TEATRO 

Lolita: "Mi hermano no se suicidó, se murió de amor porque de amor también se muere"

La actriz y cantante, que representa 'La Poncia' en el Principal de Zaragoza, habló de Lorca, de su familia, de su Goya, de la música y de sus sueños.

LOLITA FLORES PRESENTA PONCIA EN EL TEATRO PRINCIPAL DE ZARAGOZA / 25/10/2023 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
Lolita Flores representa en el Teatro Principal la obra 'La Poncia', basada en textos de Lorca y de Luis Luque.
Oliver Duch.

“Mil gracias por llenar el Teatro Principal para ver a esa mujer libre que es la Poncia, ese personaje creado por Lorca y Luis Luque. Y cuando termine la función, por favor, vengan a verme por atrás y díganme que les ha parecido. Acepto las malas críticas. Siempre lo he hecho. De las malas críticas se aprende mucho y yo estoy preparada para ellas. Las buenas están bien, alimentan el ego, pero en el fondo ayudan menos”, decía este miércoles en el Teatro Principal Lolita Flores, en los debates del Principal, un acto que organizan el Patronato de Artes Escénicas y la sección de cultura de la Universidad San Jorge. Tras la presentación de Chema Turmo, responsable del teatro, que celebrará 225 años en el año 2024, y Mamen Sánchez, coordinadora de actividades de la Universidad privada, la actriz y cantante, tras la rueda de prensa y doce entrevistas individuales, aceptó una más de una hora completa.

Lolita, y aludió a ello, hizo un acto de desnudez y sinceridad: no se guardó nada, no eludió ninguna pregunta y al final, conmovida por el cariño que suscita y por el recuerdo del amor de su madre por la Virgen del Pilar, que tenía en casa en una pequeña escultura de alabastro, no pudo contener las lágrimas. Una de las mujeres del público le recordó que ella había crecido con su canción ‘Amor, amor’, que cantó por primera vez en ‘Directísimo’ con José María Íñigo en TVE, y que se la ponía para que comiese. Y otra espectadora, conmovida, le comentó cuánto la había impresionado en el mismo Teatro Principal su monólogo de ‘La plaza del diamante’, la novela de Mercè Rodoreda, donde encarna a Natalia, ‘Colometa’, y que le apenaba no habérselo dicho entonces. “Fue tal la emoción, estaba usted tan inspirada, que no supe qué decirle”, le reveló.

"Yo no quería ser actriz ni cantante ni artista. Quería ser detective privado"

Por aquello que el mundo da vueltas en redondo, y los hechos y el azar hacen que las cosas se encuentran en un punto, Lolita recordó que su madre Lola Flores la apuntó a las clases de teatro en el estudio de Pilar Francés. Preparó un monólogo de ‘Doña Rosita la soltera’, de Federico García Lorca, y lo hizo con miedo, temblorosa, y el profesor Vilches le dijo que lo había hecho de cine. Recibió un aplauso mayúsculo de todos sus compañeros. “Y en cierto modo, allí nacía la actriz. Yo no quería ser actriz ni cantante ni artista. Quería ser detective privado. Recuerdo que la primera vez que canté fue en la ducha a los diez años”. Aquella ‘Doña Rosita la soltera’ ha reaparecido ahora en el montaje ‘La Poncia’, y también reaparece Lorca. “En realidad, nunca se ha ido de mi vida. Mi madre tenía un volumen de sus ‘Obras completas’ en la mesilla de noche, y las leía y me las leía. ‘Mira, niña, qué poema, qué canción más bonita’. Lo llevaba dentro”, recordaba.

"Aquí en España solo se saben dos canciones mías, ‘Amor, amor’ y ‘Sarandonga’, creo que muy poco más, pero en Latinoamérica se las saben casi todas"

Sus padres ocuparon un porción de sus recuerdos durante el diálogo con el autor de este artículo. “A mi madre no la descubrí nunca como la gran artista que era: estaba siempre ahí. No se produjo una revelación o algo así. La veía con su energía y su talento a todas horas -dijo-. Hemos tenido conversaciones largas y maravillosas, pero siempre te quedan cosas que preguntarle, cosas que querríais saber. Mi padre, por decisión propia, dio un paso atrás, porque quiso hacerlo así, pero era un hombre que tenía mucho talento. El arte de mi madre le debe mucho: él le ayudó a que cambiase artísticamente”. Recordó que era él quien solía tocar ese ‘Sarandonga’ que le ha hecho tan famosa. “Le estoy agradecido a la canción, pero allá donde voy o donde iba me la ponían por cariño. O por lo que fuera. Es una canción con historia. Es de Compay Segundo, estuve en Cuba con su gente en 2005, la vieja trova santiaguera, y me acogieron con mucho afecto, e incluso me nombraron socia de honor o algo así. Yo le di un aire más rapidito”, matizó, y glosó su carrera en la música: sus más de 20 discos, algunas giras y colaboraciones, entre ellas con Joan Manuel Serrat, “canté ‘Mediterráneo’ con él y sola. Él fue clave para que, en un momento de duda y miedo, aceptase el monólogo de ‘La plaza del diamante’. Me lo ofrecieron, recuerdo que Joan Ollé no lo tenía claro, no le gustaba mucho yo para el proyecto. Y en esas andaba cuando a las dos de la mañana recibo un ‘wasap’ de Serrat, yo soy un animal nocturno, y me dice si puede llamarme. Lo hace y me dice: ‘¿Pero aún no te has decidido? Hazlo ya’. Le hice caso y es una de las mejores decisiones de mi vida. Yo he estudiado poco, no soy una actriz de método, sino de corazón, directa, mis respuestas vienen de adentro. El teatro tiene magia, el actor es un creador de arte, y ahí arriba sobre la escena pasan cosas maravillosas”, contaba. 

A la vez, sin rencor y acaso con un escepticismo pasajero, confesaba que tenía la sensación de que en este momento no encontraba acomodo en la industria musical, pero que no había dejado de cantar. “Aquí en España solo se saben dos canciones mías, ‘Amor, amor’ y ‘Sarandonga’, creo que muy poco más, pero en Latinoamérica se las saben casi todas y me reciben con los brazos abiertos. No he dejado la música, quizá ella me haya dejado a mí por un tiempo, pero en estas venas desde jovencita viaja la música”.

No eludió describir el clima de convivencia, arte y creación de su familia. “Éramos una familia, como cualquier otra. No le he dado más importancia. Vivíamos con naturalidad, con complicidad y cariño, y cada uno teníamos nuestros mundos. Yo tuve la sensación de que empecé a dejar de ser como un volante de los vestidos de mi madre y que nacía Lolita. Fui la niña más fotografiada en España en 1958, el año de nacimiento, y creo que he hecho muchas cosas, y a los 65 años me siento bien. Muy bien con mi cuerpo, con mi edad y con lo que hago”.

"Es cierto que suelo hablar bien de todas las personas con las que he vivido, pero no todo fue tan bueno o tan bello"

No encontró vínculo alguno entre su hermano Antonio Flores y Adela, la joven enamorada y suicida que desencadena la historia de ‘La Poncia’, que ha escrito Luis Luque a partir del personaje de ‘La casa de Bernarda Alba’ de Lorca y otras piezas suyas, como ‘Doña Rosita la soltera’ y dos romances. “Mi hermano Antonio no se suicidó, se murió de amor porque de amor también se muere”. No eludió hablar de sus propios amores, sin citar nombres, y bromeó: “Es cierto que suelo hablar bien de todas las personas con las que he vivido, pero no todo fue tan bueno o tan bello. Algún día me subiré a la escena o lo contaré en el libro. Y hay mucho que contar”, dijo.

Lolita recordó la satisfacción que le produjo su trabajo en la película ‘Rencor’ de Miguel Albadalejo, que le proporcionó el Goya a la Mejor Actriz Revelación en 2002, “mis otras compañeras lo merecían, lo dije entonces y lo digo ahora, pero yo también. Y aquel papel es inolvidable para mí”. En ‘La Poncia’ se arrojó de inmediato, aceptó el regalo, y más cuando supo que Lola Flores, su madre, por enfermedad, quiso encarnar a la criada de Bernarda Alba, a la mujer que lleva el aire de la calle al ambiente opresivo y de luto de la vivienda, y que hace un manifiesto de libertad, de vida. En cierto modo, “en un teatro que conozco muy bien” vuelve a citarse con su madre.

A rezar a la Virgen del Pilar 

Este miércoles, tras una intensa sesión de entrevistas para prensa, radio y televisión, se fue al Pilar. “Me acompaña. Soy religiosa a mi manera pero la Virgen del Pilar es mi virgen, y también lo era de mi madre. Y ayer fui a verla a las dos y cuarto y a rezarle por los que se han ido y por otros que felizmente están vivos”. En su pensamiento estaba su familia de artistas: hijos, sobrinos, nietos, etc. Los nombró y los recordó con elogios, ánimos y algún que otro chiste. La emoción la desarboló y no se ahorró ni la visible emoción ni el llanto ni los abrazos con sus seguidores, sobre todo mujeres.

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