Milán rinde homenaje al Francisco de Goya pionero con una muestra en su Palacio Real

Comisariada por Víctor Nieto Alcaide, 'Goya. La rebelión de la razón' reúne más de 70 obras, entre pinturas, estampas y planchas de grabado.

Muestras de la exposición 'Goya. La rebelión de la razón' que el Palacio Real de Milán inaugura este martes
Muestras de la exposición 'Goya. La rebelión de la razón' que el Palacio Real de Milán inaugura este martes
EFE/ Javier Romualdo

Del blanco al negro, de la corrección a la crítica y, en definitiva, del arte por encargo a la obsesión por la libertad, el recorrido de Goya, el pintor aragonés que adelantó las vanguardias de siglos posteriores, centra una detallada exposición en Milán (norte de Italia) con obras nunca antes expuestas al público.

'Goya. La rebelión de la razón' es la ambiciosa muestra que el Palacio Real de Milán inaugura este martes y que presenta a Francisco de Goya (1746-1828) como un pionero que, tras ganarse la admiración de la nobleza, se embarcó en una lucha por su propia independencia y reivindicó la libertad expresiva en el mundo del arte.

"Fue el primer artista que mostró su estado de ánimo y el primero que comenzó a renegar del encargo como la única manera de trabajar en el mundo de la pintura", explica a EFE el comisario Víctor Nieto Alcaide. Este historiador del arte ha ideado un recorrido que pone en relación la evolución de un apreciado pintor de las élites que pasó a denunciar los horrores de la guerra, con el contexto de un siglo turbulento en el que Europa abandonó el Antiguo Régimen y dio la bienvenida a las ideas de la Ilustración.

"Goya vivió una época interesante, un mundo de conclusiones y cambios, pero tuvo la sensibilidad de contarlo"

La muestra, con más de 70 obras, arranca en un luminoso espacio blanco para exponer los primeros trabajos de Goya como ilustrador de la Real Fábrica de Tapices, donde en series como 'Juego de Niños' y sus escenas taurinas demostró una enorme capacidad para captar el espíritu jovial y costumbrista de la sociedad española.

El estilo preciso de sus cartones para tapices le confirió una gran reputación entre la nobleza madrileña, con ejemplos como los retratos de Carlos IV, María Luis de Parma y Jovellanos que se exhibe en la exposición, aunque, como señala Nieto Alcaide, su ascenso social coincidió con "una serie de acontecimientos que cambiaron la historia".

"Goya vivió una época interesante, un mundo de conclusiones y cambios, pero tuvo la sensibilidad de contarlo", apunta el historiador. Por ello, a medida que avanza la cronología de la retrospectiva, también cambia el ambiente de las salas a tonalidades más intensas hasta concluir en una sala oscura que coincide con la ruptura de Goya con todo estilo anterior, tras presenciar los horrores de la invasión napoleónica y adquirir una sordera que le aisló más en su mundo interior.

A este periodo corresponden sus series de grabados como 'Los Caprichos', cuyas planchas de cobre se presentan por primera vez al público completamente restauradas para apreciar las incisiones originales de Goya.

Un trabajo en el que han colaborado la Academia de San Fernando y el Instituto de la Gráfica de Roma para retirar la capa de metal que permitía hacer más copias sin dañar los negativos.

'El gigante', obra de Goya que se puede ver en la exposición
'El gigante', obra de Goya que se puede ver en la exposición
EFE/ Javier Romualdo

"Llevar a cabo una exposición de Goya es un trabajo titánico", apunta, por su parte, Domenico Piraina, el director del Palacio Real de Milán, institución que ha colaborado directamente con la Embajada de España en Italia y el Instituto Cervantes.

Reunir el conjunto de 70 obras ha requerido cesiones de colecciones privadas y de instituciones como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Museo Nacional del Prado, el Museo de Bellas Artes de Valencia y el Thyssen-Bornemisza.

Pero Piraina espera que las negociaciones para conformar el recorrido, "que va del claro al oscuro", sirvan para que el gran público entienda el proceso personal que vivió Goya al "salir de los ámbitos oficiales para hacer un arte totalmente propio".

Porque entre 'La Gallina Ciega' (1789), que decoró el dormitorio de las infantas en el Palacio de El Pardo, y el 'Duelo a Garrotazos' (1820), encontrado en la solitaria Quinta del Sordo, no hubo "un único punto de inflexión", sino una obsesión por "conquistar espacios más amplios de libertad expresiva".

Prueba de ello es la carta que Goya dirigió a la Academia de Bellas Artes en 1792 para aconsejar "dejar en plena libertad correr el genio de los Discípulos (...) sin oprimirlos, ni poner medios para torcer la inclinación que manifiestan a este o aquel estilo en la pintura", y que preside un muro en el centro de la exposición. 

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