Luisa Sancho: "Todos los grandes clásicos fueron en su día un acto de rebelión"

La bailarina y coreógrafa aragonesa es la única española que dirige una compañía de danza estatal en Alemania

Luisa Sancho vuelve a su ciudad natal con 'El hilo rojo'
Luisa Sancho vuelve a su ciudad natal con 'El hilo rojo'
Marina Ackar

En un mundo tan supercompetitivo como el de la danza, la aragonesa Luisa Sancho Escanero (Zaragoza, 1975) destaca por méritos propios. Discípula de María de Ávila, bailarina de más de media docena de prestigiosos ballets europeos, se reinventó a sí misma como directora y coreógrafa. Hoy es la única española que dirige una compañía estatal de danza en Alemania. Al frente de ella, la Tanzensemble Pfalztheater Kaiserslautern (compañía de danza del Teatro del Palatinado de la ciudad de Kaiserslautern), llega a su ciudad natal para poner en escena, este sábado en el Palacio de Congresos (18.00) 'El hilo rojo'. El espectáculo abre la tercera edición de la Temporada de Lírica y Danza del Gobierno de Aragón.   

¿Qué es 'El hilo rojo'?Es una obra con coreografía de la valenciana Alba Castillo, la primera creación de la compañía. Esta es mi segunda temporada allí. En la primera compartía la dirección con Elena Iglesias, también zaragozana, pero ella lo dejó por problemas de salud. Lo primero que quisimos hacer cuando llegamos fue empoderar a alguna coreógrafa porque en este mundo aún lo tenemos muy crudo. Así que nos pusimos en contacto con Alba Castillo y acogió la propuesta con entusiasmo. De hecho, esta es su primera 'full evening' (expresión inglesa para denominar a una obra con una duración suficiente como para ser representada en solitario). Ahora acaba de estrenar otra en Lucerna y en primavera lo hará en Manheim, pero 'El hilo rojo' fue su primera creación. Es una obra que nos toca mucho, que propone un viaje desde la infancia a la madurez desde una mirada femenina. Se ha inspirado en una leyenda japonesa según la cual todos estamos unidos por una especie de hilo metafísico y espiritual. Y ese hilo argumental se funde también de alguna manera con el cuento clásico de Caperucita Roja. Es una obra que sorprenderá al público zaragozano. 

Un momento de 'El hilo rojo', que se pondrá en escena en el Palacio de Congresos.
Un momento de 'El hilo rojo', que se pondrá en escena en el Palacio de Congresos.
Gobierno de Aragón

Es una obra de danza contemporánea. Pero usted viene del ballet más clásico posible.Cierto. Yo vengo del estudio de María de Ávila. Y nosotros somos una compañía de danza contemporánea pero el 80 por ciento de nuestro trabajo, de nuestros ensayos, de nuestros entrenamientos, son de ballet clásico. No hay que buscar diferencias donde apenas las hay de importancia. La primera gramática del castellano es de 1492, pero usted y yo estamos empleando ese idioma ahora, en 2024. Estamos haciendo también un uso contemporáneo de un lenguaje clásico. En 'El hilo rojo' el espectador se va a encontrar con solos, pasos a dos, cuartetos, escenas de grupo muy dinámicas... Nosotros jugamos mucho con las emociones. El espectáculo lo estuvimos haciendo toda la temporada pasada y gustó mucho. El último paso a dos lo hemos sacado incluso a algunas galas y en todos los sitios parte del público acaba llorando.

¿Cómo es la música?Un personaje más en la obra: atmosférica, con muchos ritmos...

Vuelve a Zaragoza, su tierra, cinco años después. Y como triunfadora. Se ha abierto paso en un mundo muy masculino.Estuve en Zaragoza en 2018 con la Dresden Frankfurt Dance Company, compañía heredera de la de William Forsythe, de la que yo era subdirectora entonces. Pero esta es la primera vez que vuelvo a mi tierra como directora de una compañía, y la verdad es que 'toca' mucho emocionalmente. No es fácil para una mujer llegar adonde yo he llegado. Seguimos batallando contra nuestro techo de cristal. Pensamos que éste existe solo en los países mediterráneos y no es así. En Alemania solo el 12 por ciento de los responsables de los teatros públicos y solo el 21 por ciento de los directores de compañía de danza son mujeres. Yo lo soy, y además extranjera, así que no ha sido fácil, la verdad. Pero hay que romper una lanza en favor de donde venimos y de donde somos. Siempre que puedo  reivindico allí la cultura mediterránea. Por nuestra pasión, por nuestro talento y porque trabajamos mucho y bien. Me siento muy orgullosa, como mujer y como española, de ver a compañeros míos dirigiendo otras compañías estatales: Goyo Montero en Núremberg, Alfonso Palencia en Bremerhaven e Iván Pérez en Heidelberg. Pero, fíjese, soy la única mujer. He crecido en la calle de Santa Inés, muy cerca de la plaza de Europa y esta, a su vez, muy próxima al Palacio de Congresos. Imagínese lo que supone actuar en casa con mi compañía.

La lista que acaba de dar demuestra lo difícil que es vivir de la danza en España. No hay tantas compañías.Yo soy una emigrante cultural desde los 19 años y ahora tengo 48. En mi época solo existía la Compañía Nacional de Danza, con Nacho Duato al frente, y el Ballet de Víctor Ullate, que ya ha desaparecido. Así que tuve que emigrar. Todos los países que yo llamo 'del sol' son los que dan más artistas. Y los países del norte, por contra, son los que tienen más infraestructuras. En todas las compañías en las que he bailado había un italiano, un japonés, un brasileño... y un español.

¿Cómo es el Teatro del Palatinado de Kaiserslautern?La ciudad no llega a los 200.000 habitantes, a los que hay que añadir los de Rammstein, que es la base norteamericana más grande de Europa y en la que residen unos 60.000 norteamericanos. El teatro es público, tiene dos salas, una de ellas con más de 600 butacas y otra con 99, cuenta con una orquesta, una compañía de danza y otra de teatro y, desde esta temporada, un cuarto departamento: teatro para niños. En cualquier fin de semana ofrecemos al menos seis espectáculos de distinto tipo y entre semana no hay ni un día sin actividad. Las mañanas, además, están reservadas a grupos de escolares.

Viajemos un poco atrás en el tiempo. ¿De dónde le viene su pasión por la danza? ¿Cómo empezó?Pertenezco a la primera generación de la Escuela Municipal de Danza de Zaragoza, la de 1983, y la prueba para entrar, cuando yo tenía ocho años, me la hizo la propia María de Ávila, que en aquel momento estaba en la Compañía Nacional y tenía además el Ballet Clásico de Zaragoza. Mis padres habían visto que yo era muy activa, y durante unos años, hasta los 14, la danza fue para mí poco más que una actividad extraescolar. Me gustaba mucho bailar pero, por diversas circunstancias, no era feliz en la Escuela Municipal. A los 14 años mi madre me llevó al estudio de María de Ávila y mi vida dio un giro copernicano. Empecé a vivir la danza de diez de la mañana a seis de la tarde, hora en que me cambiaba y me iba a las clases nocturnas del Instituto Goya. Me levantaba a las seis y media de la mañana para estudiar. 

Luisa Sancho dirige la compañía de danza del Pfalztheater de Kaiserslautern.
Luisa Sancho dirige la compañía de danza del Pfalztheater de Kaiserslautern.
Marina Ackar

Muy duro para una adolescente, ¿no?Ahora, en los ensayos, en alguna ocasión les he dicho a los bailarines que puedo hacer lo que hago, a mis 48 años, por lo que hice entonces con 15, no lo duraría ni un solo segundo. A mí María de Ávila me resucitó, me regeneró y me salvó. En su estudio mi vida, todo, encontró su sentido. Ella trasmitía la técnica, el dominio, la sofisticación... pero solo como medio para trasmitir sentimientos. Y, como persona, me dio herramientas que aún ahora sigo usando todos los días: perserverancia, pasión y respeto a mi propio trabajo.

María de Ávila tenía una regla no escrita: cuando las bailarinas cumplían 18 años las empezaba a mandar a hacer audiciones. A buscarse la vida.Cierto. Mi primera audición fue en Montecarlo, fui también a Francia, Holanda... Mi primer trabajo lo conseguí en Reino Unido. Fue algo traumático porque la compañía, la Northern Ballet Theatre, era muy dura. Ponía en escena siete espectáculos a la semana: en un año llegué a hacer 250 funciones. Yo era muy joven, trabajaba con gente de bastante más edad,  en Leeds no ves un rayo de sol en tres meses, era la Inglaterra de los años 90... Estuve dos temporadas en el cuerpo de baile, haciendo siete espectáculos a la semana, y cada semana en una ciudad diferente. En tres meses llegué a hacer 71 funciones de 'Giselle'. Muy duro.

De allí pasó a Zúrich, donde sufrió un accidente que casi acaba con su carrera.Me tuvieron que operar, estuve varios meses de baja y luego tuve que volve a aprender a andar. Llevo dos clavos en un pie. Después de recuperarme poco a poco empecé a hacer danza contemporánea. Y unas amigas me dijeron que el Ballet de Biarritz estaba realizando audiciones. Las hice, me eligieron y estuve allí dos años. Luego volví a España, empecé a preparar más proyectos contemporáneos e hice alguna producción con la compañía de Ramón Oller. Estuve un par de temporadas en España intentando poner en pie algunas producciones como 'freelance' pero a principios de los años 2000 era muy difícil sacar adelante un proyecto alternativo en España. Hoy también lo es, por supuesto, Pero a mí no me duele reconocer lo que he vivido. Yo he bailado en el Paraninfo de en Zaragoza junto a otra bailarina, y antes de salir a actuar nos tocó poner el linóleo, fregarlo y colocar 150 sillas para el público. El número de sillas no se me olvidará nunca, porque tuvimos que ponerlas una a una.  

Diecisiete bailarines participan en 'El hilo rojo' que se verá el sábado en el Palacio de Congresos de Zaragoza el sábado 27 de enero.
Diecisiete bailarines participan en 'El hilo rojo' que se verá el sábado en el Palacio de Congresos de Zaragoza el sábado 27 de enero.
Gobierno de Aragón

Pero de esa situación delicada pasó a formar parte de una compañía tan prestigiosa como la Komische Oper de Berlín. En 2003 volví a hacer audiciones en Europa: Holanda, Suiza, Alemania... Hice una prueba para el Staatsballet de Berlín. No me cogieron. Salí a la calle llorando, y cuando caminaba hacia la Puerta de Brandenburgo descubrí la Komische Oper. Entré. Estuve un par de días tomando clases allí y, ya de vuelta a España, el director de ensayos debió hablarle muy bien de mí a la directora de la compañía, porque me llamó. Se acababa de ir de allí Blanca Lee y a la hora de firmar mi contrato ya me avisaron de que sería mi primera y última temporada porque al año siguiente la compañía iba a desaparecer. Pero fue una experiencia maravillosa y aprendí un montón. Luego hice varios proyectos por mi cuenta y, ya con 32 años, entré en Introdans, en Holanda, que estaba buscando una bailarina adulta. Pensaba quedarme allí cuatro cinco años, al tiempo que me educaba y empezaba a reciclarme pero al poco tiempo me llamaron de Mainz.

Allí estuvo entre 2009 y 2014, y entre 2014 y 2020 en la Dresden Frankfurt Dance Company, con la que Jacopo Godani recogió el testigo de William  Forsythe. Y aprendí también un montón. Trabajé con Forsythe, hice un máster en ciencias del teatro, fui asistente coreográfica en el Royal Ballet de Amberes... Y al lado de Godani aprendí mucho.

¿Fue duro dejar de bailar?Yo es que en realidad no lo dejé. Abandoné la escena porque tenía tanto trabajo en las labores coreográficas y en las tareas de responsabilidad que no disponía de tiempo para otra cosa. No dejé de bailar por razones físicas, podría haber seguido haciéndolo, así que no fue traumático.Ahora aún hago los ensayos con el resto de los bailarines. Algunos me dicen que estoy más en forma que ellos. 

Malos tiempos para la danza... si es que alguna vez han sido buenos.Cierto. Yo soy directora de la compañía, dirijo además los ensayos y soy responsable de la programación de danza del teatro. La situación es dificíl en todo el mundo, también en Alemania, que entró en recesión económica y el invierno pasado tuvimos una inflación del 12%, algo inaudito en el país desde la Segunda Guerra Mundial. En el teatro ya nos han dicho que no podremos contratar a nadie durante los próximos dos años y se están ajustando mucho los presupuestos para todo. Pero yo, como gestora, tengo responsabilidades con mi teatro y, sobre todo, con nuestro público. Así que toca inventar, echar mano de la imaginación, darle una vuelta a todo.

Los públicos cambian mucho.El español es muy cálido, muy emocional. Estoy encantada con que los bailarines de mi compañía vengan a actuar a Zaragoza. Tenemos una decena de nacionalidades: hay bailarines de Portugal, Guinea Bissau, Italia, Israel, Holanda, Bélgica, Canadá, Malasia, Alemania y Rusia. Actuar ante un público español es una experiencia emocional para un bailarín. 

¿Hay un público para la danza clásica y otro para la contemporánea?No lo tengo muy claro. El público siempre es inteligente. Podrá saber más o menos de danza clásica, de sus técnicas, pero, si haces algo contemporáneo con sentimiento y pasión, te va a plaudir a rabiar. Todos los públicos saben, de manera visceral, íntima, si el espectáculo que están viendo sobre el escenario es bueno o no. Las coreografías contemporáneas no dejan de ser el reflejo de la sociedad en la que vivimos, el reflejo, también, de sus carencias.

Y permiten decir más cosas que las coreografías clásicas. Incluso pueden servir para denunciar situaciones y problemas acuciantes. Obviamente. Pero tenga en cuenta una cosa: todos los clásicos fueron en su día un acto de rebelión. En obras como 'Giselle' o 'La bayadera', el protagonista, el príncipe, se enamora de una campesina o de la bailarina de un templo. Esto hoy lo vemos normal, no encontramos nada raro en ello, pero en el siglo XIX, cuando se estrenaron estas obras, el mensaje que lanzaban a la sociedad clasista de entonces era muy diferente. Y en el segundo acto de 'Giselle', Myrtha invoca a los espíritus de las mujeres muertas antes de sus bodas, Myrtha misma fue asesinada... Los mensajes estaban ahí, había una denuncia, una reivindicación, que ahora, desde  nuestra época y ética tan distintas, no vemos. Por otro lado, en la actualidad podemos usar la libertad creativa para hacer otras denuncias que quizá dentro de dos siglos los que asistan a un espectáculo de danza no alcancen a ver. 

¿Volverá a España?Creo que sí, lo que no sé es cuándo ni cómo. Pero me encantaría volver y más si es para crear oportunidades para otros bailarines. Me gustaría ayudar al talento.

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