CINE. OCIO Y CULTURA

Manuel Rotellar: retrato, a los 40 años de su muerte, de "una febril pasión por el cine"

Autodidacta, nacido en 1923, fue actor de teatro y de numerosas películas, escritor y crítico, fue el primer director de la Filmoteca de Zaragoza.

Manuel Rotellar en la que muchos consideran su mejor interpretación: 'El Rey' de José Luis Pomarón, de 1959, una metáfora sobre el poder que se rodó en un descampado cerca del Ebro.
Manuel Rotellar, en la que muchos consideran su mejor interpretación: 'El Rey' de José Luis Pomarón, de 1959, una metáfora sobre el poder que se rodó en un descampado cerca del Ebro.
Archivo Heraldo.es

ZARAGOZA. Tal día como hoy, lunes 15 de enero de 2024, se cumplen 40 años de la muerte del escritor cinematográfico, historiador, periodista, actor y dinamizador cultural Manuel Rotellar (Zaragoza, 1923-1984), una de esas grandes e insólitas figuras de una ciudad como Zaragoza que tomaba notas a oscuras en las salas de cine, que grababa los diálogos y las bandas sonoras en un magnetófono, y que era tan puntilloso que hacía unas fichas impecables, que comprobaba una y otra vez.

Manuel Rotellar, perfeccionista y obsesivo, mecánico de profesión , estuvo vinculado al universo de los cineclubes, como el Cineclub Zaragoza y el Cineclub Mundo, frecuentó la Peña Niké, colaboró en ‘Amanecer’, ‘Aragón Exprés’ y ‘Andalán’, después en ‘El Día de Aragón’, y se sumó a la experiencia de la productora zaragozana Moncayo Films y sería, por pocos meses, el primer director de la Filmoteca de Zaragoza; un tumor cerebral apenas le permitió más. Cuando falleció, tenía 60 años y dejaba una huella indeleble y un legado, tan artesanal como minucioso, el del gran enamorado del cine, el cinéfilo absoluto, que legaría a Zaragoza y que se conserva en la Filmoteca, en la calle Domingo Miral.

Vicky Calavia, que le dedicó el documental ‘Manuel Rotellar. Apuntes desde la fila 8’, con guión de Javier Estella, dice: “De Rotellar me fascinó su amor por el cine, su inagotable curiosidad y su incesante trabajo. También que, siendo un autodidacta, y teniendo muy complicado dedicarse al cine, lo logró, gracias a su tesón, empeño e ilusión. Sus ojos tenían el brillo del cine”.

Uno de sus mejores amigos fue el profesor, cinéfilo y escritor Luis Alegre. “Manuel Rotellar es una de las figuras más insólitas de la cultura aragonesa del siglo XX. Se convirtió en un coloso mundial de lo suyo -el ensayo, la crítica, la investigación cinematográfica- pese a que siempre, casi todo, lo tuvo en contra -se arranca el coordinador de ‘La buena estrella’-. Las cosas se comenzaron a torcer enseguida. En agosto de 1936, cuando él tenía 13 años, su padre, alcalde republicano de Quinto, fue fusilado y su cuerpo nunca fue encontrado. Como es natural, fue algo que marcó a fuego la vida y la cabeza de Manolo. Él jamás hablaba de ello”.

“De Manuel Rotellar me fascinó su amor por el cine, su inagotable curiosidad y su incesante trabajo", dice Vicky Calavia
Un retrato de Manuel Rotellar, multiplicado y coloreado por el Estudio Tempo.
Un retrato de Manuel Rotellar, multiplicado y coloreado por el Studio Tempo.
Tempo/Cortesía Julio Sánchez Millán.

A todo el mundo le llamaba la atención que alguien apenas había estudiado y que, poco a poco, con curiosidad y muchas horas, con voluntad de esclarecer los secretos del séptimo arte, se convirtió en una referencia. Agrega Luis Alegre: “Apenas pudo tener formación reglada. Fue un autodidacta incansable y se convirtió en un tipo cultísimo y de una erudición cinematográfica asombrosa. Su febril pasión por el cine, su inteligencia superdotada, y su buena mano para la escritura, le permitieron, desde la tristísima y muy precaria Zaragoza de la posguerra, publicar ensayos que conocieron un eco internacional. El mérito se dispara con este detalle: él, realmente, se ganaba la vida como obrero mecánico de una fábrica de hilaturas”. 

Luis Alegre: "En agosto de 1936, cuando él tenía 13 años, su padre, alcalde republicano de Quinto, fue fusilado y su cuerpo nunca fue encontrado. Como es natural, fue algo que marcó a fuego la vida y la cabeza de Manolo. Él jamás hablaba de ello”

El propio Alegre, como hicieron otros expertos, recuerda que Manuel Rotellar abrió y mostró muchos caminos. Por ejemplo, en la atención y el estudio sistemáticos que dedicó a películas y cineastas aragoneses. Dos de sus primeros títulos, en sus peculiares cuadernos, fueron ‘Cine Aragonés’ y ‘Aragoneses en el cine español’, al que luego sumaría diversas monografías sobre Luis Buñuel o Florián Rey, pero también redactó monografías sobre ‘Nosferatu’ de F. W. Murnau, de Cine Erótico, de Dibujos Animados o del Cine de Luis Buñuel en la II República.

Insiste Luis Alegre: “Fue un gran animador, cómplice o protagonista de buena parte de las más interesantes aventuras cinematográficas, culturales o sociales de Aragón desde los años 40 hasta los tiempos de la Transición: el cineclub Zaragoza, la Peña Niké, el cine amateur de los 50, 60 y 70, la productora Moncayo Films o Andalán”. El propio Alegre, como se recuerda en ‘Manuel Rotellar. Apuntes desde la fila 8’ hizo un inventario de sus críticas en la revista que fundaron José Antonio Labordeta y Eloy Fernández Clemente, que siempre elogiaron sus críticas, cómo explicaban las claves del cine, los movimientos de cámara, el alcance de los guiones, etc. 

Como actor también trabajó mucho desde los años 50 hasta poco antes de morir. En el año 1982 rodó con José Luis Pomarón ‘La rosa de papel’ y ‘El herrero de San Felices’ con Miguel Vidal; pero a lo largo de casi tres décadas intervino en numerosos cortos y películas del citado Pomarón, de Manuel Labordeta, de Antonio Artero, de José Antonio Duce, etc. Admirador de Edgar Allan Poe, y atraído por la fantasía y el terror, muchos pensaban que su mejor trabajo era ‘El rey’ (1959) de José Luis Pomarón, una meditación sobre el poder. Una de sus peculiaridades era que solía maquillarse él mismo.

Retrato de un joven entusiasta y aplicado, hijo de padre fusilado, que viajó a Nueva York, una experiencia muy bella para él.
Retrato de un joven entusiasta y aplicado, hijo de padre fusilado, que viajó a Nueva York, una experiencia muy bella para él.
Archivo Familiar Rotellar/Cortesía Vicky Calavia.

Otro cinéfilo como José María Cuchi Gómez, muy vinculado con la proyección en los cineclubs y con la información de cine en la radio, explica algunas manías o aficiones de Rotellar. “En aquellos años se proyectaba con máquinas de carbones Ossa. Y se descartaban fotogramas al final de la bobina, como contaría años después magistramente Giuseppe Tornatore en ‘Cinema Paradiso’. Manolo abrasaba a los proyeccionistas de los cines de Zaragoza para que le diesen esos descartes que él guardaba primorosamente en cajas de cerillas. También con un magnetofón en las primeras filas de la sala grababa el sonido de las películas que luego oía en su casa. Nunca le oí hablar mal de una película, porque las veía con la mirada inocente de un niño, esto último sólo lo he visto en Manolo y en mi tío Harri Gomez, de Barbastro. A ambos los reconozco como mis maestros”.

Vicky Calavia estrenó en 2009 su película. Así evoca su trabajo y sus sensaciones: “El documental que realicé sobre Rotellar fue mi primer trabajo largo profesional, cuya investigación, documentación y realización disfruté muchísimo. Fue también mi acercamiento, desde el respeto y la admiración, a una figura que encontré muy afín y cercana: la pasión de ver películas, el amor por hablar sobre cine, el trabajo constante, la recuperación de ilustres del cine de aquí de todos los tiempos, por ser, muchas veces, inasequible al desaliento, a pesar de tantas dificultades. Me parece admirable la larga travesía por el audiovisual aragonés que llevó a cabo”.

"Manolo abrasaba a los proyeccionistas de los cines de Zaragoza para que le diesen esos descartes que él guardaba primorosamente en cajas de cerillas. También con un magnetofón en las primeras filas de la sala grababa el sonido de las películas que luego oía en su casa", recuerda José María Cuchi Gómez

En esa obra, que dura 47 minutos, participan compañeros de viaje: hablan el productor Eduardo Ducay, el cantautor y escritor José Antonio Labordeta, el historiador Eloy Fernández Clemente, el escritor y cineasta Alfredo Castellón, el cinéfilo y fotógrafo Alberto Sánchez Millán, el periodista Luis Granell, su compañero Pedro Esteban, diseñador de modas, todos ellos fallecidos, pero también el poeta Rosendo Tello, Carlos Pomarón, hijo de José Luis Pomarón, Carmen Monreal, la viuda de Emilio Alfaro, el periodista Rafael Bardají, el citado Luis Alegre, etc. Rosendo Tello cuenta, por ejemplo, que era un buen actor y un buen rapsoda; le gustaba mucho recitar a Pablo Neruda, pero aún más la ‘Oda a Walt Whitman’ de Federico García Lorca, que era su poema favorito. Eloy Fernández recuerda que Rotellar -“tranquilo, educado, delicadísimo en su trato”- solía decirle: “La gente necesita quererse más. Yo haría un homenaje a los amigos una vez al mes, y cuando se acabasen volver a empezar”.

“Las cosas también se torcieron al final -declara Luis Alegre-. Cuando comenzaba a disfrutar de un cierto reconocimiento y estabilidad -fue nombrado primer director de la Filmoteca de Zaragoza- le sobrevino el tumor que acabó con él cuando sólo tenía 60 años”. En el documental, cuenta Luis que entonces él vivía en la calle Porvenir; fue a verlo el realizador Alejo Lorén y le dijo: “Soy portador de malas noticias. Manuel Rotellar ha muerto”.

El director del Festival Ópera Prima de Tudela añade: “Yo tenía 19 años cuando lo conocí, en esa época decisiva en la que recibes impactos de todo tipo que te marcan para siempre. Lo adoré desde el primer momento. Su impacto e influencia sobre mí forman parte, qué duda cabe, de lo mejor de mi vida”. Los indicios fueron dramáticos: se dormía en las películas y no reconocía el cine Fuenclara, donde estuvo un tiempo la Filmoteca de Zaragoza y adonde había acudido a lo mejor el día anterior. 

Coleccionó tantos libros, revistas, programas de mano, carteles, recuerdos de cine, colas de películas y apuntes que tenía alquilados dos pisos donde guardaba sus tesoros: esa leyenda de los sueños que pueden verse en la sede del Archivo de la Filmoteca de Zaragoza que dirige Ana Marquesán, galardonada con el Premio Nacional de Patrimonio Cinematográfico y Audiovisual 2023.

Manuel Rotellar, en la fila central, segundo por izquierda. A su lado, de negro, está José Luis Pomarón. Y arriba están, entre otros, Julio Sánchez Millán y Manuel Labordeta (primero y segundo por la izquierda).
Con el grupo de cineastas amateurs de Zaragoza que se presentaron en el Festival de Cine de Huesca. Manuel Rotellar, en la fila central, segundo por izquierda. A su lado, de negro, está José Luis Pomarón. Y arriba están, entre otros, Julio Sánchez Millán y Manuel Labordeta (primero y tercero por la izquierda).
Studio Tempo/Cortesía Julio Millán.
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