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Sergio del Molino: "Superar la muerte de mi hijo me haría sentir miserable"

El escritor reedita una década después, en Alfaguara, 'La hora violeta', la novela donde volcó todo su dolor por la enfermedad y la muerte de Pablo

Sergio del Molino, en la Gran Vía zaragozana, reedita su novela más emocionante y dolorosa.
Sergio del Molino, en la Gran Vía zaragozana, reedita su novela más emocionante y dolorosa.
Guillermo Mestre.

Sergio del Molino (Madrid, 44 años) volcó todo su dolor por la muerte de su hijo en ‘La hora violeta’, publicado en 2013, después de que una leucemia muy agresiva se llevara a Pablo poco antes de su segundo cumpleaños. Testimonio de la enfermedad, el luto y el amor de un padre por su hijo, Del Molino revisita, diez años después, ‘La hora violeta’ de la mano de Alfaguara.

Han pasado doce años desde la muerte de Pablo...

Sí, pero el tiempo sigue detenido siempre. Es algo que te acompaña toda tu vida. Lo único que cambia es que lo has incorporado y aprendes a llevarlo de la misma forma que un amputado deja de echar de menos su pierna y lleva una vida normal, y no está pensando en que le falta una pierna todo el tiempo, pero el hecho es que le falta. Esto no me condiciona para ser feliz ni para seguir adelante con mi vida, ni para tener entusiasmos, ni alegrías, pero es algo que me pesa constantemente y condiciona mi forma de estar y de ser en el mundo.

¿Hasta qué punto la muerte de un hijo te convierte en otra persona?

La transformación es radical. Soy una persona profundamente distinta. En muchos sentidos no me reconozco en el que era antes de la muerte de mi hijo y creo que esa disociación la mantienes todo el tiempo. Eso no quiere decir que seamos almas en pena ni que vayamos arrastrando los pies por la vida, pero sí que tenemos una suerte de discapacidad emocional. Ni puedo ni deseo cambiarlo. Me dolería que llegara un momento en el que me diera cuenta de que esto no me pesa y de que, en cierta forma, lo he superado. Si en algún momento viera que he superado la muerte de mi hijo, me sentiría un miserable.

"La escritura de ‘La hora violeta’ no fue un acto de consuelo, fue un acto de masoquismo, fue un acto de recreación en el dolor y de intento de sentirlo hasta sus máximas consecuencias y de rehuir el empeño de la sociedad porque lo superes"

¿Por qué esta reedición de ‘La hora violeta’?

Han pasado diez años, una buena ocasión para echarle una mirada a un libro al que no me había atrevido a mirar. La revisión ha sido muy dolorosa.

En esta revisión cuenta que escribió ‘La hora violeta’ en un estado de rencor y de odio a los que venían a consolarle y le decían que Pablo ya era un angelito más del cielo y cosas así...

La gente sabe comportarse y es elegante y comprensiva, pero también hay torpes muy invasivos y melodramáticos. Cuando estás en ese instante de dolor arrasado, te duele más la gente que no sabe estar a la altura. En esa situación lo único que quieres es tu silencio y tu compañía. No hacen falta exaltaciones ni consuelos vacuos.

¿Dónde encontró consuelo?

En la literatura, en la música, en mis amigos, en mi familia... he encontrado consuelo y refugio en muchos sitios. Pero sobre todo en la literatura, pero no en la que yo escribo, sino en la que yo leía. La escritura de ‘La hora violeta’ no fue un acto de consuelo, fue un acto de masoquismo, fue un acto de recreación en el dolor y de intento de sentirlo hasta sus máximas consecuencias y de rehuir el empeño de la sociedad porque lo superes.

Sergio del Molino trasvasa de Random a Alfaguara su libro del duelo por Pablo, que murió de leucemia.
Sergio del Molino trasvasa de Random a Alfaguara su libro del duelo por Pablo, que murió de leucemia.
Guillermo Mestre.

¿La muerte de un hijo fortalece o debilita a la pareja?

Es algo tan radical que no admite un término medio. O la destruye o la une para siempre. En las parejas bien asentadas y armadas, como es mi caso, generalmente esto sirve para compenetrarnos y unirnos de una forma probablemente indisoluble. ¿Qué afrenta tan terrible nos tendríamos que hacer para que no fuéramos capaces de perdonarnos? En las parejas donde hay grietas, esas grietas se convierten en unos abismos enormes.

¿Cuántas veces piensa un padre en cambiarse por su hijo enfermo?

Constantemente. Y es una de las impotencias más graves. Somos mamíferos y, a diferencia de otros animales, estamos programados biológicamente para dar la vida por nuestros hijos y sacrificarnos por la amenaza.

Después de perder un hijo, ¿todos los temores parecen insignificantes?

Nunca he sido especialmente miedoso, pero pasar por la enfermedad y la muerte de un hijo te ayuda a relativizar muchísimos miedos. ¿Qué me puede pasar peor de lo que me ha pasado?

"Los padres huérfanos, o como nos quieran llamar, hablamos con mucha naturalidad de nuestros hijos muertos, lo que suele violentar a la gente"

¿Consuela conocer casos similares?

En mi caso no mucho. Yo necesito una expresión profunda de alguien que lo haya vivido. Umbral (el escritor contó su desolación por la pérdida de su hijo en ‘Mortal y rosa’) me ayudó.

Dice que ha domesticado la pena...

El tiempo no lo cura todo, pero lo atempera. Tu vida futura depende de que seas capaz de domesticar esa pena, y de que seas capaz de normalizarla, de naturalizarla, de incorporarla a tu propio día a día. Los padres huérfanos, o como nos quieran llamar, hablamos con mucha naturalidad de nuestros hijos muertos, lo que suele violentar a la gente.

Gracias a su libro, los padres de otros Pablos no están tan desasistidos como cuenta que lo estuvieron usted y su mujer...

Nos dejaron solos a la hora de la muerte. Pablo murió en casa porque así lo decidimos. Pero esos cuidados paliativos para mitigar el dolor y para que el sufrimiento fuera el mínimo posible solo se ofrecían en el hospital. Nosotros no queríamos que Pablo muriera en el hospital porque el hospital le aterraba, y, en sus últimos días se merecía estar en casa con sus padres. Eso hizo que el sistema nos abandonase porque no había ningún protocolo para que los cuidados paliativos se trasladasen a nuestra casa. Yo tuve que administrar la morfina a Pablo según mi propio criterio. Estuvimos solos completamente. Esa soledad yo no se la deseo a nadie.

Usted denunció esa soledad...

Y eso ha provocado un cambio de sensibilidad y que se empezaran a instalar equipos de cuidados paliativos pediátricos a domicilio en muchas comunidades.

¿Qué recuerda de Pablo?

Su risa, su olor, su pelo rubio... Todo, todo, todo, todo. Lo tengo muy presente, no es algo desdibujado.

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