FOLKLORE POPULAR

La Sala Mozart vivió una noche inolvidable y mágica de pasión total por la jota y su mundo

El Gobierno de Aragón, en colaboración con HERALDO, organiza un gran concierto con más de 40 músicos en escena que se repetirá en Huesca y Teruel

Visión general de los bailarines, los cantadores y los músicos.
Visión general de los bailarines, los cantadores y los músicos.
Guillermo Mestre.

ZARAGOZA. Que la jota era universal ya se sabía, y que ha inspirado a grandes compositores de toda Europa desde el siglo XIX al menos, que tiene ecos árabes es más que probable, y que es una de las piezas angulares de la identidad de Aragón también. La jota emociona, vibra y envuelve, igual en una sofisticada sala de conciertos que en una plaza pública o en el campo, cuando se alza de loma a loma con la energía y el temblor de una garganta estremecida.

Anoche, en la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza, se vivió todo ello en absoluta plenitud de música, canto y baile, pero también de vestuario, puesta en escena y variedad de registros. Se vivió durante dos horas y 40 minutos, conducidos por Pepín Banzo (actor, músico, mago y humorista) en uno de esos conciertos ambiciosos y totalizadores que organizó el Gobierno de Aragón en colaboración con HERALDO.

Con esta gala, de entrada gratuita gracias a HERALDO y el Gobierno de Aragón, los mejores artistas de la Comunidad no solo ensalzan la jota como tradición aragonesa, sino como profunda seña de identidad.

La gala ‘Aragón, tierra de jota’ es una tentativa más, sin duda excepcional, para impulsar la candidatura de la Jota como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Tras la de Zaragoza, habrá otras dos en Huesca y Teruel. El director general de Cultura Pedro Olloqui recordó que la jota es lo que porque «se canta y se baila en Aragón», e hizo un elogio de sus posibilidades y de su comunión con el pueblo. José Luis Melero, autor de los textos del libreto, insistió en ello con una frase: «Nuestra jota pervive rebosante de fuerza y pasión. Y es fruto del amor: del amor insondable que sienten por Aragón todos sus hijos».

El concierto, concebido por Sergio Aso, ha sido un intento de mostrar muchos estilos de jota, con sus principales asuntos, cantados y bailados por grandes cantantes (seis hombres, siete con la sorpresa de Nacho del Río que entonó dos temas con esa voz que a veces parece toda una orquesta o un coro muy afinado, y cinco mujeres), dos parejas de baile y los bailarines de Baluarte y Somerondón. Y con ellos, arropando y pautando el camino estaba el citado Aso, quizá la gran figura de la jota como músico y productor musical, el propio Pepín Banzo, que se marcó una pieza de dulzaina con su compañera Helena Perdomo, y cinco músicos más: David Aznar, Ángel Sancho, Víctor Martín, Luis Miguel Reina y Jonás Gimeno.

Pepín Banzo, con ese aspecto de don Quijote, condujo con humor y versatilidad artística la gala: hizo magia, un poco de humor y tocó el guitarrico y la dulzaina.
Pepín Banzo, con ese aspecto de don Quijote, condujo con humor y versatilidad artística la gala: hizo magia, un poco de humor y tocó el guitarrico y la dulzaina.
Guillermo Mestre.

Como sucede con algunos poetas, pensemos en Bécquer y Juan Ramón Jiménez, sin ir más lejos, los autores populares de la coplas de jota han reflexionado y han intentado una y otra vez definirla, transida de imágenes, intuiciones y metáforas, ya sea la jota brava, la jota delicada, la más espontánea o la más popular.

Un concierto y once temas

Esa apetencia ha tenido su correlato en el concierto que arrancaba con un texto-prólogo que es casi una poética y una definición concentrada: «Qué orgullo ser de Aragón. / Aragón tierra de jota. / Jota que emana de un pueblo. / Pueblo con alma gloriosa». La jota es emoción, pálpito, latido, afirmación del paisaje, fulgor de la tierra, conciencia de pueblo, y es, sobre todo, un «canto en el alma entera» que invita una y otra vez a escrutar, a preguntarse y a sentir «la emoción de la jota».

La gala ‘Aragón, tierra de jota’ ha querido abarcar todo lo que supone el folklore y su abanico de posibilidades. Sergio Aso, con la colaboración de Pepe Melero, Premio Valores Humanos de HERALDO de 2023, dividió el recital en diez partes y un prólogo, a través de conceptos y cantas alusivas a epígrafes como ‘Tierra noble’, ‘Orgullosos y valientes’, ‘El Ebro riega a su paso’ (Pedro Olloqui en su intervención inicial también exaltó la importancia del río y su paso por Aragón), ‘Es mi pasión’, ‘Luz’, ‘Aragón. Rincón bravío’, ‘Tierra de contrastes’, ‘Su risa’ y ‘Aragón’. El espectáculo que se planteó resulta brillante desde sus inicios, se cerró con ‘Baja una jota volando’, interpretada por Ángela Aured, Inés Martínez y Lorena Larrea, espectaculares (alguien del público, en medio de los bravos, gritó: «¡Las tres tenoras!»), con ‘La gran jota de la Dolores’ y con un final que fue como un saludo de todo el equipo: más de 40 profesionales que se entregaron con pasión.

Cantaron, y de qué modo, con sus respectivas personalidades y sus tonos de voz Vicente Olivares, Javier Soriano y Javier Badules, a trío, ‘Nobleza y honra al nacer’; y la rapidísima y eléctrica jota de Zaragoza la interpretaron Ángel Aured y Javier Soriano. A partir de ahí, se pudo oír a Julio Bellido y Jorge Lanzuela. Yla citada sorpresa de Nacho del Río, soberbio de voz.

En todas las lenguas

A nadie le faltó protagonismo ni posibilidades de mostrar talentos y tesituras bien distintos. Además de las ya citadas intérpretes, entre las mujeres, también cantaron, y de qué modo, Lorena Margalló y Beatriz Bernad. Margalló lo hizo en aragonés y en catalán, en su variedad fragatina, en dos piezas: ‘Sol d’Ibierno’ y ‘Les figues verdes’, y demostró no solo una personalidad muy acusada sino una vertiente muy actoral.

Beatriz Bernad cantó en solitario con su habitual inspiración – ‘La ronda de las Pilares’, ‘En la plaza se oye gente’, ‘La despedida’ y ‘La rondadera’, que bailaron Alicia Guerra y Carlos Gil, con garbo, naturalidad y una sonrisa incesante, y ‘Al otro lado del mar’, entre otras piezas –y mezcló de maravilla con sus compañeros; y disfrutó de lo lindo cuando atacó unas seguidillas, jotas y fandangos para los bailadores de Somerondón. Por poner algunos ejemplos de instantes de felicidad y emotividad máxima: Lorena Larrea dejó una ‘Carbonera’ para el recuerdo; Ángela Aured se exhibió en ‘Las cerezas’ e Inés Martínez ofreció una enérgica y entusiasta versión de ‘S’ha feito de nuei’, el tema de Pepe Lera.

Habría mucho que subrayar de un concierto de casi tres horas donde los artistas se atrevieron con todo: con la jota de Zaragoza, la de Huesca y la de Alcañiz, y que presentó algunas sorpresas como las ‘Coplas de humor’ de Javier Badules, que se quejaba de que le habían multado en Huesca pero que en Granollers le habrían dado «la amnistía». También destacó el buen nivel de los bailadores: el clasicismo y la elegancia de Somerondón, que bailan como quien va de paseo; la energía y la juventud de Baluarte; la naturalidad de Carlos Gil y Alicia Guerri, que parecían desplegar una danza de seducción, y esa plasticidad dinámica de Alejandro Alonso y Lorena Vicioso.

Beatriz Bernad estuvo a un gran nivel y mezcló con gusto con sus compañeras.
Beatriz Bernad estuvo a un gran nivel y mezcló con gusto con sus compañeras.
Guillermo Mestre.

Un recital reivindicativo con elementos mestizos

ZARAGOZA. ¿Qué se reivindicó en un concierto como el de ayer? Un poco de todo. La jota popular, sin duda, con sus temas eternos; pero también la variedad de la música y la necesidad de incorporar sonidos nuevos, sin olvidar jamás la tradición. Por algo, el mago Pepín Bello, ese artista-payaso-persona que sirve para todo, dijo que «más tradición y menos reguetón».

En esa misma dirección, un poco más allá de lo conocido y exaltado (otro momento estupendo: la ‘Fiera del Ay’ que cantaron Ángela Aured, Inés Martínez y Lorena Larrea), cabe destacar algunas cosas: por ejemplo, ‘La jota de las panderetas’, una creación de Baluarte a la que le puso voz Vicente Olivares, un clásico del país, ampliamente galardonado. La pieza tenía su propia coreografía y un sonido que amplía los referentes habituales de la jota.

Otro instante, en la sección dedicada al Ebro, fue las ‘Panaderas’, una idea de Jorge Lanzuela, donde contó con la colaboración de tres compañeros más, entre ellos Lorena Larrea. La propuesta, podría intuirse, venía a defender que los sonidos que manejaban nuestras abuelas eran más ricos en términos de sonido que algunos de ahora. Hemos perdido complejidad y sonoridad con el paso del tiempo, y ese tránsito de más a menos es aquí lamentable.

El cantador Jorge Lanzuela hacía una pieza de estirpe castellana que parecía acercarse a las canciones populares, tan hermosas, de Joaquín Díaz. Parecía proponer que la jota necesita también innovación y mezcla con otras tradiciones y folclores. Saltar barreras sin renunciar a sus características ni a su pureza ni a sus maestros.

Lorena Larrea, Inés Martínez y Ángela Aured. Alguien del público, emocionado, dijo: "¡Las tres tenoras!".
Lorena Larrea, Inés Martínez y Ángela Aured. Alguien del público, emocionado, dijo: "¡Las tres tenoras!".
Guillermo Mestre.

Vicente Olivares adaptó a Antonio Machado, unos versos de ‘Cantares’, y pareció recordarnos, como hace a menudo aquí, en estas páginas, Miguel Ángel Yusta, que la poesía culta también puede ser objeto de inspiración y de versión. Son varios los poetas que han escrito para la jota (Yusta y José Verón Gormaz, entre ellos) y que se pueden adaptar coplas o estrofas de grandes poetas. También eso se diría que Sergio Aso lo quiso dejar temblando en el ambiente.

Citábamos antes a Lorena Margalló. Sus aportaciones resultaron interesantes, como de otra tradición, pero el talento se percibía. La urgencia del mestizaje, ese voluntad de modernidad que reivindicó el director general de Cultura.

Y otro tanto hizo en sus intervenciones Julio Bellido, que acumula muchas tradiciones o registros en su trayectoria: canta la jota de forma personal, ha actuado en el Oasis y en musicales en Madrid, y también tiene una vertiente interpretativa. Él incorporó una pieza, el ‘Romance de la loba parda’, que no parece propiamente del folklore aragonés, pero también le dio su personalidad. Y otro tanto hizo con ‘Los pollos’, donde incorporó el sentido del humor y cierta capacidad de transgresión.

Seguramente hay otras cosas que el espectador habrá visto: las ganas de agradar de los cantantes, de todos (parecían conscientes que se trataba de un concierto inolvidable), la originalidad en la presentación y el subrayado de los temas musicales, la implicación constante de la banda que dirige un entusiasta Sergio Aso. Y también merece una nota más que marginal Pepín Banzo: a veces, en medio de bailarinas que parecían sílfides, tenía algo de caballero Don Quijote, esbelto y largo, y en apariencia desgalichado. Intervino lo justo, con su humor habitual, y consiguió sacar agua hasta tres veces de una vasija, a la tercera fue la vencida y logró los aplausos tan merecidos. No solo eso: demostró su pericia con el guitarrico, con la dulzaina, y otra capacidad más: iba arrojar agua sobre los espectadores (Pedro Olloqui está en la primera fila con algunos colaboradores y amigos) y se le convirtió en confeti.

Cinco cantadores: Jorge Lanzuela, Julio Bellido, Vicente Olivares, Javier Soriano y Nacho del Río.
Cinco cantadores: Jorge Lanzuela, Julio Bellido, Vicente Olivares, Javier Soriano y Nacho del Río.
Guillermo Mestre.
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