Casa Gavín de Zaragoza: así es su segunda vida, entre lo comercial y lo contemplativo
Un arquitecto coge el testigo del bello local decorado por Ricardo Magdalena con triple intención: comercial, investigadora y divulgadora.
Tras cuatro años de cerrado, Francisco Berruete encontró en la reapertura del emblemático y bellísimo local de Casa Gavín, junto al Mercado Central de Zaragoza, la oportunidad de unir algunas de sus variadas pasiones. Una es la arquitectura, que ejerce profesionalmente. Otras, la jardinería y la horticultura, a las que hasta este momento se había acercado sobre todo como aficionado ("soy un hombre del Renacimiento", llega a decir con cierta sorna). Así, desde hace unos meses, la tienda vuelve a ser un lugar para aquellos que buscan unas buenas semillas de tomate para su huerto o bulbos de cara a la primavera que ya está a la vuelta de la esquina, pero también un rincón para el deleite de quienes son capaces de apreciar lo bello.
Más que con alma comercial, Berruete regenta el local con espíritu contemplativo y diletante ("me gusta estar aquí, sin más, y mirar el artesonado") a la par que investigador y divulgativo. Además de despachar género, el arquitecto se propone disfrutar e indagar en este espacio que, cree, aún puede exprimirse más artística, histórica y patrimonialmente. Su intención es también mostrarlo a la ciudadanía: "Ya han venido algunas visitas guiadas, pero la idea es recibir más e incluso hacer actividades para los niños".
El local, catalogado y protegido, destaca sobre todo por su espectacular artesonado y la decoración en madera de sus anaqueles. Todo apunta a que en un principio iba a ser una farmacia y finalmente acabó en 1900 en manos de Saturnino Gavín con la orientación comercial que -más cien años después y el paso tras el mostrador de tres generaciones de la misma familia- se mantiene finalmente tras el 'impasse' que supuso el persianazo a comienzos del 2019.
Parece haber acuerdo, que no certeza documental, en que el diseño decorativo es obra de uno de los más insignes arquitectos que ha dado la capital aragonesa, Ricardo Magdalena, si bien, cuenta Berruete, "muchos de los papeles relativos se perdieron en el traslado de unos archivos municipales a raíz de una inundación".
El actual propietario tiene por tanto entre sus principales objetivos profundizar y ampliar la información y los testimonios de todo tipo sobre la historia del local. Y no hay más que ver el mostrador de la tienda en la actualidad para comprobar que está en ello: con las bolsas de semillas se mezclan fotos antiguas o libros que dan cuenta de la historia de Casa Gavín y otros locales zaragozanos de la época. Mucho de este material ha sido compartido por el anterior dueño. Berruete tiene desde el primer contrato telefónico que firmó el comercio hasta placas fotográficas, tampones o facturas (que está reproduciendo ya en tarjetones como imagen de la tienda).
La idea es conectar el esplendoroso pasado de Casa Gavín con el presente. Por ejemplo, una de las fotos que obra en poder del arquitecto da cuenta de que, al principio, el negocio no era tan especializado sino que viraba más hacia el mundo de los ultramarinos. Lo demuestra una imagen en la que en el escaparate se puede leer "mielería" y un buen surtido de este producto en exhibición. Así que Berruete decidió incorporar también en el siglo XXI miel a su oferta, que se completa con algunos productos 'delicatessen' como patés, galletitas o chocolates selectos.
El informe de los Hermanos Albareda
También atesora el actual dueño un informe de los prestigiosos Hermanos Albareda -artistas y profesores de la Escuela de Artes- que, en 1964, escribían lo siguiente sobre Casa Gavín: "La obra que nos ocupa presenta una excelente concepción y no menos depurada técnica en sus finas labores de talla y ensamblaje. (...). La riqueza de las abundantes molduraciones talladas con motivos a base de finas estilizaciones florales, que ornamentan y circundan cada casetón, así como las que corren a lo largo de las vigas longitudinales, completadas con canetes y florones, hacen de esta obra una pieza verdaderamente excepcional".
Los Albareda, sitúan la obra -"de fino roble americano"- "alrededor de 1880". En cuanto a su autoría, escriben: "(...) Nos atrevemos a aventurar (con muy pocas posibilidades de error) que sea un conjunto proyectado y dirigido por el arquitecto D. Ricardo Magdalena".
Abunda en esta tesis de los estudiosos la "marcada influencia de Garnier, genial autor de la ópera de París. Ello es perfectamente explicable ya que el citado Magdalena permaneció largo tiempo en la capital francesa", escriben los Albareda en el informe.
El local ocupa los bajos de un edificio a su vez proyectado por el arquitecto José de Yarza Echenique. Tiene una superficie construida de 143 metros cuadrados, de los que 127 son útiles, repartidos en tres plantas. En cuanto a su fachada tiene una composición simétrica, articulada por los dos cuerpos laterales, correspondientes a las puertas de ingreso a la tienda y a la casa, flanqueadas en los extremos por las pilastras que sostendrían un cuerpo superior, sustituido en época reciente. Todos estos elementos están realizados en madera de calidad, tallada y barnizada, aunque el zócalo de mármol es reciente.
El diseño de la puerta de la casa revela influencia del modernismo geométrico en su diseño aunque las decoraciones talladas son todavía bastante eclecticistas, como los originales capiteles de las pilastras. Modernistas son las rejas de las sobrepuertas, con decoraciones florales y tallos en coup de fouet.
