo en la proliferación de tipos de dietas, algunas de dudosa efectividad?También se siguen vendiendo crecepelos y es evidente que no funcionan. Queremos creer en la magia y las redes sociales promueven que creamos. Echan el abono a las pseudociencias. Es cierto también que ayudan a que especialistas con rigor expandan sus mensajes, pero como muchos implican esfuerzo y paciencia son menos atractivos que el de tómate una pildorita o haz mi método de tres semanas.

Hablando de pildoritas, ¿estamos cerca de una solución farmacológica?Estamos viviendo y vamos a vivir aún más la época dorada del tratamiento de obesidad con estos métodos.

Pero ese proceso no es lo mismo que ver desaparecer la tripa o la celulitis...Es otra cosa. Lograr ese objetivo no es fruto de pastillas, se necesitan hábitos. Una persona con sobrepeso pero sin patologías asociadas puede aguantar cuando es joven. Pero el cuerpo es como la goma de un bikini, cuando pasas de los 40 o, en el caso de las mujeres, se llega a la menopausia, las células envejecen. Pero siempre se pueden hacer muchas cosas.

Apúntate a la newsletter La Descubridora de HERALDO y recibe en tu correo todo sobre nuevas tiendas, planes originales y distintos, redes sociales, series de televisión, moda y estilo.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión